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A los castillos subí, de los castillos bajé… Parada y fonda en Sax

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Sax. La peña y el castillo. Vertiente Este. Foto R.Puig

Sax. La peña y el castillo. Vertiente este. Foto R.Puig

 

Para el Sr. Joaquín, sajeño conversador y conserje de noche del hotel La Fuente del Cura

.

Como anunciaba el domingo pasado, en mi camino de Alicante a Madrid visité la noble villa de Sax, poco antes de pararme en la Colonia Santa Eulalia de la que ya hemos hablado.

Durante años había yo pasado frente a su espectacular castillo (en particular si se divisa de noche e iluminado) sin tener tiempo para detenerme.

Sax. Escudo de la villa. Foto R.Puig

Sax. Escudo de la villa. Foto R.Puig

Al llegar a Sax eran las tres de la mañana (aterrizamos con retraso en el aeropuerto de Alicante) y pude sentir el aire frío y reconfortante de la noche y, a la mañana siguiente, ascender a pie a su altura fortificada, a casi 500 metros sobre el nivel del mar.

El castillo está en perfecto estado de conservación y, como me contaron en el hotel, al curioso viajero le solían prestar la llave, pero ya no es así, por lo que no pude entrar en el recinto. Sólo se puede acceder en visita guiada los domingos.

Castillo de Sax. Fachada y portón del suroeste. Foto R.Puig

Castillo de Sax. Fachada y portón exterior del suroeste. Foto R.Puig

De todos modos, un policía local (que por sus canas y su amable empaque pienso que era el mismo jefe del cuerpo) no sólo me explicó muchas cosas del pueblo y de su comarca, sino que me facilitó amablemente un plano de la villa. Orientado por las indicaciones de este culto servidor de la comunidad sajeña, pude iniciar la subida al castillo desde los alrededores de la iglesia de la Asunción.

Sax. Puerta renacentista. Iglesia de la Asunción. Foto R.Puig

Sax. Puerta renacentista. Iglesia de la Asunción. Foto R.Puig

Sus fachadas datan del siglo XVI.

Sax. Friso renacentista en la fachada lateral. Iglesia de la Asunción. Foto R.Puig

Sax. Friso renacentista en la fachada lateral de la iglesia de la Asunción. Foto R.Puig

Aunque, no muy lejos, la pasión por la fiestas de “moros y cristianos” ha dejado algún pastiche de arte andalusí.

Sax. Motivo neomudejar de la comparsa Los Emires. Foto R.Puig

Sax. Motivo ‘neomudejar’ de la comparsa Los Emires. Foto R.Puig

Por las calles del barrio viejo, que data del tiempo de la colonización árabe y se asienta al abrigo del gran espolón rocoso, me dirigí a esa mole que lo domina todo.

Sax. Calle del casco antiguo. Foto R.Puig

Sax. Calle del casco antiguo. Foto R.Puig

Desde la ermita de San Blas, construida en el emplazamiento de lo que fue mezquita árabe, se divisa el pueblo en toda su extensión.

Sax. Ermita de San Blás.. Foto R.Puig

Sax. Ermita de San Blás.. Foto R.Puig

De la plazuela del pequeño templo parten las escaleras metálicas que permiten una subida agradable hacia el castillo.

Sax. Panorama desde la ermita de San Blás.. Foto R.Puig

Sax. Panorama hacia el este desde la ermita de San Blas. Foto R.Puig

La estructura metálica incluye amplios miradores que, a medida que se asciende, ensanchan la vista e invitan a pasear la mirada sobre los tejados de Sax, por su vega y por las sierras del entorno.

Sax. Panorama hacia el sudeste  desde el mirador sur de la peña del castillo. Foto R.Puig

Sax. Panorama hacia el sudeste desde el mirador sur de la peña del castillo. Foto R.Puig

Una señora, que efectuaba su paseo matinal subiendo las escaleras con ritmo montañero, me explicó que el castillo es el lugar preferido de los recién casados que ahí se hacen fotografiar vestidos de boda. Esa tradición, me explicó, fueron ella y su esposo quienes la iniciaron el día en que se casaron. Desde entonces las parejas sajeñas tienen esa costumbre.

¿No es acaso tonificante poder ascender cada mañana la misma cuesta que subiste con ilusión el día en que te casaste? Si además conduce a un castillo medieval, no son muchos los que pueden hacer lo mismo.

Castillo de Sax. Acceso al recinto. Foto R.Puig

Castillo de Sax. Acceso al recinto. Foto R.Puig

Tras ascender por la vertiente sur se pasa al otro lado y se llega a un mirador orientado al noroeste, al pie del portón de entrada, que en tiempos pasados contaba con un puente levadizo, junto a los muros árabes.

Castillo de Sax. Muralla árabe del siglo X. Foto R.Puig

Castillo de Sax. Muralla árabe del siglo X. Foto R.Puig

Por un camino entre pinos se baja por la otra vertiente a la Ronda del Castillo, dominada por los inexpugnables farallones al norte del imponente peñasco (parece ser que Sax viene del latín “saxum”).

Sax. Farallón bajo el castillo. Vertiente Norte. Foto R.Puig

Sax. Farallón bajo el castillo. Vertiente Norte. Foto R.Puig

Así, rodeando la punta del espolón que durante millones de años esculpieron  las aguas del Vinalopó, termino mi paseo frente al edificio abandonado del antiguo molino.

Sax. El antiguo molino junto al río Vinalopó.. Foto R.Puig

Sax. El antiguo molino junto al río Vinalopó.. Foto R.Puig

Su muela, si es que subsiste, debió de triturar los cereales que, junto a la uva y la aceituna, se cultivaron en estas tierras durante siglos, hasta que las almendras y la fruta desplazaron a los granos y la fabricación de la harina dejó paso a otras industrias.

Hoy predominan las actividades fabriles y, como Sax es una potencia productora y exportadora de todo tipo de persianas, la villa cuenta con un monumento a la persiana; sospecho que el único del mundo, si nadie me lo desmiente.

Sax. Monumento a la persiana. Foto R.Puig

Sax. Monumento a la persiana. Foto R.Puig

Llegado a este punto, como no seré yo quien compita con ese indispensable artilugio de nuestras ventanas, aquí mismo dejo de enrollarme.

 



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