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Entre Benitatxell y Madrid: de los almendros y el vino a las águilas del Prado

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Primicia floral de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

Primicia floral de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

El Arte es variopinto y en el caso de hoy no tiene usted, amigo lector, que pagar IVA. Mis fotos las doy gratis y los almendros florecen en enero por los bancales de Benitatxell, sin que ministro alguno pueda tasar sus flores. Además, por el momento, la puesta de sol sobre el Peñón de Ifach está libre de impuestos.

Primeras flores de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

Primeras flores de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

Sentado con mis amigos, al calor de la veranda, la conversación es dulce, como las mistelas de La Marina.

Fue con Pepa y Miquel y con su familia y amigos, con quienes aprendimos en el otoño de 2012 cómo se pasa de la uva al mosto. Fue materia de la crónica del 11 de octubre de ese año.

Uvas de Benitatxell. Foto R.Puig

Uvas de Benitatxell. Foto R.Puig

Ahora, de aquellos capazos llenos de uva…

Mosto en la cuba. Benitatxell. Foto. R. Puig

Mosto en la cuba. Benitatxell. Foto. R. Puig

que dieron aquel mosto

Benitatxell. El fruto de la vendimia del año anterior. Foto R.Puig

Benitatxell. El fruto de la vendimia del año anterior. Foto R.Puig

mis amigos han producido un vino artesanal excelente y áspero, valiente y aromático.

Ya no se ven los almendros. Se ha hecho de noche, me despido y vuelvo a casa con varias botellas y con algún kilo de las mejores mandarinas del mundo. De Benitatxell nunca me voy de vacío.

Águilas en el Museo del Prado

Ayer, en Madrid, abrimos la botella y el calor del vino redondeó el final de una jornada en el Museo del Prado, en la exposición dedicada a aquellos gigantes castigados por los dioses, Ticio, Prometeo, Ícaro e Ixias, cuyos tormentos fueron inmortalizados por Tiziano y por los artistas del Barroco. Eso sí, precedidos por Miguel Ángel y por los modelos anatómicos de la escultura helenística.

Ticio y el aguila. Hendrick Golzius. Detalle. Museo Frans Hals. Haarlem.

Ticio y el águila. Hendrick Golzius. Detalle. Museo Frans Hals. Haarlem.

Me estoy refiriendo a la fantástica exposición “Las Furias. Alegoría política y desafío artístico”.

https://www.museodelprado.es/exposiciones/info/en-el-museo/las-furias-alegoria-politica-y-desafia-artistico/exposicion/

No seré yo quien remede lo que ya se explica en la página de la web del Prado y, por supuesto en el magnífico catálogo que firma el comisario de la exposición, Miguel Falomir. Si alguna pega puedo poner es la de la iluminación, en una penumbra que el claroscuro de los cuadros no necesita y que, además, dificulta la lectura de unas cartelas, ya de por sí tacañas, que parecen diseñadas para tortura de los présbites, pues para leerlas hace falta una vista de águla.

Prometeo bajo las garras del águila. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

Prometeo bajo las garras del águila. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

Me limito a recoger, en una selección de imágenes de los cuadros expuestos, la figura del águila de Júpiter, torturadora de Prometeo y de Ticio y mítico instrumento de castigo contra rebeldes y osados invasores del Olimpo.

El aguila y Prometeo. Jacob Jordaens.Detalle.Museo Wallraf Richartz. Colonia.

El águila y Prometeo. Jacob Jordaens.Detalle.Museo Wallraf Richartz. Colonia.

Ya la describía Erasmo, inspirado por Plinio y Aristóteles, como el símbolo de la crueldad despótica y de la arbitrariedad de los monarcas absolutos:

…pongamos que un fisonomista no del todo inepto observe con detenimiento el rostro y el pico del águila: ojos ávidos y perversos, rictus amenazador, cuencas oculares truculentas, frente torva y, finalmente, el perfil ganchudo que Ciro, rey de los Persas, encontraba tan atractivo en un príncipe. ¿No reconocerá inmediatamente la imagen magnífica de la realeza, desbordante de majestad? A ello se añade un color de por sí funesto, tétrico y de mal augurio, de sombría y sucia negrura. Por eso a lo que es sombrío y tirando a negro lo llamamos “aquilus”. Viene a continuación esa voz desagradable, terrible, descorazonadora y aquel grito, entre amenazador y lastimero, que estremece a todos los seres vivientes. Se trata de una señal que reconocerá enseguida, aunque se emita entre bromas, todo el que haya experimentado, o simplemente observado, lo temibles que son las amenazas principescas y cómo tiemblan todos siempre que la voz del águila resuena de este modo

…..

…al grito estridente del águila el pueblo entero es presa de repentino pavor, el senado se achanta, la nobleza inclina la cerviz, los magistrados se tornan complacientes, los teólogos callan, los jurisconsultos proclaman su acuerdo, las leyes retroceden, las instituciones se rinden: nada hay que valga, ni la ley divina ni la religión, ni la justicia ni la humanidad. A pesar de que haya tantos pájaros no exentos de elocuencia, de que sean tantas las aves canoras y las especies dotadas de gritos y de cantos variados, con melodías que incluso pueden conmover las piedras, es no obstante el solitario estridor del águila, áspero y apenas musical, el que se sobrepone a todos

Erasmo de Rotterdam. “El escarabajo acecha al águila”, en Adagios del poder y de la guerra y Teoría del adagio. Traducción y edición de Ramón Puig de la Bellacasa, Madrid, Alianza Editorial 2008.

La denigrada rapaz no contaba entonces con un defensor como Rodríguez de la Fuente para ser vista más positivamente. Yo, en cualquier caso, de esta visita al Museo del Prado me quedo con esas garras y esos picos que escarban en las carnes de los gigantes. Ese encarnizamiento tan crudamente representado evoca otros más actuales.

De todas las imágenes del águila en las obras de la exposición la mejor, a mi modo de ver, es la de Frans Snyders, el especialista de la factoría de Rubens para la pintura de animales. No en vano el cuadro de Prometeo torturado está reconocido como la obra de ambos. Y la que hemos visto antes en el cuadro de Jordaens es exactamente la misma, aunque para esa obra curiosamente no se cite la autoría de Snyders.

El aguila y Prometeo. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

El águila y Prometeo. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

Si se piensa en que una de las piezas de la exposición es una moneda de plata, acuñada en honor de Carlos V, que presenta en su anverso la imagen del emperador coronado como un césar, y en su reverso los gigantes fulminados por Júpiter, con el águila como jefe de torturas, se entenderá por qué Erasmo había fustigado el despotismo imperial en su comentario al adagio Scarabeus aquilam quaerit (El escarabajo acecha al águila), una especie de canto a la, por entonces imposible, sociedad republicana.

Por varios siglos más seguirían los príncipes cebándose en las entraña de sus súbditos, antes de que se lleguen a consolidar los primeros derechos republicanos.

El aguila y Prometeo. Theodoor Rombouts. Detalle.Museos Reales de Bellas Artes. Bruselas.

El águila y Prometeo. Theodoor Rombouts. Detalle.Museos Reales de Bellas Artes. Bruselas.



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