En la imagen de Doré que cerraba el precedente capítulo observábamos a Dante y Beatriz ante la escala de Jacob por la que los ángeles ascienden y descienden en una especie de corriente continua bajo la esfera del cielo de Saturno (Cielo de Saturno: espíritus contemplativos. Tronos)
Por ello es oportuno también traer aquí un detalle de aquella escala tal como la imaginó Sandro Boticelli cuatro siglos antes.
En el cielo de Saturno se oye un grito como el sonido de un trueno, por lo que el poeta no entiende las palabras que el grito ha voceado, pues la potencia del sonido tanto le ensordece: «sì mi vinse il tuono» (así me dominó el trueno) (canto XXI, 142).
La reacción de Dante ante el grito le ha asustado, aunque en realidad es la voz de los espíritus bienaventurados, y se vuelve hacia Beatriz:
Oppresso di stupore, a la mia guida
mi volsi, come parvol che ricorre
sempre colà dove più si confida;
e quella, come madre che soccorre
sùbito al figlio palido e anelo
con la sua voce, che ’l suol ben disporre,
mi disse: «Non sai tu che tu se’ in cielo?
e non sai tu che ’l cielo è tutto santo,
e ciò che ci si fa vien da buon zelo?…
De estupor oprimido, a mi guía
me volví, como el niño recurre
siempre a donde más confía;
.
y aquella, como la madre socorre
enseguida al hijo pálido y ansioso
con su voz, que su bien dispone,
.
me dijo: «¿No sabes que en el cielo estás?
¿y no sabes que todo el cielo es santo,
y que lo hecho aquí viene del buen celo?»
Paraíso, canto XXIII, 1-9
La siguiente imagen que el artista francés grabó ilustrando la Divina Comedia nos traslada desde este círculo séptimo (de Saturno), circulando por el círculo octavo de las estrellas (el de la Iglesia Triunfante y del triunfo de Cristo) y reuniendo aspectos de tres cantos XXIV, XXV y XXVI, resume en una sola escena el encuentro de Dante con San Pedro, quien le examina y aprueba en materia de Fe (canto XXIV) y a continuación es iluminado por San Jacobo («por quien se visita Galicia», o sea Santiago de Compostela) quien le examina y aprueba sobre la Esperanza, y por San Juan, siendo los tres apóstoles símbolo de la tres virtudes teologales. Sus tres potentes luces ciegan al poeta (canto XXV).
Ahi quanto ne la mente mi commossi,
quando mi volsi per veder Beatrice,
per non poter veder, benché io fossi
presso di lei, e nel mondo felice!…
¡Ay cuánto me conmoví en mi mente,
cuando volví la mirada hacia Beatriz,
al no poder verla, bien que yo fuese
.
cerca de ella, y en el mundo feliz!
Paraíso, canto XXV, 136-139
…
Dante recupera la vista
Dante está confuso y preocupado porque el resplandor de las luces de los tres apóstoles, le ha deslumbrado hasta el punto de cegarle.
Pero la voz de la «llama» de San Juan, que le ha cegado, le tranquiliza, pues la pérdida es transitoria y además la mirada de Beatriz tiene el mismo poder que la mano de Ananías, el anciano que devolvió la vista a Saulo.
Mentr’ io dubbiava per lo viso spento,
de la fulgida fiamma che lo spense
uscì un spiro che mi fece attento,
dicendo: «Intanto che tu ti risense
de la vista che haï in me consunta,
ben è che ragionando la compense.
Comincia dunque; e dì ove s’appunta
l’anima tua, e fa ragion che sia
la vista in te smarrita e non defunta:
perché la donna che per questa dia
regïon ti conduce, ha ne lo sguardo
la virtù ch’ebbe la man d’Anania».—
Mientras temía por la vista apagada
de la fúlgida llama que la extinguió
salió una voz que captó mi atención,
.
diciendo: “mientras recuperas el sentido
de la vista que en mí has consumido,
es bueno que conversando la compenses.
.
Comienza pues; desde allá donde tiende
el alma tuya, y comprende que está
la vista en ti extraviada y no difunta;
.
porque la mujer, que por esta divina
región te guía, tiene en su mirada
la virtud que tuvo la mano de Ananías.
Paraíso, canto XXVI, 1 – 12
La mirada de la amada devuelve la visión al poeta e incluso se la mejora. A continuación es aprobado en materia de Caridad por el discípulo preferido y descubre que Adán (el que no lleva aureola de santidad) se ha unido al grupo.
onde mei che dinanzi vidi poi;
e quasi stupefatto domandai
d’un quarto lume ch’io vidi tra noi
E la mia donna: «Dentro da quei rai
vagheggia il suo fattor l’anima prima
che la prima virtù creasse mai».…
de lo que mejor que antes vi después;
y casi estupefacto pregunté
fue la cuarta luz que entre nosotros vi.
.
Y mi señora: “dentro de estos rayos
anhela a su hacedor el alma primera
que la primera virtud creo jamás”
Paraíso, canto XXVI, 79-83
El poeta aprovecha para interrogar al primer hombre («l’anima prima»):
…e poi mi rifece sicuro
un disio di parlare ond’ ïo ardeva..
…y entonces francamente me ganó
un deseo de hablar que me abrasaba
Paraíso, canto XXVI, 89-90
pero comenzando de forma humilde:
“divoto quanto posso a te supplìco
perché mi parli: tu vedi mia voglia,
e per udirti tosto non la dico»..
«con mi mayor devoción te suplico
que me hables: tu ves mi ansia,
y por oírte pronto no la expreso»
Paraíso, canto XXVI, 94-96
Y estos son los interrogantes de Dante:
- cuánto tiempo ha pasado desde que el primer hombre fue creado;
- cuánto tiempo vivió en el paraíso terrenal;
- la naturaleza del primer pecado que desató la ira de Dios;
- qué lengua hablaba Adán
Estas preguntas y las respuestas de Adán confirman lo que encontramos a través de esta obra monumental: la inagotable imaginación del poeta, que hoy calificaríamos de surrealista, y su inmensa erudición. El primer hombre le responde en una larga intervención de cuarenta versos, de los cuales he extraído algunas de las respuestas:
“Tu vuogli udir quant’ è che Dio mi puose
ne l’eccelso giardino, ove costei
a così lunga scala ti dispuose,
e quanto fu diletto a li occhi miei,
e la propria cagion del gran disdegno,
e l’idïoma ch’usai e che fei.
Or, figliuol mio, non il gustar del legno
fu per sé la cagion di tanto essilio,
ma solamente il trapassar del segno”.…
«Quieres oír por cuánto tiempo me puso Dios
en el excelso jardín, donde él mismo
te ha preparado tan largo ascenso,
.
y cuánto tiempo lo disfrutaron mis ojos,
y la verdadera razón del gran rechazo,
y el idioma que usé y lo que hice.
.
¡Pues, hijito mío, no el gustar del árbol
fue la razón de tanto exilio,
mas sólo la transgresión del límite.
Paraíso, canto XXVI, 109-117
En resumen, el tiempo en el Edén habría sido para siempre, pero la desobediencia al mandato divino, que no el mero hecho de morder una manzana, ocasionó el rechazo divino y la expulsión hacia el exilio.
Y, más adelante:
”La lingua ch’io parlai fu tutta spenta
innanzi che a l’ovra inconsummabile
fosse la gente di Nembròt attenta:
ché nullo effetto mai razïonabile,
per lo piacere uman che rinovella
seguendo il cielo, sempre fu durabile”..
«La lengua que hablé se extinguió toda
antes que la construcción inacabable
fuese por la gente de Nimrod terminada:
.
que jamás ningún efecto razonable,
que la voluntad humana renueve
apuntando al cielo, duró para siempre»
Paraíso, canto XXVI, 124-129
La construcción a la que alude es la torre de Babel, un fracaso del capricho de los seres humanos, tan variable como el movimiento de las estrellas, que nunca conduce a a resultados eternos.
La obra de Dante apunta a que para el poeta era el hebreo la lengua del primer hombre, extinguida por la época en que Nimrod (descendiente de Noé) se lanzó a construir la babilónica torre de Babel, y el castigo divino de tanta soberbia fue la confusión de las lenguas. Pues Adán llama El a Dios (como en hebreo) tras su pecado de desobediencia que le condujo al purgatorio (el «monte que se eleva sobre las olas» en la Divina Comedia), desde donde luego descendería al Limbo (la «infernal embajada»):
«Pria ch’i’ scendessi a l’infernale ambascia,
I s’appellava in terra il sommo bene
onde vien la letizia che mi fascia;
e El si chiamò poi: e ciò convene,
ché l’uso d’i mortali è come fronda
in ramo, che sen va e altra vene.
Nel monte che si leva più da l’onda,
fu’ io, con vita pura e disonesta,
da la prim’ ora a quella che seconda,
come ’l sol muta quadra, l’ora sesta».…
«Antes de bajar yo a la infernal embajada,
I se llamaba el sumo bien
del que viene la alegría que me envuelve;
.
y después se llamó EL : como conviene,
pues el uso de los mortales es como las hojas
en las ramas, que unas se van y otras vienen.
.
En el monte que se eleva sobre las olas,
estuve yo en vida entre inocente y deshonesta,
desde la hora primera a la que siguió
.
cuando el sol cambia cuadrante, la hora sexta».
Paraíso, canto XXVI, 133-142
Lo que equivale a que desde el momento en que fue puesto por Dios en el paraíso terrenal hasta que fue expulsado por la trasgresión de los límites («trapassar del segno») que le había impuesto, Adán sólo disfrutó del Edén desde las seis -la hora una del día- a la una del mediodía, cuando el sol cambia al siguiente cuadrante de un día dividido en períodos de seis horas. Es decir, que el pobre hombre sólo tuvo siete horas en aquel jardín, incluida la extracción de Eva de su costilla.
…
Para no dejarles con tan triste constatación, les adelanto lo que Dante y Beatriz, van a contemplar en la siguiente etapa de ascenso final hacia el Empíreo, según la ekfrasis de Gustave Doré
Los comentarios seguirán en la próxima y última entrega…
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NOTAS:
- Sobre los años transcurridos desde la creación del padre del género humano (pregunta 1), queda decir que, según parecer de los estudiosos y según lo que Dante opina (Paraíso, canto XXVI, 118-123), desde la creación de Adán hasta el año 1266 d.C. habrían pasado 6498 años (Cfr. infra: Divina Commedia, Società Dantesca Italiana, Giuseppe Vandelli Ed., Firenze1937,nota en la pag. 852).
- Las ilustraciones de Gustave Doré para la Divina Comedia han sido materia de numerosas ediciones francesas e inglesas desde fines del s.XIX. Hoy son de dominio público. Por mi parte me he guiado por la edición de los 135 grabados editados recientemente por Gabriele Baldassari en La Divina Commedia di Dante Alighieri, Gustave Doré, Mondadori, 2021.
- Mis comentarios se basan en parte en el aparato crítico de la obra en: Alighieri, Dante, La Divina Commedia, Testo critico de la Società Dantesca Italiana, riveduto e rifatto da Giuseppe Vandelli (Firenze, 1937). Ristampa facsimile a Milano, Ulrico Hoepli Editore-Libraio, 1960. Esa la edición que utilizo para el texto italiano.
- La traducción al castellano de los versos de la obra es mía.