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Lluvia de oro en Gotemburgo

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Tiziano. Dánae recibe la lluvia de oro. Detalle. Museo del Prado.

Tiziano. Dánae recibe la lluvia de oro. Detalle. Museo del Prado.

La semana que acaba hoy ha sido un prodigio de luz y claridad. Göteborg ha disfrutado de días soleados y de atardeceres transparentes. Son cosas del otoño en la Costa Oeste de Suecia.

Reflejos de otoño. Gotemburgo. Foto R.Puig

Reflejos de otoño. Gotemburgo. Foto R.Puig

Mis pequeñas rutas de la tarde navegan sobre el agua de la ría y me llevan por las calles de la Vasastan.

El sol cae sobre la ria de Gotemburgo. Foto R.Puig.

El sol cae sobre la ria de Gotemburgo. Foto R.Puig.

A riesgo de ser tachado de exagerado voy a hablar de lluvia de oro.

Atardecer otoñal. Gotemburgo.Foto R.Puig

Atardecer otoñal. Gotemburgo.Foto R.Puig

Atardecer otoñal. Vasastan. Gotemburgo.Foto R.Puig

Atardecer otoñal. Vasastan. Gotemburgo.Foto R.Puig

Otoño sobre los áticos de Vasastan. Foto R.Puig.

Otoño sobre los áticos de Vasastan. Foto R.Puig.

Vasastan Gotemburgo.Foto R.Puig.

Vasastan Gotemburgo.Foto R.Puig.

Seguramente soy un poco rebuscado, pero, contemplando los reflejos en la ría y los canales o la última caricia solar en las cornisas de los edificios centenarios de mi barrio, me han venido a la memoria dos imágenes señeras de la historia del arte.

Dánae recibe la lluvia de oro. Tiziano. Museo del Prado.

Dánae recibe la lluvia de oro. Tiziano. Museo del Prado.

Ambas representan dos mitos clásicos; uno pagano, el de Dánae en trance de ser fecundada por Zéus, transformado en una cascada de oro; el otro cristiano, el de la Virgen María, en el acto de ser preñada por el Espíritu Santo.

Anunciación. Fra Angelico. Museo del Prado.

Anunciación. Fra Angelico. Museo del Prado.

Tanto Tiziano como Fra Angelico, en sus cuadros del Museo del Prado, han escenificado respectivamente, sensual el veneciano y timorato el fraile florentino, la áurea invasión jupiterina y el dorado flujo del Espíritu Santo. Frutos del milagro serán Perseo, el semidiós pagano, adalid de la lucha contra las sombras, y Jesús, el dios-hombre de la nueva era, luz del mundo y redentor de los que yacen en las tinieblas del pecado original.

Imagino que si, la semana pasada, alguna virgen ha sido de nuevo  fecundada por obra divina, eso ha debido de ocurrir en alguno de los áticos de Gotemburgo.

El instrumento del milagro habrán tenido que ser esos rayos del último sol del día por sus ventanas. ”Como a través del cristal, sin romperlo ni mancharlo”.

Vasastan. Göteborg.Foto R.Puig

Vasastan. Göteborg.Foto R.Puig

Pero creo que los mortales siguen soñando con su futura prole sin intervención de dioses.  En otoño el amor es más cálido bajo las últimas luces de la tarde.

Cálido rincón junto al canal.Gotemburgo. Foto R.Puig.

Cálido rincón junto al canal.Gotemburgo. Foto R.Puig.



Dibujos reunidos (II). El arte de la aguada y el pincel: Claude Lorrain, Nicolas Poussin, Giovan Battista Gaulli, Andrea Boscoli

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Claude Lorrain. Estudio de arboles

Claude Lorrain. Estudio de árboles

Para Pîetro Roccasecca, Profesor de Historia del Dibujo, Academia de Bellas Artes, Roma

Ha de ser como si en los dedos convergieran todos los ritmos del cuerpo con todas las figuras de la mente. La mano es un terminal de nervios, huesos, carne, que atesora años de trabajo y de hábitos. Aunque el cuerpo parezca inmóvil, aunque no dance como el de algunos calígrafos orientales al ritmo de sus trazos, la memoria fluye hacia la delicada punta del pincel que, sin arrepentimientos, distribuye líneas y sombras sobre un papel.

Como en el Estudio de árboles de Claude Lorrain  (entre 1600 y 1605-1682) o en los esbozos y estudios de otro francés quien, también coincidió con él, alcanzó lo mejor de su arte de pintor en Roma y allí murió.

Nicolas Poussin (1594-1655)

La obra del francés, establecido en Roma durante más de la mitad de su vida, es una muestra de talento naturalista y clásico. En sus dibujos Poussin hace poesía con las formas reducidas a su esencia. Sus aguadas y acuarelas sintetizan racionalmente las figuras y sus gestos. Los tonos de la tinta, el bistro, más o menos diluida, simplifican y al mismo tiempo articulan en diversos campos y perfiles la luminosidad del motivo, su atmósfera y su entorno.

Nicolas Poussin. El triunfo de Galatea. Col.Mariette Crozat.

Nicolas Poussin. El triunfo de Galatea. Col.Mariette Crozat.

Sus estudios son rápidos y seguros y formulan con precisión intelectual el concepto del pintor en su proyecto, aunque no siempre correspondan a un cuadro, al menos a ninguno de los conocidos, como es el caso del boceto para un Triunfo de Galatea. 

En su estudio de la Sagrada Familia en un paisaje son sus piedras, que evocan alguna construcción egipcia, y sus palmeras, los que envuelven y forman el entorno luminoso de las figuras.

La Sagrada Familia en un paisaje. Poussin. Pierpoint Morgan Library.

Nicolas Poussin. La Sagrada Familia en un paisaje. Pierpoint Morgan Library NY

De parecida factura son los claroscuros y la integración en el paisaje de la escena de Medoro y Angelica, en la que se pueden distinguir hasta seis tonalidades de bistro, desde la plena luminosidad del papel virgen hasta la sombra de los arbustos. Se descubren también trazos de sanguina. Es la obra de un pincel seguro, del aplomo y de la mano de Poussin.

Nicolas Poussin. Medoro y Angelica. Museos nacionales suecos.

Nicolas Poussin. Medoro y Angélica.

En su Sagrada Familia con San Giovannino el grupo se integra en la arquitectura y el paisaje. Se mantienen los claroscuros y la variedad de tonalidades y aumenta la línea de la pluma.

Nicolas Poussin. Sagrada Familia con San Juanito.

Nicolas Poussin. Sagrada Familia con San Giovannino.

El trazo a pluma, pero con una enorme libertad en el movimiento de las líneas, caracteriza también otros dos dibujos suyos. En el de La hija del faraón encontrando a Moisés juega con los contrastes lumínicos y la escala de tonalidades como en los anteriores.

Nicolas Poussin. La hija del faraón encuentra a Moises

Nicolas Poussin. La hija del faraón encuentra a Moises

Y en el de La ofrenda de Alejandro ante la tumba de Aquiles los trazos y las tonalidades se atenúan

Nicolas Poussin. Alejandro ante la tumba de Aquiles.

Nicolas Poussin. Alejandro ante la tumba de Aquiles.

 

De parecida factura

Por hoy, acabaremos  con otros dos estudios de maestros de la aguada.

Miembro del equipo de Bernini fue Giovan Battista Gaulli, apodado Baciccio (1639-1709). De la serenidad y naturalidad de Poussin pasamos a la ruptura de las líneas, los escorzos vivaces de sotto in su (de abajo arriba), de influencia berniniana, y el efecto escenográfico.

Pero el juego lumínico y la técnica de la aguada se mantienen intactos medio siglo después.

Giovanni Francesco Gaulli. Armida rapta a Rinaldo dormido.

Giovanni Francesco Gaulli. Armida rapta a Rinaldo dormido.

En cambio, el manierista florentino Andrea Boscoli (1560c-1607) dibujó su Bautismo de Cristo pocos años antes de morir, siguiendo al parecer  las técnicas aprendidas durante su estancia en Roma en el año 1600, con unos acentos y una exuberancia naturalista que eran nuevos en él y que nos hacen pensar en un temprano barroco.

Andrea Boscoli. Bautismo de Cristo.

Andrea Boscoli. Bautismo de Cristo.

¡Animo y al pincel!

Puede que lo visto nos haya dado envidia. Pero, aunque no podamos volar a Egipto y estemos lejos de los bosques bucólicos del Lacio, no por eso debemos renunciar a intentarlo.

Nos basta con algo más modesto: la mesa de la cocina, dos limones, un pincel, un tintero de tinta china, tres vasitos con tinta china diluida (con tres niveles de saturación: claro, medio y oscuro) y una hoja de papel de acuarela (más el de cocina para limpiar el pincel cuando convenga). ¡Ah, y un cuarto de hora sin que nadie nos moleste!

Limones en mi cocina. Foto R.Puig.

Limones en mi cocina. Foto R.Puig.

Los resultados podrán ser modestos, pero ¡perseverancia! ¡Nunca es tarde para llegar a ser los polluelos de Poussin!

Limones en mi pincel. Foto R.Puig

Limones en mi pincel. Foto R.Puig

Fuentes de las reproducciones:

(Lorrain) Per Bjurström, The art of Drawing in France, Sotheby’s Publications and The Drawing Center, NY, 1987

(Poussin) Nicolas Poussin, XIX facsímiles de la Colección de Dibujos de los Museos Nacionales, Edición de John Kroon, Malmö, A.B. Malmö Ljustrycksanstalt, Imprenta Lundgrens Soners, 1935.

(Gaulli) Il Disegno. Forme, tecniche, significati. A cura di Annamaria Petrioli Tofani, Simonetta Prosperi Valenti Rodinò e Gianni Carlo Sciolla. Torino : Istituto Bancario San Paolo, 1991

(Boscoli) Disegni florentini 1560 – 1640 dalle collezioni del Gabinetto Nazionale delle Stampe, Istituto Nazionale della Grafica, Roma, Villa della Farnesina, 1977. Catalogo a cura di Simonetta Prosperi Valenti


Waldemarsudde. El dominio de un príncipe encantado

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Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto  R.Puig.

Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Ya se sabe que los países de monarquía tenemos que aceptar ciertas gabelas para la manutención de las familias reales. Si bien es cierto que en el pasado todo eso costaba mucho más e implicaba la financiación de una guerra de vez en cuando, por aquello de quítame que me pongo yo o muéveme esta frontera. La genética y las disputas sucesorias salían caras a los súbditos. En tiempos democráticos las facturas reales han de responder en principio a una contra-prestación a la nación y ya no quedan tantos reyes que cacen elefantes.

Pero sobre los deberes de los príncipes se han escrito ya muchos tratados a lo largo de la historia de Europa y no seré yo quien diga algo nuevo.  Las historias de las casas reales y sus miembros son variopintas y pintando fue como el Prins Eugen (1865-1947), hermano del bisabuelo del actual rey de Suecia, se hizo famoso.

Prins Eugen por Ivar Johnsson.. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Prins Eugen por Ivar Johnsson. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Sus paisajes eran a menudo de buena calidad, aunque a su padre, el rey Oscar II, no le hacía mucha gracia que un miembro de la casa real se dedicase a entretenimientos de bohemio. Finalmente no fue sólo pintando como Eugenio se hizo recordar con más lustre y menos prosopopeya que su padre.

Prins Eugen. La villa azul de Florencia. Foto R.Puig.

Prins Eugen. La villa azul de Florencia. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Todo este exordio ha venido a cuento para hablar de Waldermasudde, propiedad que adquirió a principios del siglo XX, y a su muerte legó al Estado, el príncipe Eugenio Napoleón (el segundo nombre fue un mal favor paterno). Durante cuatro décadas la enriqueció con una gran colección de obras de arte.

Herakles. Antoine Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Herakles. Antoine Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

El dominio de Waldermasudde está en uno de los parques más vistosos de Estocolmo. Había sido la propiedad de una familia de navieros suecos desde el siglo XVIII. La silueta del antiguo molino del siglo XVII, que servía para producir aceite de lino, se destaca sobre el edificio modernista de su galería de arte, añadida por su mecenas a la antigua mansión señorial.

La rana. Per Hasselberg.Waldemarsudde. Foto R.Puig.

La rana. Per Hasselberg. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Esta acoge una colección permanente de esculturas y pinturas. Los paisajes pintados por Prins Eugen alternan con obras de Anders Zorn y de otros reconocidos artistas suecos y con las vitrinas de valiosas ediciones de arte y sus notables exposiciones temporales.

Interior de la mansión. Waldermasudde. Foto R.Puig.

Interior de la mansión. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Sus terrenos forman una península que se asoma a uno de los brazos de mar que abrazan Estocolmo.

Estocolmo desde Waldemarsudde. La Näckrosen de Per Hasselberg.  Foto R.Puig.

Estocolmo desde Waldemarsudde y la Näckrosen de Per Hasselberg. Foto R.Puig.

Se  llega en poco menos de un  cuarto de hora con el tranvía número 7 que parte de Sergeltorget. No abundaré en lo que se encuentra suficientemente explicado en la web y sólo quiero compartir algunas imágenes de mi reciente visita a este lugar bajo el pálido sol de una mañana báltica.

Parece que Eugenio Napoleón fue un príncipe encantado de la vida. Al menos es la impresión que nos dejan sus cuadros, las innumerables publicaciones de arte que promovió y su incansable actividad de coleccionista y mecenas,  sin que pareciese lamentar para nada estar en cuarto lugar en la línea sucesoria.

A través de la ventana. Waldermasudde. Foto R.Puig.

A través de la ventana. Waldermasudde. Foto R.Puig.

No debieron de faltarle momentos de calma para disfrutar los fondos de su biblioteca, departir en sus salones con ilustres artistas e intelectuales, dibujar y pintar. Cuando no estaba de viaje pintando sus paisajes por Europa, podía trabajar a partir de los bocetos que recogía en esos periplos o preparaba con minuciosidad las cuidadas ediciones de su fundación.

Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Pudo darse el gusto de colocar en su jardín un ejemplar del Pensador de Auguste Rodin (1840-1917),

del Heracles de Antoine Bourdelle (1861-1929)

Cabeza del Herakles de Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Cabeza del Herakles de Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

y otras bagatelas de Carl Milles (1875-1955), en quien tanto influyeron sus dos maestros franceses,

Carl Milles. Arquero. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Carl Milles. Arquero. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

o de Per Hasselberg (1850-1895), cuya escultura de la rana hemos visto arriba en bronce y cuyo  título ahora entendemos en esta imagen de su versión en mármol en el interior del museo.

En realidad podría llamarse la muchacha y la rana, pero a mí me hace pensar en el cuento de El príncipe rana de los hermanos Grimm.

La rana. Marmol Per Hasselberg.Waldemarsudde. Foto R.Puig.

La rana. Mármol Per Hasselberg. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Para acabar, habría que decir algo de la exposición temporal dedicada a los pintores de Skagen

Carl Locher. La diligencia. 1872. Skagen. Foto R.Puig.

Carl Locher. La diligenciaSkagen 1872. Foto R.Puig.

o de los muebles de Carl Malmsten (1888-1972) que se exhiben en Waldemarsudde,

Muebles de Carl Malmsten. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Muebles de Carl Malmsten. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

pero de ello quizás hablemos otro día.

 


Mauritz Karström. Vida breve y pervivencia de un chaval que sólo quiso ser pintor

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Mauritz en su taller. 1998. Foto Manfred Soeder

Mauritz en su taller. 1998. Foto Manfred Soeder en Mauritz Karströms målningar

para mis amigos Angelica Törnqvist y Jesper Fahlnaes

Vistos junto a otros, me habían impresionado algunos de sus cuadros y, como modesto pintor que soy, experimenté esa corriente de simpatía que se produce ante aquellos artistas con cuya onda sintonizas.

Luego no había tenido la ocasión de fijarme más en sus pinturas. Ha sido la exposición antológica de la Galería Fahlnaes de Gotemburgo, dedicada en exclusiva a los óleos, pasteles y acuarelas de Mauritz Karström (1962-2005) y  el libro que a su obra le dedicó su familia (Mauritz Karströms målningar, prefacio de Folke Edwards, Gotemburgo 2006), con testimonios de amigos y críticos de arte y reproducciones de su obra, los que me han llevado a sintonizar de nuevo y ampliamente con sus trabajos.

Exposición de Mauritz Karström en la Galeria Fahlnaes. Foto R.Puig

Exposición de cuadros de Mauritz Karström en la Galeria Fahlnaes. Foto R.Puig

Los mejores pintores tienen siempre una proporción de obras muy logradas y otras que, no obstante su valor, nos parecen transiciones hacia los momentos de excelencia.  En Mauritz Karström esta proporción es muy elevada.

Así dejó escrito su deseo:

Jag vill inte vara något annat än en pojke, en liten målarpojke i världen

No quiero ser otra cosa que un chaval, un chavalín que pinta en el mundo

(“Mauritz Karströms målningar”, pag.5)

Lo deslumbrante de su trayectoria, desde que era un niño en Åland, es que mantuvo su empeño y a los cuarenta y tres años se fue del mundo siendo eso, un chico que pintaba el mundo sin parar y que dejó innumerables amigos entre los que le conocieron, más los que ahora nos sentimos conmovidos por su obra.

 

Mauritz Kalstrom. Balansmannen.Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Mauritz Kalstrom. Balansmannen.Galeria Fahlnaes y ahora en colección particular.Foto R.Puig

Creo que es significativo que la última muestra de la Galería Fahlnaes antes de cambiar de local (pues se muda a un lugar más céntrico), haya estado consagrada a Mauritz Karström.

A mi modo de ver, sus pinturas, aunque en la estela de los Göteborgskoloristerna, representan un salto cualitativo en la osadía del color y de las formas. No en vano, el artista estudió en la Academia de Valand (1986-1991), que fue en cierto modo el crisol de aquellos pintores, pero dio rienda suelta a una vena expresionista exclusivamente suya.

Decibelhusen.Mauritz Karström. Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Decibelhusen.Mauritz Karström. Galería Fahlnaes.Foto R.Puig

Sus óleos cargados de materia y de color reflejan una forma de trabajar acelerada y un nervio que necesita deformar la realidad para mejor comunicar su forma de sentirla. Sin llegar a los extremos ópticos del ruso, las casas, coches y paisajes de Karström me recuerdan algunos visiones de Chaïm Soutine (1893-1943).

Couvent des Capucins. Céret. Chaim Soutine 1920.

Couvent des Capucins. Céret. Chaim Soutine 1920.

Y en particular el Convento de los Capuchinos de Céret que Soutine pintó durante su estancia en ese pueblo que, años antes, Picasso y Braque habían consagrado como santuario de pintores, a caballo entre los Pirineos y la costa del Languedoc-Rosellón. Me pregunto cómo hubiese sido la producción de Mauritz Kaström, si la vida le hubiese dado la oportunidad de pintar en las cercanías del Mediterráneo.

Acuarela y pastel. 2005.Mauritz Karström. Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Acuarela y pastel. 2005.Mauritz Karström. Galería Fahlnaes.Foto R.Puig

Tänkare.Mauritz Karström. Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Tänkare. Mauritz Karström. Galería Fahlnaes.Foto R.Puig

Acuarela y pastel. 2001.Mauritz Karström.

Acuarela y pastel. 2001. “Mauritz Karströms målningar”

A la pintura contemporánea, con frecuencia, la devora su búsqueda de originalidad y una compulsión creativa que consume al artista en su fiebre por desvelar inciertos secretos que huyen -él con ellos- hacia la muerte.

Los individuos que pintaba Mauritz Karström,  parece que hubiesen sido decorticados por el artista, en su empeño por revelar un dios menor que intuye tras la piel de los rostros. El resultado es la expresión de color y de sangre de unos marsias inmunes al dolor mientras son despellejados por Apolo.  

Pero cuántos ecos del hieratismo y de las mirada impasible de otras obras de un pasado remoto en estos delincuentes (bovar) de Mauritz Karström.

Två bovar.Mauritz Karström. Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Två bovar. Mauritz Karström. Galería Fahlnaes. Foto R.Puig

Creo que hay algo del hierático misticismo de los frescos románicos en esas miradas vueltas hacia dentro, que “parecen no vernos pero lo registran todo”, como afirma de las fisionomías de Karström su amigo Manfred Soeder.

Hieratismo románico. Santos Tadeo y Santiago. Ábside de San Pedro de Ager. Lérida.

Santos Tadeo y Santiago. Ábside de San Pedro de Ager. Lérida.

Otros ecos

Volviendo a tiempos más recientes, hay quien sitúa sus obras en la corriente expresionista de Oskar Kokotschka (1886-1980) o de Ivan Ivarsson (1900-1939), destacado colorista de Gotemburgo.

Ludwing Ritter von Janikowsky por Oskar Kokoschka. Wikipaintings.

Ludwing Ritter von Janikowsky por Oskar Kokoschka. Wikipaintings.

Två bovar.Mauritz Karström. Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Två bovar.Mauritz Karström. Galería Fahlnaes.Foto R.Puig

Ivan Ivarsson. Desde el río.Coleccion particular

Ivan Ivarsson. Desde el río.Colecciónn particular

Mauritz Kalstrom. Oleo 11 de junio 2005.Mauritz Karström.Foto Sievert Sjöberg. JPG

Mauritz Kalstrom. Óleo 11 de junio 2005. “Mauritz Karström målningar”Foto Sievert Sjöberg. JPG

Su autorretrato de 1986, justo cuando empezaba sus estudios en la Escuela de Valand, es de factura académica y recuerda a un trabajo parecido de Johan Johansson (1879-1951) en el Museo de Bellas Artes de Gotemburgo.

Autorretrato. 1986. Mauritz Karström målningar

Autorretrato. 1986. “Mauritz Karström målningar”
Johan Johansson. Autorretrato. Detalle. Museo de Bellas Artes. Gotemburgo. Foto R.Puig

Johan Johansson. Autorretrato. Detalle. Museo de Bellas Artes. Gotemburgo. Foto R.Puig

El tratamiento de sus primeros paisajes, con ancha pincelada y colores tamizados por la luz de la costa oeste de Suecia, me recuerda los de otro colorista del Bohuslan, Folke Adriansson

Folke Andreasson. Bohuslan. Galeria Fahlnaes. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Folke Andreasson. Bohuslan. Galeria Fahlnaes. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Rankorkärs väderkvarn. Åland.1984.Mauritz Karström. Detalle. Mauritz Karström målningar

Rankorkärs väderkvarn. Åland.1984.Mauritz Karström. Detalle. “Mauritz Karström målningar”

También se aprecia en algunas de sus obras algo del estilo de Bengt Lindström (1925-2008) en fusión con la herencia del grupo CoBrA. Aunque, con todos los respetos, la pintura de Karström me parece más sincera que la del último Lindström. Podrán especular que a Mauritz no le dio tiempo a repetirse, como durante décadas hizo el famoso Bengt en su estudio de París, pero, por desgracia, el malogrado pintor ya no está ahí para seguir evolucionando.

Retrato. Mauritz Kalström målningar

Retrato. “Mauritz Kalström målningar”

Figura pavorosa. Bengt Lindström. Principal Art.

Figura pavorosa. Bengt Lindström. Principal Art.

Karel Appel's Portrait of Theo Wolvecamp, in the Collection of Hotel Ambassade . Amsterdam

Karel Appel’s Portrait of Theo Wolvecamp, in the Collection of Hotel Ambassade. Amsterdam

Todas estas posibles influencias no explican sin embargo la obra de Mauritz Karström, quien, en su paso fulgurante e intenso por los espacios de la pintura y en quince años, obtuvo un lugar propio en el arte contemporáneo de Suecia.

Mauritz Kartström målningar. Gotemburgo  2006

“Mauritz Kartström målningar”. Gotemburgo 2006


Dibujos reunidos (III): espejos del alma

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Este airecillo frío. Foto R.Puig.

Este airecillo frío. Foto R.Puig.

En memoria de Didier Matrige

En esta segunda entrada de enero, cuando anuncian que la nieve se va a sustituir por fin a la lluvia y el paisaje va a ser más propio de lo que se espera de estas latitudes, sigo escarbando en mi biblioteca, fiel a mi afición por la historia del dibujo.

Pero, antes una poesía de Tomás Segovia (Valencia 1927 – Méjico 2011), propia de la estación.

Paseo invernal

 

Tomando él a su cargo

Toda la desnudez

Qué reflexivamente nos viene acompañando

Este airecillo frío

De un gris tan confortable

 

Y con gusto le damos por su lado

Y vamos conversando

Por una vez sin nada oscuro

Sin nada espeso que reivindicar

 

Contentos de abrigar entre nosotros

Tanta pulpa que hubo en nuestras vidas

Y que hoy no nos asusta

Que así se trasparente

Asomada a este clima acomedido

Que con tan reflexivo gesto

Cuida que no resbale nuestro embozo

Y en nombre nuestro se desnuda.

 

De “Suma y sigue” en “Misma juventud”, Valencia, Pre-Textos, 2000

DIBUJOS DEL ROSTRO HUMANO

El común denominador de los dibujos que traigo al blog no es esta vez la técnica, sino el tema: el rostro.

Sin pretender lección alguna (doctores tiene la Iglesia), sino dejándome llevar por mi capricho y mi biblioteca, respetando sólo el orden cronológico. Para lo contemporáneo, doy preferencia al dibujo español.

Dibujos de maestros clásicos

La cabeza de mujer con velo, pequeño estudio (20’5 x 17.5 cm) de alrededor de 1490, en técnica mixta, sobre base de creta negra, con trazos de punta de plata, aguada marrón y toques de blanco de plomo, lo realizó Lorenzo di Credi (1459-1537) sobre un papel previamente tintado de rosa, con la misma cuidadosa técnica del Verrocchio (1435-1488) y de otros artistas de la escuela florentina del tardo Quattrocento, como Leonardo.

Lorenzo Di Credi. Mujer con velo. Uffizi

Lorenzo Di Credi. Mujer con velo. Uffizi

Tiene todas las trazas de ser un trabajo preparatorio para un rostro de alguna de sus obras, o un material educativo para sus discípulos, en uno de aquellos cuadernos de modelos que los maestros del Renacimiento dibujaban para su bottega.  De hecho, este trabajo parece haber servido de guía para muchas de las vírgenes con niño, suyas o de su taller.

Lorenzo di Credi. Madonna e bambino Gesu. Detalle

Lorenzo di Credi. Madonna e bambino Gesù. Detalle

De los finales del siglo XV doy un salto hacia el norte y a los principios del siglo XVII y me encapricho de un dibujo a creta con trazos de tinta y de carboncillo (en la imagen no se aprecian los trazos de sanguina y los toques de aguada en tinta marrón), de Jacob Jordaens (1593-1678), que representa a una joven con amplio sombrero.

Jordaens. Mujer con sombrero

Jordaens. Mujer con sombrero

De los motivos religiosos ideales, encargo de frailes y conventos, hemos pasado al retrato realista de la burguesía en las prósperas ciudades de Flandes. De un maestro a otro. En este caso se trata de uno de mis dibujantes barrocos preferidos.

Karel Dujardin (1622-1678) es otro artista también barroco y también flamenco, aunque murió en Venecia.  El retrato de perfil de un joven de larga cabellera y gesto melancólico, está realizado con creta roja y pertenece a las colecciones de la Morgan Library and Museum, un lugar que me prometo visitar en cuanto pueda volver a Nueva York: http://www.themorgan.org/

Karel Dujardin. Estudio de joven con pelo largo

Karel Dujardin. Estudio de joven con pelo largo

La seguridad de trazo de este pequeño dibujo (30×20 cm) es admirable.

El dibujo de otro rostro de joven, esta vez de Tiépolo (1696-1770) es apenas un esbozo. Con una simplicidad extraordinaria y en pocos trazos, también de creta roja, logra plasmar una expresión de ansiosa premura y expectante apasionamiento en uno de los últimos dibujos de su vida

Tiepolo. Cabeza de joven Coleccion Wendland. Lugano

Tiépolo. Cabeza de joven Coleccion Wendland. Lugano

Jean-Baptiste Greuze (1725-1806) fue uno de los mejores dibujantes del siglo XVIII en Francia. Esta cabeza de joven en escorzo está realizada a la sanguina con pasmosa rapidez de trazo.

Jean Baptiste Greuze.    Cabeza de mujer joven.

Jean Baptiste Greuze. Cabeza de mujer joven.

Con Greuze  acabo mi selección de dibujantes de los siglos clásicos. Me queda la envidia y la sensación de que los cientos de horas de práctica que me serían necesarias para aproximarme a esos niveles de maestría no me serán servidas.

Me compensa sin embargo el placer de admirarlos.

Dibujos contemporáneos

Incluyo en la siguiente selección a dibujantes, casi todos españoles, que considerados contemporáneos ya se alejan -¡ay!- de nuestro tiempo, para vivir en los libros, en los museos y en la memoria (y en la nube digital por supuesto).

El orden cronológico corresponde al tiempo de ejecución de los dibujos. Los tomé de una vieja antología que pude consultar hace ya tres años en Roma, en la Academia de España, gracias a la amabilidad de su bibliotecaria Margarita Alonso: Maestros contemporáneos del dibujo, Madrid, Ibérica de Ediciones, 4 volúmenes (1970 a 1974)

De Picasso (1881-1973) no hace falta dar noticias. Este carboncillo de la cabeza de Fernande Olivier, cuando convivía con el pintor en Horta de San Joan en 1909, es propio del inicio de su etapa de cubismo analítico, y es uno de los tantos miles de ellos que realizó en su larga vida el artista más imitado del siglo XX.

Picasso. Cabeza de mujer. 1909

Picasso. Cabeza de mujer. 1909

Daniel Vázquez Díaz (1882-1969) tuvo muchos seguidores, que no imitadores, porque fue un maestro con notables discípulos. De los dibujos suyos, he seleccionado esta doble versión de Manolete, un personaje del que oí hablar en mi infancia, pues mucho lo adoraron y lloraron nuestras abuelas.

Vazquez Díaz. Manolete

Vazquez Díaz. Manolete

La manera de tratar y difuminar las sombras es una reminiscencia del “neocubismo” que le atribuyen como estilo.

Sigo con dos dibujos a lápiz de Aurelio de Arteta (1879-1940), quien murió, exiliado, en un trágico accidente en México cuando yo no había nacido. Fue algo así como “el pintor de Bilbao” en las primeras décadas del siglo XX, y el autor de los frescos del banco de Bilbao en Madrid. Era un artista que mi padre admiraba.

El trazo delicado parece que ayuda sutilmente a trasparentar el alma de la persona retratada.

Aurelio de Arteta. Despertar.

Aurelio de Arteta. Despertar.

Aurelio de Arteta. Rostro varonil.

Aurelio de Arteta. Rostro varonil.

Vuelvo al Picasso de 1937, a los rostros de dolor que reflejan el horror de nuestra guerra fratricida y que culminarán en el Guernica.

El dibujo a tinta negra sobre papel blanco está fechado el 4 de julio de aquel año y pertenece al Museo del Prado.

Picasso. Cabeza llorando con pañuelo. 1937.

Picasso. Cabeza llorando con pañuelo. 1937.

Un carboncillo formidable, un rostro de trabajador dibujado por José Vela Zanetti (1913-1999), otro pintor español a quien la guerra civil arrojó al exilio en América Latina durante décadas.

Sudor. Vela Zanetti

Sudor. Vela Zanetti

Volvemos  Vázquez Díaz, quien no tuvo que exiliarse a América, pero tuvo un gran predicamento en Argentina. Este magnífico retrato de una actriz ruso-argentina, Berta Singerman, recoge los rasgos de una mujer hermosa que ya ha dejado atrás su juventud pero mantiene, en su altiva melancolía, la expresividad de quien está habituada a ser el centro de los focos.

Vazquez Díaz. Retrato de la actriz Berta Singerman

Vazquez Díaz. Retrato de la actriz Berta Singerman

El único no español de la serie, es un artista al que admiro en sus dibujos a tinta china, me refiero al italiano Renato Guttuso (1911-1989). Son trabajos de una gran fuerza, incluso de violencia expresiva, hechos sin pentimenti, donde el pincel y la pluma realizan estupendos perfiles de aguada y trazo rápidos.

Renato Guttuso. Rostro de mujer.

Renato Guttuso. Rostro de mujer.

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Para acabar, pido disculpas pues el dibujo que sigue es de un aprendiz… Traigo al blog, sin pretensión alguna de compararme a ninguno de los maestros anteriores, un dibujo mío al carboncillo y a la sanguina, fruto de mis clases con el pintor Didier Matrige (1961-2008) en mis horas libres vespertinas en la Academia de Watermael-Boitsfort, en Bélgica durante el curso 2007-2008.

Didier era un profesor de dibujo extraordinario y excelente pintor expresionista, a pesar de que padecía diversas dolencias físicas graves. Sus alumnos lo apreciábamos enormemente. Al morir su madre, sufrió una gran depresión, acrecentada por el poco eco de su última exposición. Debió de abandonar el tratamiento de insulina que le era totalmente necesario y, al parecer, se dejó morir antes de concluir el curso. Todos sus alumnos asistimos a la ceremonia fúnebre y a su incineración y entierro de las cenizas en Charleroi.

Creo que fui una de las últimas personas que adquirió un dibujo de Didier Matrige cuando le visité en su casa antes de su muerte inesperada.  Lo conservo con afecto junto con los trazos y las acertadas correcciones suyas sobre algunos de mis dibujos de entonces.

En recuerdo de Didier Matrige, que no tuvo tiempo de seguir mi invitación de venirse conmigo a pintar a Alicante, incluyo aquí este dibujo mío, que él me alabó y que retrata a la modelo que venía al taller a posar para nosotros en sus clases. Algo debe de valer cuando le gustó.

¡Va por ti, Didier!

Ramon Puig. Cabeza de modelo. Academia de Watermael-Boitsfort. 2007

Ramón Puig. Cabeza de modelo. Academia de Watermael-Boitsfort. 2007


Entre Benitatxell y Madrid: de los almendros y el vino a las águilas del Prado

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Primicia floral de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

Primicia floral de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

El Arte es variopinto y en el caso de hoy no tiene usted, amigo lector, que pagar IVA. Mis fotos las doy gratis y los almendros florecen en enero por los bancales de Benitatxell, sin que ministro alguno pueda tasar sus flores. Además, por el momento, la puesta de sol sobre el Peñón de Ifach está libre de impuestos.

Primeras flores de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

Primeras flores de los almendros de Benitatxell. Foto R.Puig

Sentado con mis amigos, al calor de la veranda, la conversación es dulce, como las mistelas de La Marina.

Fue con Pepa y Miquel y con su familia y amigos, con quienes aprendimos en el otoño de 2012 cómo se pasa de la uva al mosto. Fue materia de la crónica del 11 de octubre de ese año.

Uvas de Benitatxell. Foto R.Puig

Uvas de Benitatxell. Foto R.Puig

Ahora, de aquellos capazos llenos de uva…

Mosto en la cuba. Benitatxell. Foto. R. Puig

Mosto en la cuba. Benitatxell. Foto. R. Puig

que dieron aquel mosto

Benitatxell. El fruto de la vendimia del año anterior. Foto R.Puig

Benitatxell. El fruto de la vendimia del año anterior. Foto R.Puig

mis amigos han producido un vino artesanal excelente y áspero, valiente y aromático.

Ya no se ven los almendros. Se ha hecho de noche, me despido y vuelvo a casa con varias botellas y con algún kilo de las mejores mandarinas del mundo. De Benitatxell nunca me voy de vacío.

Águilas en el Museo del Prado

Ayer, en Madrid, abrimos la botella y el calor del vino redondeó el final de una jornada en el Museo del Prado, en la exposición dedicada a aquellos gigantes castigados por los dioses, Ticio, Prometeo, Ícaro e Ixias, cuyos tormentos fueron inmortalizados por Tiziano y por los artistas del Barroco. Eso sí, precedidos por Miguel Ángel y por los modelos anatómicos de la escultura helenística.

Ticio y el aguila. Hendrick Golzius. Detalle. Museo Frans Hals. Haarlem.

Ticio y el águila. Hendrick Golzius. Detalle. Museo Frans Hals. Haarlem.

Me estoy refiriendo a la fantástica exposición “Las Furias. Alegoría política y desafío artístico”.

https://www.museodelprado.es/exposiciones/info/en-el-museo/las-furias-alegoria-politica-y-desafia-artistico/exposicion/

No seré yo quien remede lo que ya se explica en la página de la web del Prado y, por supuesto en el magnífico catálogo que firma el comisario de la exposición, Miguel Falomir. Si alguna pega puedo poner es la de la iluminación, en una penumbra que el claroscuro de los cuadros no necesita y que, además, dificulta la lectura de unas cartelas, ya de por sí tacañas, que parecen diseñadas para tortura de los présbites, pues para leerlas hace falta una vista de águla.

Prometeo bajo las garras del águila. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

Prometeo bajo las garras del águila. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

Me limito a recoger, en una selección de imágenes de los cuadros expuestos, la figura del águila de Júpiter, torturadora de Prometeo y de Ticio y mítico instrumento de castigo contra rebeldes y osados invasores del Olimpo.

El aguila y Prometeo. Jacob Jordaens.Detalle.Museo Wallraf Richartz. Colonia.

El águila y Prometeo. Jacob Jordaens.Detalle.Museo Wallraf Richartz. Colonia.

Ya la describía Erasmo, inspirado por Plinio y Aristóteles, como el símbolo de la crueldad despótica y de la arbitrariedad de los monarcas absolutos:

…pongamos que un fisonomista no del todo inepto observe con detenimiento el rostro y el pico del águila: ojos ávidos y perversos, rictus amenazador, cuencas oculares truculentas, frente torva y, finalmente, el perfil ganchudo que Ciro, rey de los Persas, encontraba tan atractivo en un príncipe. ¿No reconocerá inmediatamente la imagen magnífica de la realeza, desbordante de majestad? A ello se añade un color de por sí funesto, tétrico y de mal augurio, de sombría y sucia negrura. Por eso a lo que es sombrío y tirando a negro lo llamamos “aquilus”. Viene a continuación esa voz desagradable, terrible, descorazonadora y aquel grito, entre amenazador y lastimero, que estremece a todos los seres vivientes. Se trata de una señal que reconocerá enseguida, aunque se emita entre bromas, todo el que haya experimentado, o simplemente observado, lo temibles que son las amenazas principescas y cómo tiemblan todos siempre que la voz del águila resuena de este modo

…..

…al grito estridente del águila el pueblo entero es presa de repentino pavor, el senado se achanta, la nobleza inclina la cerviz, los magistrados se tornan complacientes, los teólogos callan, los jurisconsultos proclaman su acuerdo, las leyes retroceden, las instituciones se rinden: nada hay que valga, ni la ley divina ni la religión, ni la justicia ni la humanidad. A pesar de que haya tantos pájaros no exentos de elocuencia, de que sean tantas las aves canoras y las especies dotadas de gritos y de cantos variados, con melodías que incluso pueden conmover las piedras, es no obstante el solitario estridor del águila, áspero y apenas musical, el que se sobrepone a todos

Erasmo de Rotterdam. “El escarabajo acecha al águila”, en Adagios del poder y de la guerra y Teoría del adagio. Traducción y edición de Ramón Puig de la Bellacasa, Madrid, Alianza Editorial 2008.

La denigrada rapaz no contaba entonces con un defensor como Rodríguez de la Fuente para ser vista más positivamente. Yo, en cualquier caso, de esta visita al Museo del Prado me quedo con esas garras y esos picos que escarban en las carnes de los gigantes. Ese encarnizamiento tan crudamente representado evoca otros más actuales.

De todas las imágenes del águila en las obras de la exposición la mejor, a mi modo de ver, es la de Frans Snyders, el especialista de la factoría de Rubens para la pintura de animales. No en vano el cuadro de Prometeo torturado está reconocido como la obra de ambos. Y la que hemos visto antes en el cuadro de Jordaens es exactamente la misma, aunque para esa obra curiosamente no se cite la autoría de Snyders.

El aguila y Prometeo. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

El águila y Prometeo. Rubens y Frans Snyders. Detalle. Museo de Filadelfia.

Si se piensa en que una de las piezas de la exposición es una moneda de plata, acuñada en honor de Carlos V, que presenta en su anverso la imagen del emperador coronado como un césar, y en su reverso los gigantes fulminados por Júpiter, con el águila como jefe de torturas, se entenderá por qué Erasmo había fustigado el despotismo imperial en su comentario al adagio Scarabeus aquilam quaerit (El escarabajo acecha al águila), una especie de canto a la, por entonces imposible, sociedad republicana.

Por varios siglos más seguirían los príncipes cebándose en las entraña de sus súbditos, antes de que se lleguen a consolidar los primeros derechos republicanos.

El aguila y Prometeo. Theodoor Rombouts. Detalle.Museos Reales de Bellas Artes. Bruselas.

El águila y Prometeo. Theodoor Rombouts. Detalle.Museos Reales de Bellas Artes. Bruselas.


Fisionomías (IX). Museo Nacional del Romanticismo en Madrid (I): los retratos de las damas.

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A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

No han sido muchos los días pasados en Madrid, pero, como de costumbre, además de algunas exposiciones temporales, he podido visitar algún museo en el que no había entrado antes: el Museo Nacional del Romanticismo.

En esta ocasión quiero compartir algunos  rostros que he capturado en sus salas. Son retratos de personas conocidas de la época y, en algunos casos, de otras cuyo nombre no se ha registrado. Normalmente, teniendo en cuenta el mundo y  la época de quienes crearon el museo, esas caras, en actitud romántica o captadas a través de las preferencias estéticas del artista, corresponden en su mayoría a la clase social que podía pagárselo o a escritores y poetas, cuya valía, independientemente de sus posibles, les hizo atractivos para el público de su tiempo.

Así pues, todos ellos nos llegan de un siglo, el XIX que ha pasado a la historia como el siglo romántico por antonomasia. Ya se sabe que las clasificaciones por períodos de la literatura y el arte no agotan lo que pretenden situar. Al fin y al cabo “la actitud romántica” ha existido siempre, pero quienes vivieron una vida o una época  “románticas” sin ser pudientes o haber sido admirados seguirán para siempre en el anonimato. En todo caso  habrán quizá inspirado cuadros de tema oriental, zíngaro o costumbrista, narraciones legendarias,  cuentos misteriosos, episodios galantes u otro tipo de peripecias emocionantes, aunque sus nombres no han llegado hasta nosotros, salvo que, por ejemplo, fuesen míticos bandoleros de nuestras sierras, artistas plebeyas o toreros intrépidos que cautivaban los corazones de aristócratas o burgueses.

En el Museo del Romanticismo, el culto a la individualidad en el retrato, refleja una de las notas de la época e, incluso en su maestría realista, se tiñe de la idealización o del ensueño. Detrás de sus miradas hay algo que se nos escapa. Quizás sea la fuga hacia el misterio que cada vida, por anodina y prosaica que haya sido, encierra siempre.

Pero me temo que me estoy dejando llevar de mi actitud romántica y es hora de pasar a la galería de fisionomías que he anunciado.

En esta primera entrega, me limitaré a una selección de retratos de mujeres, anclados evidentemente en la visión que de la mujer distinguida tenía aquella época. Las pondremos bajo el patrocinio de Urania, la musa de la Astronomía y la Astrología.

Urania. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Urania.Escayola. Hebert. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

¿Y que mejor que empezar con aquellos rostros que parecen pensar en las estrellas?

Soñadoras

¡Hay Filomena, Filomena! ¿A ti que, siendo dama de la Reina moriste sin desposarte, quién te ha obsequiado esa rosa?

Filomena Sánchez Salvador. Antonio Mª Esquivel. 1843. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Filomena Sánchez Salvador. Antonio Mª Esquivel. 1843. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

¿Y qué decir de la duquesa ensimismada? Aunque en este caso parece que el duque no sólo ha gastado en flores, sino que ha pasado por la joyería. No tenía más remedio, pues le sacaba veintiocho años a esta princesa, María Salm-Salm (aquí retratada el año de su boda), a la que si ya no tantos bríos, al menos no le faltaban medios para ofrecerle perlas.

La duquesa de Osuna. Carlos Luis de Ribera. 1866. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

La duquesa de Osuna. Carlos Luis de Ribera. 1866. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Pero si, a lo que cuentan, la protagonista del siguiente cuadro es la hermana o cuñada del general Rafael de Riego (1784-1823), ejecutado por orden de Fernando VII en la Plaza de la Cebada de Madrid pocos meses antes de la fecha de este retrato, si es así, sospecho que su mirada tendría que ser triste y su elegancia y su peinado más comedidos. Aunque puede que la reciente muerte del general no afectase ya a esta joven, que estaba con Teresa de Riego, la viuda, exiliada en Londres o que el pintor, que dicen fue John Hayes (1786-1866), estuviese, por lo que refieren, prendado de ella y por eso la transfiguró.

 

Lucía de Riego. Escuela inglesa. 1825. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Lucía de Riego (?) Escuela inglesa. 1825. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Tristes

La que sí está de luto y vestida como un personaje de novela inglesa, es la viuda de Riego, quizás la más romántica de todas las figuras de la colección por la historia personal que encierra y por la repercusión que tuvo la vida y la muerte trágica del marido. Era sobrina y esposa del héroe y sólo fue su mujer durante cuatro años.  Le sobrevivió ocho meses, murió a los veinticuatro años en su exilio de Londres el 19 de junio de 1824.

Mª Teresa del Riego y Riego. B.enjamin de la Cour 1824.. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

María Teresa del Riego y Riego. Benjamin de la Cour 1824. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

La siguiente mujer si es que fue feliz no parece que lo fuese en el momento en que la retrataron. ¿Está de luto?

Su marido era el político conservador Cándido Nocedal, quien por la época del retrato no era tan viejo y aún no había llegado a ministro de la gobernación. ¿Sería que en casa ya le daba el tostón a su mujer con sus ideas carlistas?

 

Manuela Romea. Antonio Mª Esquivel. 1845. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Manuela Romea. Antonio Mª Esquivel. 1845. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Y sobre la melancolía apenada de la joven con velo, casi una madonna, no tengo ningún dato que me permita emitir una hipótesis.

¿Qué le dirían ustedes para conseguir que sonría?

Retrato de dama. Victor Manzano y  Mejorada. 1859. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Retrato de dama. Victor Manzano y Mejorada. 1859. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Concluyo esta sección de las tristes románticas con una dama ya madura y también anónima Su rostro delata muchas penas y perplejidades no resueltas, aunque no le falten perlas ni encajes. Además seguro que su comedor estaba bien equipado y podía agasajar dignamente a sus visitas.

El comedor. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

El comedor. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

¿Cuál es la raíz de los desconsuelos de esta matrona? ¿Hay en sus ojos color de miel la nostalgia de unos hijos que no tuvo? ¿Ha llegado a ese momento de su vida en que se pregunta si ha merecido la pena vivir sumisa en esa jaula de oro que intuimos?

A mí me parece que no acaba de entender para qué la hacen posar ante un pintor si ni siquiera su nombre va a llegar hasta nosotros.

Retrato de dama. José María Romero. 1853. Detalle. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Retrato de dama. José María Romero. 1853. Detalle. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Apacibles

Tengo la sensación de que a las tres damas que vienen a continuación les va bastante bien, por lo que las he colocado en el apartado de aquellas cuya existencia discurre apaciblemente con desahogo económico y psicológico.

Al fin y al cabo a la hija de Fernando VII, con sólo quince abriles, su papá se permitió pagarle un retrato por el que Federico de Madrazo cobró sin duda unos cuantos miles de reales. Probablemente su hija no sabía todavía que su progenitor era famoso por ahorcar y descuartizar a los héroes liberales en plaza pública.

Lo que si es una de esas paradojas de la historia del arte, es que los retratos de la viuda de Riego y de la hija de su verdugo se exponen para siempre a pocos metros uno de otro en un museo nacional.

¡Ah! ¡y a la niña no le falta, piadosa, una cruz de plata que cuelga de una cadenilla de oro en torno a su regio cuello!

La infanta Luisa Fernanda de Borbón. Federico de Madrazo. 1847. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

La infanta Luisa Fernanda de Borbón. Federico de Madrazo. 1847. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Nicolasa Aragón tampoco tenía motivos para perder la calma, pues era la esposa del II Duque de Ahumada, el fundador de la Guardia Civil.

Así que el maestro Federico de Madrazo la pintó con ese aire de agradable seguridad que da el saber que tu marido va a crear al año siguiente la organización armada que mantendrá a los bandoleros lejos de tus cortijos.

Nicolasa Aragon. Federico de Madrazo.  1843. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Nicolasa Aragon. Federico de Madrazo. 1843. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Pero no es menos maestro Vicente López, que retrató a la esposa de un colega grabador y amigo y lo hizo con enorme simpatía. Estoy seguro de que esta señora era una lectora empedernida y, además, cocinaba de maravilla. Intuyo que merecía este magnífico retrato. Si no tuvo sobrinos yo no hubiera tenido inconveniente en adoptarla como tía.

Señora de Vargas Machuca. Vicente López. 1840. Detalle. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Señora de Vargas Machuca. Vicente López. 1840. Detalle. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Con mando en plaza

Acabaré con aquellas mujeres que a mi modo de ver (según lo que percibo en sus retratos) tenían lo que hay que tener y supieron mantener a raya a sus maridos.

Empezando por una que reinó en casa (bien lo sabía su consorte Francisco de Asís) y en la nación,  y también se pudo pagar un retrato de Federico de Madrazo. Ya sabéis de quien hablo.

Yo sólo ofrezco el busto.

Isabel II por Federico de Madrazo. Detalle.Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Isabel II por Federico de Madrazo. Detalle.Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Y otro del mismo pintor.

En este caso, es el de la cuñada del hermano del poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Por lo visto, a pesar de haber sido retratada por Madrazo, no aguantó las estrecheces de su marido,Valeriano, que era pintor y las pasaba igual de canutas que el poeta.

¡Oh, si su marido hubiese podido cobrar los derechos de reproducción del famoso retrato que pintó del poeta y que hemos conocido bien por aquel billete de cien pesetas en que Bécquer nos mira de soslayo!

El resultado fue que Winnefred plantó al marido y a los dos hijos y de ella nunca más se supo. Por el nombre se intuye que era inglesa y debía de tener su genio.

Winnefred Cogham. Federico de Madrazo. 1858. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Winnefred Cogham. Federico de Madrazo. 1858. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

La verdad es que la siguiente efigie compensa la anterior, pues aunque su gesto es de mando, no hay en ella ojeras y en sus labios hay firmeza pero sin mohín ni reproche.

Esta mujer está bien plantada y satisfecha de sí misma.

Retrato de dama. Atribuido a Carlos Luis de Ribera. 1850. Detalle. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Retrato de dama. Atribuido a Carlos Luis de Ribera. 1850. Detalle. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Algo parecido podría decirse de la madrileña Bernarda de Albacete y Albert, que estuvo casada con el secretario de Isabel II y a quien su marido ofreció un magnífico retrato de Luis de Madrazo, de cuya hermana había enviudado antes de casarse con ella.

Bernarda Albacete. Luis de Madrazo.1861. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Bernarda Albacete. Luis de Madrazo.1861. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Niñas

Finalizamos con el retrato de dos menores. La primera lleva con orgullo infantil un medallón con las iniciales de su nombre

María Bosch. Federico de Madrazo. 1875. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

María Bosch de la Presilla. Federico de Madrazo. 1875. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Su madre, Josefina de la Presilla era propietaria junto con su hermana de los terrenos de Puente de Vallecas y su padre, Pedro Bosch y Llanas, abogado y político catalán, de los de Pacífico, que parcelaron para la construcción de colonias de viviendas para obreros y empleados del ferrocarril. Ella era la primera de ocho hermanos del matrimonio. Una calle de Vallecas lleva su nombre (http://www.evaruth.hol.es/vallecas/fam_presilla.htm)

En cambio no hay una pista que nos aclare qué fue de la pequeña Dolores, cuyo retrato cierra esta serie,y si sus pendientes de coral la protegieron de las enfermedades de la época.

Retrato de la niña Dolores Chávarri y Romero. Ángel Mª Cortellini. 1866. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Retrato de la niña Dolores Chávarri y Romero. Ángel Mª Cortellini. 1866. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Lo que sí sabemos es que sus padres y su hermana también están retratados en el mismo museo. Así que suponemos que vivieron en una casa bien dotada de salones y de espejos.

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Los que no están

Del servicio doméstico, de los empleados que se afanaban en torno a todas estas protagonistas y a sus familias no hay trazas en el museo. ¿Tuvieron sus sueños románticos también? ¿Vivieron pasiones dignas de algún poema de Bécquer? ¿Guardaron una flor seca en alguna novela de intrigas y de amores?

Seguramente que sí, pero no pudieron pagarse un retrato. Quizás en alguna de las piezas del museo, en algún plato de porcelana, en alguna de las estatuillas de bronce o de los lujosos relojes que se exhiben, en alguno de los muebles que lustraron o de los candelabros que abrillantaron resista aún alguna huella de las manos que servían a la mesa de esas románticas que hoy nos miran desde esas paredes.

 

A través del espejo. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Moraleja

No sé, no sé, pero más allá del arte y de la calidad de este museo, que tantas cosas nos revela sin necesidad de explicitarlas, me asalta una tentación, la de concluir esta primera crónica que le he dedicado parafraseando a Quevedo en el que quizás sea su más conocido poema (nada romántico por cierto):

Poderoso es el romanticismo del dinero 


Tres días de mayo en Gotland (I): Visby, sus alrededores y el sur de la isla.

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El barco con su barca en Ronehamn. Foto R.Puig

El barco con su barca en Ronehamn. Foto R.Puig

Un encuentro de colegas en pensión y la llamada de antiguas amistades nos han traído a Gotland a primeros de mayo. Veintiocho años separan esta visita de la primera que hice a esta isla de fascinante geología, fósiles y runas, base de vikingos, murallas, históricas contiendas medievales y campo de batallas entre daneses y suecos, hoy cuidada por cincuenta y cinco mil residentes todo el año e inundada en verano por más del doble de veraneantes y turistas.

Visby. La cola en el puerto. Foto R.Puig

Visby. La cola en el puerto. Foto R.Puig

Llegamos a Visby lloviendo y tuvimos unas horas para darnos un garbeo por la ciudad, de la cual no es difícil encontrar imágenes en Internet. Las que ofrezco, menos espectaculares, son algunas de las modestas fotos que yo hice.

Las murallas de Visby. Foto R.Puig

Las murallas de Visby. Foto R.Puig

Murallas, torres y puertas medievales de un recinto extraordinariamente conservado a pesar de todas las guerras y asedios que ha soportado.

Torre del molino. Visby. Foto R.Puig

Torre del molino. Visby. Foto R.Puig

 

Puerta del Este en las murallas de Visby. Foto R.Puig

Puerta del Este en las murallas de Visby. Foto R.Puig

Y también calles y casas de postal

Vieja fachada.Visby. Foto R.Puig

Vieja fachada.Visby. Foto R.Puig

 

El barco en la ventana. Visby. Foto R.Puig

El barco en la ventana. Visby. Foto R.Puig

 

 

Brucebo

Aunque no sea una iglesia, parece sin embargo una capilla, por los recuerdos que encierra del matrimonio de artistas que lo habitó.

Casa Museo de Brucebo.  Gotland. Foto R.Puig

Casa Museo de Brucebo. Gotland. Foto R.Puig

El canadiense William Blair Bruce y la sueca Carolina Benedicks-Bruce se habían conocido en París, en 1885, cuando ella ampliaba sus estudios de escultura y él los de pintura, ejercitándose al aire libre a la manera de la escuela de Barbizon.

William Bruce. Autorretrato. Brucebo. Gotland. Foto R.Puig

William Bruce. Autorretrato. Brucebo. Gotland. Foto R.Puig

Ante las dificultades para vender sus cuadros en Francia y para salir de la precariedad en la que vivía, la familia convenció a William de que enviase su producción de varios años al Canadá, donde se podrían vender con éxito.

El barco se hundió con toda su preciosa carga.

Paisaje marino de William Bruce. Brucebo. Gotland. Foto R.Puig.

Paisaje marino de William Bruce. Brucebo. Gotland. Foto R.Puig.

Sólo Carolina, con la que se casó en 1888, logró sacarle de la depresión en la que cayó y conseguir que se pusiese de nuevo a pintar. Ella era rica.

En Gotland, cerca de Visby, está la propiedad y la casa, el Brucebo (“el hogar de los Bruce”), que renovaron y ampliaron para convertirlo en un espacio de creación fascinante.

Brucebo. Ventanas del salón. Gotland. Foto R.Puig.

Brucebo. Ventanas del salón. Gotland. Foto R.Puig.

Se puede visitar en grupo reducido. En nuestro caso lo hicimos  con nuestros amigos Lotta y Stefan, que habían tenido la feliz idea de llevarnos allí, guiados por Susanna Carlsten, profesora de historia del arte y de anticuariado en la Escuela de Bellas Artes de Visby e intendente de la Fundación propietaria del sitio.

Bruce William con Catalina su mujer. Escultura obra de ella. Brucebo. Gotland.

Bruce William con Carolina su mujer. Escultura obra de ella. Brucebo. Gotland.

La casa se conserva llena de lienzos de William y esculturas de Carolina, amén de obras de otros artistas de la época y numerosas piezas de arqueología adquiridas por la pareja en sus viajes por el mundo.

Él murió en 1906, justo cuando la renovación del edificio se había completado según los diseños y designios que habían hecho juntos. Ella le sobrevivió, sola en esta mansión romántica y decadente, hasta su muerte en 1935. Allí fue acumulando y disponiendo las obras de ambos, fruto de su actividad artística en común.

Al recorrerla se tiene la sensación de que quiso convertir este lugar en un templo a la memoria del amor y la devoción por su marido y su obra, y en recuerdo de los años en que vivieron y trabajaron juntos.

Paisaje. William Bruce. Brucebo. Gotland. Foto R.Puig.

Paisaje a la manera de Barbizon. William Bruce. Brucebo. Gotland. Foto R.Puig.

La obra pictórica de William Bruce no podemos juzgarla en su conjunto pues lo que se hundió con el barco era lo mejor de su producción joven. Los cuadros que se conservan en Brucebo son muestras de una técnica competentes y de la temática paisajística de fines del siglo XIX en Francia. Sus autorretratos son de la misma calidad que los de otros buenos pintores de la misma época.

Por lo que se refiere a las esculturas (todas en escayola con algún vaciado en bronce) de Carolina Benedicks, se puede decir que asimiló bien el academicismo de fines del mismo siglo y siguió practicándolo dignamente a la manera del simbolismo y, a veces, con cierto humor, sin desechar inspiraciones de la vida cotidiana.

Casa de labranza en Brucebo. Foto R.Puig

Casa de labranza en Brucebo. Foto R.Puig

Primer día de tour por el sur de la isla

Faro del sur de Gotland. Foto R.Puig

Faro del sur de Gotland. Foto R.Puig

Como un milagro de los predicadores y monjes que sembraron Gotland de claustros e iglesias, la primavera nos abrió dos días de sol y luz, cuando, hacia el sur el primer día y por el norte el segundo, dimos toda la vuelta a la isla en el autobús de Lasse Bjorkegrensiguiendo a nuestra inagotable e incansable guía, Anna Ulmstedt, coronada de una anchísima pamela color fucsia que, además, la hacía imperdible.

Iglesia de Vamlingbo. Gotland. Foto R.Puig

Iglesia de Vamlingbo. Gotland. Foto R.Puig

No puedes vagar por Gotland sin que veas la torre de una de sus más de cien templos medievales, pimpantes en sus muros de albayalde o de clara piedra silúrica, que jalonan sus casi tres mil kilómetros cuadrados.

Todo ello sin contar no sé cuántas otras iglesias en ruinas, en particular en Visby

Ruinas de Santa Catalina. Visby. Foto R.Puig

Ruinas de la iglesia franciscana de Santa Catalina. Visby. Foto R.Puig

Todas las iglesias de Gotland (salvo un par reciente) fueron construidas entre 1100 y 1350 y, sobreviviendo a incendios, deterioros y pillajes, fueron ampliadas y remozadas a lo largo de la historia.

Iglesia de Vamlingbo. Gotland.  Frescos del siglo XIV. Detalle. Foto R.Puig

Iglesia de Vamlingbo. Gotland. Frescos del siglo XIV. Detalle. Foto R.Puig

Algunas conservan, como la de Wamlingbo, sus ingenuos frescos para susto de pecadores y escarmiento de reyes. Curiosamente, el fraile que aparece cerca del rey a punto de irse al infierno, si sus buenas obras no equilibran la balanza, tiene que ser San Pedro de Verona (1205-1252) San Pedro Martir, pues en la iconografía tradicional se le representa con una podadera que le abre la cabeza, como se aprecia en este fresco, que es la forma como los herejes mataron a este inquisidor italiano en 1252.

Así que sospecho que aquel templo debió de pertenecer a lo Orden de Predicadores y el fresco nos da idea de la época.

Esta lucha entre el demonio y el bien se representa visiblemente en un capitel en la iglesia de Lau, el Cordero (Cristo), que es también el símbolo de la bandera de Gotland, rescata al alma de las garras de la bestia demoníaca.

Capitel romanico. El alma entre el Cordero y la Bestia. Iglesia de Lau. Gotland. Foto R.Puig

Capitel romanico. El alma entre el Cordero y la Bestia. Iglesia de Lau. Gotland. Foto R.Puig

De los vitrales historiados me dicen que poco queda y yo no encontré sino pequeños restos, pero el que me pareció interesante es uno contemporáneo en la Catedral de Santa María,  que representa la Visby medieval en el recinto de sus famosas murallas.

Visby. Vitral de la catedral con imagen de la ciudad. Foto R.Puig

Visby. Vitral de la catedral con imagen de la ciudad. Foto R.Puig

Casi todas las iglesias están rodeadas por sus cementerios, es decir de lo que se llama el Kyrkogården (“el jardín de la iglesia”) donde se han ido enterrando los que las frecuentaron durante más de setecientos años.

Iglesia romanica. de Lau. Siglo XII. Gotland. Foto R.Puig

Iglesia románica de Lau con pórtico gótico. Siglos XII y ss. Gotland. Foto R.Puig

 

Visitas instructivas

Los gotlandeses de hoy  (descendientes de los gutai de Ptolomeo) se esfuerzan por dar a conocer a quienes vienen a Gotland, en especial fuera de la temporada turística, sus realizaciones innovadoras para garantizar la actividad económica y social de su región y conseguir que las nuevas generaciones encuentren alicientes y un futuro en su tierra. Que no se vayan pues a poblar otras tierras, como hicieron sus antepasados desde los siglos III y IV, cuando llegaron -dice la leyenda- hasta Grecia.

Iglesia de Vamlingbo. Gotland.  Huerto experimental. Foto R.Puig

Iglesia de Vamlingbo. Gotland. Huerto experimental. Foto R.Puig

Con este motivo estuvimos en Vamlingbo, donde en terrenos que eran de la Iglesia se desarrolla un proyecto de experimentación hortícola y una empresa ad hoc, Heligholm,que  ha creado el museo de Lars Jonssons, renombrado (y caro) pintor de pájaros, así como un espacio de información geológica y naturalista, interactivo y pedagógico, el Naturum, muy visitado por escuelas y turistas. Además en el restaurante se consumen excelentes productos locales

Otro proyecto es una antigua granja, Gotlandsgården, transformada en fábrica artesanal de chocolates y de los pralinés de Lotta, a la mejor manera belga, quien nos informó de que el cacao se lo compran a la antigua compañía Callebaut de Bélgica.

Degustacion de chocolates artesanos y conferencia. Foto R.Puig

Degustacion de chocolates artesanos y conferencia. Foto R.Puig

La promotora de los proyectos de la zona nos explicó cómo están fructificando esta y otra iniciativas con ayuda de los fondos agrícolas europeos

Testimonio de la ayuda de los Fondos de la Politica Agricola Comun en proyectos innovadores en Gotland. Foto R.Puig

Testimonio de la ayuda de los Fondos de la Politica Agricola Común de la UE en proyectos de desarrollo rural en Gotland. Foto R.Puig

En la comuna de När visitamos la empresa de iniciativas locales Virudden AB que promueve proyectos para desarrollar los recursos de la zona y estimular a sus habitantes, especialmente a los jóvenes, a seguir viviendo en När: http://www.virudden.se/index.shtml.

Y también la Gangvidefarm, otra empresa familiar, innovadora en todos los sentidos, incluida la experimentación y desarrollo de las nuevas fuentes de energías renovables.

No abundo en ello pues tienen una excelente página web en inglés: http://www.gangvidefarm.se/eng/index.pab Sólo comentaré una de sus actividades veraniegas más populares entre los niños de los veraneantes: el alquiler a las familias de conejos, gallinas y ovejas, que vienen restituidos al acabar las vacaciones, suponemos que indemnes y gorditos.

Me detengo aquí por hoy.

El próximo domingo completaré el recorrido, el segundo día por el norte de Gotland y por su isla adyacente de Fårö, cuyo paisaje sobrevuelan las obsesiones de Ingmar Bergman

 

Capitel romanico. Detalle del diablo.  Iglesia de Lau. Gotland. Foto R.Puig

Capitel románico. Detalle. Iglesia de Lau. Gotland. Foto R.Puig



Rostros y actitudes de la colección Masaveu (Fisionomías XI)

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El profeta Daniel. Maestro de San Nicolás. s.XV.  Detalle. Coleccion Masaveu

El profeta Daniel. Maestro de San Nicolás. s.XV. Detalle. Colección Masaveu

 Publicado de mañanita en Heilderberg a la orilla del Neckar, mientras la lluvia cae mansa sobre su corriente y los jirones de neblina visten los árboles de sus altas riberas

Hace no mucho estuve viendo, en una casi soledad total, la selección de obras de la Colección Masaveu, en el Ayuntamiento de Madrid. Habría mucho que decir sobre ella, pero hoy me dejo llevar por mi manía de coleccionar rostros de la historia del Arte.

Lo hago a mi aire, en estos días veraniegos, más bien perezoso y, más que nunca, divagador, sin esa determinación inflexible que exhibe la bella musa que a viene a continuación.

anta Catalina de Alejandría. Zurbarán. Detalle. Coleccion Masaveu

Santa Catalina de Alejandría. Zurbarán. Detalle. Colección Masaveu

Pues ¿qué mejor que comenzar por la belleza de la Santa Catalina de Alejandría de Zurbarán, con ese aire determinado de quien blande la espada de la sabiduría con la mano derecha, portando en su izquierda un grueso volumen que simboliza el conocimiento?

Santa Catalina de Alejandría. Zurbarán. Detalle.  Coleccion Masaveu

Santa Catalina de Alejandría. Zurbarán. Detalle. Colección Masaveu

Supongo que el pintor conocía su historia por la Leyenda Áurea. No sé quién sería la modelo, pero con este cuadro se demuestra que el artista no sólo frecuentaba a esos severos monjes que le hicieron famoso y que, además de los severos hábitos conventuales, no se le daba mal la pintura de las ricas vestimentas de las damas.

Al fin y al cabo, la niña tenía dieciocho años cuando se midió en un debate teológico con cincuenta filósofos seleccionados por el malvado emperador Maximino (que era el tetrarca de Oriente y no Majencio como dice el texto, para luego corregirse).

Daños colaterales

Antes de que le cortaran la cabeza, cuenta Jacobo de Vorágine que convirtió a los cincuenta sabios paganos, con lo cual el emperador los quemó vivos a todos. A continuación, oyendo a la sabia Catalina,  la mismísima emperatriz renegó del paganismo. A la primera dama, antes de matarla, su marido le cortó los pechos en un arrebato de violencia doméstica. Tras lo cual se cargó también al consejero aúlico Porfirio, secreto amante de la difunta, junto con un montón de soldados, todos ellos seducidos por la ardiente fe de Catalina.

Hacia el Amado

Lo que refleja muy bien el pintor es la hermosura de la santa. Por lo que se entiende que Maximino, ya viudo, le propusiera ser la nueva emperatriz.

Pero ¡imposible competir con el Altísimo! Una voz de lo alto la llamaba: “¡ven, mi prometida, que las puertas del cielo están ya abiertas para ti!”. Puede ser que por eso a mediados del siglo XV en Inglaterra un fraile lanzase la leyenda de los esponsales platónicos de la santa con Jesús , dando origen a la iconografía del “matrimonio místico de Santa Catalina”.

Lo que ocurre es que otros frailes acabaron por atribuírselo a la otra, a la de Siena (es así como se plagia la vida de los otros).

Matrimonio místico

Matrimonio místico

Pero acabemos con la historia de su martirio. El miserable Maximino, despechado, mandó decapitarla y de su garganta degollada en vez de sangre brotó leche.

Faltaban pocos años para el Edicto de Milán (315) que dio libertad religiosa a los cristianos. Así que la santa estuvo en un tris de no ser martir.

Aunque del suplicio y la decapitación de Catalina no haya cuadro en esta colección  (y sea preferible como la pinta Zurbarán) si tiene para compensar el cuadro de otro pintor de temas místicos, Luis de Morales, un San Pedro de Verona o San Pedro Martir, a quien recientemente también encontré en un fresco de una iglesia de Gotland, como mis sufridos lectores recordarán:

https://ensondeluz.files.wordpress.com/2014/05/iglesia-de-vamlingbo-gotland-frescos-del-siglo-xiv-detalle-foto-r-puig.jpg

Expresa la amargura y el dolor con los mismos trazos de los pintores góticos, pero acentuados si cabe por el impulso barroco y contrarreformista.  En este caso, el santo no lleva la tradicional podadera en la cabeza, sino más bien una pica (de esas que se ponen en Flandes).

 

San Pedro de Verona. Luis de Morales. Detalle. Coleccion Masaveu

San Pedro de Verona. Luis de Morales. Detalle. Coleccion Masaveu

Casi más triste está San Francisco de Asís, en este caso dolorido, probablemente por las llagas que debían de molestarle mucho en las palmas de su manos, aunque me inclino a pensar que eran los mismos motivos que impulsaron a Lope de Vega a escribir aquel poema que empieza “No me mueve mi Dios para quererte…”.

San Francisco de Asís. Ribera. Detalle.Coleccion Masaveu

San Francisco de Asís. Ribera. Detalle.Colección Masaveu

Pero no quiero dejar a San Pedro de Verona sin traer aquí otra versión de su imagen con la cabeza hendida por el hierro. Es de Lorenzo Lotto y se puede ver en Nápoles en el Museo di Capodimonte. Como se puede apreciar en su calma olímpica, este hombre se ponía la podadera por montera. La verdad es que Lotto pintaba santos para ganarse la vida, pero en el fondo era luterano e iconoclasta, lo que pasa es que en la Italia de entonces mejor era no significarse mucho, pues si no te partían la cabeza, sí que te podían achicharrar en una pira.

San Pedro Martir. Lorenzo Lotto. Detalle de la Madonna con San Juanito y San Pedro Martir. Capodimonte. Napoles.

San Pedro Martir. Lorenzo Lotto. Detalle de la Madonna con San Juanito y San Pedro Martir. Capodimonte. Nápoles.

En este caso el pintor ha respetado escrupulosamente la leyenda y lo que lleva el martir en la cabeza es una auténtica podadera o machete (nada nuevo bajo el sol en esto de matar gente sin necesidad de pólvora).

También suspirante, pero menos dramático y adoptando ambas la misma postura son el protagonista de una escultura de Pedro de Mena

Pedro de Mena. Detalle. Fray Diego de Alcala. Coleccion Masaveu.

Pedro de Mena. Detalle. Fray Diego de Alcalá. Colección Masaveu.

y, de nuevo, el San Francisco de lo Spagnoletto.

San Francisco de Asís. Ribera. Coleccion Masaveu

San Francisco de Asís. Ribera. Colección Masaveu

ambos de riguroso hábito franciscano.

 

Iconografía de Santa Ana y de la virgen María y el Niño

También son magníficas las representaciones de las actitudes y los rostros de Santa Ana y de varias vírgenes de la colección. Comenzando por las hieráticas e ingenuas tallas góticas con el niño y la niña

Santa Ana con la Virgen y el Niño. Murillo. Círculo del maestro de Covarrubias. s.XVI. Coleccion Masaveu

Santa Ana con la Virgen y el Niño. Círculo del maestro de Covarrubias. s.XVI. Colección Masaveu

o con Jesús muerto.

Piedad. Escuela hispanoflamenca. s.XV.  Detalle. Coleccion Masaveu

Piedad. Escuela hispanoflamenca. s.XV. Detalle. Colección Masaveu

Y siguiendo con una virgen María del Maestro de la leyenda de la Magdalena

Virgen con el Niño, Maestro de la Leyenda de la Magdalena. s.XV a XVI. Detalle. Coleccion Masaveu

Virgen con el Niño, Maestro de la Leyenda de la Magdalena. s.XV a XVI. Detalle. Colección Masaveu

y otra de Murillo

Virgen con el Niño. Murillo. Detalle. Coleccion Masaveu

Virgen con el Niño. Murillo. Detalle. Colección Masaveu

 

Pero ya que hablamos de la Magdalena ¿qué decir de este maravilloso retrato del Greco?

María Magdalena. El Greco. Detalle.Coleccion Masaveu

María Magdalena. El Greco. Detalle.Colección Masaveu

¿Y de este detalle de la madre implorante con sus hijos harapientos y mal alimentados de la Virgen de los desamparados de Vicente López?

Virgen de los desamparados. Vicente López. Detalle. Coleccion Masaveu

Virgen de los desamparados. Vicente López. Detalle. Colección Masaveu

Mejor nutrido es el Niño Jesús de Murillo que acompaña a su madre, a la que ya hemos ya visto.

¿Se acuerda alguien de los anuncios de Pelargón?

Virgen con el Niño. Murillo.  Detalle. Coleccion Masaveu

Virgen con el Niño. Murillo. Detalle. Colección Masaveu

Y ya que hablamos de niños ¿qué decir de este del taller de Salcillo en brazos de su padre putativo?

San José y el niño. Círculo de Salcillo. Detalle. Coleccion Masaveu

San José y el niño. Círculo de Salcillo. Detalle. Colección Masaveu

No sé, no sé,pero me parece a mí que las fisionomías profanas en la fabricación de los muñecos de cartón pintado que regalaban a nuestras hermanas durante los años de la autarquía (a nosotros los reyes nos traían aviones y soldaditos) se inspiraban en los maestros imagineros de nuestra tradición escultórica sacra. Luego vinieron otros materiales más caros y aquellos muñecos se arrumbaron en los desvanes.

A modo de despedida

Pero yo, con permiso de Zurbarán, me voy tras Santa Catalina a rogarle que me convierta, o al menos que me haga un poco más sabio.

Santa Catalina de Alejandría. Zurbarán. Coleccion Masaveu

Santa Catalina de Alejandría. Zurbarán. Colección Masaveu

¿Creen ustedes que podré conseguir que abandone ese su aire de predestinación y que se digne mirarme y me sonría?


La ruta hacia el sur (II): Abadías

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Sobre la D125 hacia la abadía de Acey.  Foto R.Puig

 

Abandono la “Comtoise”, es decir la E60,  y por carreteras departamentales me encamino hacia la Abadía de Acey.

El cielo es hermoso y amenazante, contrastando con los trigales en sazón.

En la abadía de Acey

(Franco Condado Dpto.del Jura)

Llego poco antes de las cinco de la tarde, hora del canto de Vísperas de los cistercienses.

Vista aérea de la Abadía de Acey

Vista aérea de la Abadía de Acey

Me quedo a escucharlos mientras contemplo el desnudo y sobrio interior de su iglesia, que la fachada exterior no permite sospechar. Es como si la historia se hubiese detenido ahí, en esa comunidad de contemplativos, dedicados a sus trabajos de orfebrería y joyería artesanal, del que según he leído se mantienen. Es domingo y la tienda y la librería están por desgracia cerradas. Creo que también se financian con la hospedería.

Oficio de Vísperas en la Abadía de Acey. Foto R. Puig

Oficio de Vísperas en la Abadía de Acey. Foto R. Puig

Pero me viene a la memoria una polémica afirmación de Erasmo de Rotterdam en su Enquiridion: Monachatus non est pietas, frase que en su época era considerada una perniciosa herejía y causó gran escándalo,  pues retirarse a un monasterio y vivir en una comunidad de castos célibes era considerado superior a cualquier otra forma de vida, incluido por supuesto el matrimonio, que, ya lo había dicho San Pablo (más vale casarse que abrasarse), era un mal menor, teniendo en cuenta nuestra frágil concupiscencia.

Decir que “el monacato no es la piedad”, es decir no es la única ni la mejor de las formas de la vida buena, iba a la contra de la tradición medieval. De hecho, casi no hubo príncipe ni señor feudal que no propiciase la donación de tierras y la erección de abadías en los parajes más hermosos de Europa, y en particular de Francia.

Hoy las pocas comunidades de monjes que quedan en algunas de ellas no representan ya aquella alianza entre del poder y las órdenes religiosas que suscitó las iras iconoclastas durante las guerras de religión y la arrasadora furia de la Revolución Francesa.

El “ora et labora” es cosa de pocos y no de las miríadas de contemplativos de épocas pasadas. Erasmo añadía (pues la frase se cita incompleta): sed vitae genus pro suo cuique corporis ingeniique habitu, vel utile, vel inutile, es decir: el monacato es “una forma de vida que puede ser útil o inútil según sea la disposición corporal o mental de cada uno”.

A Erasmo sus votos y su paso por un monasterio de monjes agustinos no le dejaron unos recuerdos muy edificantes sobre la vida comunitaria que allí se practicaba.

Gótico de transición. Acey. Foto R.Puig.

Gótico de transición. Acey. Foto R.Puig.

Sea como sea, de esta variante contradictoria de la historia de los hombres y las creencias, yo me quedo con esta maravilla arquitectónica y con la hora de silencio y de cantos semi-gregorianos de estos cistercienses de hoy.

La mayoría de los que en Acey concluían la hora de Vísperas con el canto del Magnificat ya son ancianos y las expectativas ‘demográficas’ de continuidad de esta forma de vida, al menos para esta abadía, parecen reposar en los novicios venidos de la inmigración.

¿Una metáfora de Europa?

Virgen con el niño. Nave central. Acey.  Foto R.Puig

Virgen con el niño. Nave central. Acey. Foto R.Puig

 

También me producía una extraña sensación, en este lugar fuera del tráfago y de las noticias de los telediarios,  esa afirmación de una de las estrofas del canto que el Evangelio atribuye a la madre del fundador del Cristianismo:

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos

Al menos, este puñado de monjes lo cantaban convencidos.

 

Valcroissant

(Ródano-Alpes, departamento del Drôme)

Campos de lavanda por la D93 camino de Valcroissant. Foto R.Puig

Campos de lavanda por la D93 camino de Valcroissant. Foto R.Puig

Para llegar a Valcroissant hay que dejar la Autopista del Sol (E15) en dirección a Die. La D93 es una carretera panorámica que te invita a pararte en numerosas ocasiones en su recorrido, bordeando a contracorriente el Drôme que desciende en busca del Ródano. En algunos tramos el olor de la lavanda entra por las ventanillas de mi Caravelle y me acompaña.

A poco menos de cinco kilómetros de Die, por una mínima carretera que serpentea bajo grandes rocas se llega a esta recóndita abadía cisterciense, hoy una explotación agropecuaria dentro del parque de Vercors (Hautes-plateaux de Vercors), en medio de los bosques de Glandasse, donde existe una pequeña población de osos.

El Pie Farré desde el camino de Die a Valcroissant. Foto R.Puig

El Pie Farré desde el camino de Die a Valcroissant. Foto R.Puig

Una leyenda testimonia de la cohabitación razonable de los monjes con los osos de la zona.

El 23 de diciembre de 1270 un monje llega corriendo donde el Padre Abad.

-        Padre mío, no hemos quedado sin trucha, los osos han roto el hielo del estanque y han pisoteado las orillas

El prior va a la fuente para hablar con los osos y les dice:

-        Osos de Valcroissant, desde que llegamos a este valle no ha habido ninguna disputa entre nosotros y no tenemos ni perro que guarde las ovejas. Lo que habéis hecho esta noche es una grave atentado a la hermandad entre nosotros. Si no sois unos descreídos, arrepentíos y sigamos viviendo en paz. ¡Que así sea!

A la mañana siguiente los osos habían devuelto las truchas al estanque.

Interior del refectorio. Valcroissant. Foto R.Puig

Interior del refectorio. Valcroissant. Foto R.Puig

Este monasterio, fundado en el siglo XII sobrevivió tras las guerras de religión gracias a que los monjes lo dedicaron desde finales del siglo XVIII a granja y explotación agropecuaria, hoy gestionada por la Sociedad de Amigos de Valcroissant.

Es también hospedería y granja escuela y un lugar de conciertos y recitales.

Roseton del ábside. Valcroissant. Foto R.Puig

Rosetón del ábside. Valcroissant. Foto R.Puig

A pesar de que llegué demasiado temprano para beneficiarme de la hora de visita, una hortelana que cuidaba de las flores del jardín me autorizó a circular libremente por el lugar, sin que me aceptase el precio de la entrada.

El jardín de la abadía de Valcroissant. Foto R.Puig

El jardín de la abadía de Valcroissant. Foto R.Puig

Valmagne

(Languedoc-Rosellón, departamento del Hérault)

Ojivas y bóvedas. Valmagne. Foto R.Puig

Ojivas y bóvedas. Abadía de Valmagne. Foto R.Puig

La comunidad cisterciense de la abadía de Valmagne no sobrevivió a la Revolución Francesa, los monjes huyeron y se refugiaron en Barcelona.

Entrada de Jesús en Jerusalén. Bajorrelieve mutilado. Sala capitula de Valmagne. Foto R.Puig

Entrada de Jesús en Jerusalén. Bajorrelieve mutilado. Sala capitula de Valmagne. Foto R.Puig

Esta abadía era una de las más ricas de Francia. Confiscada y declarada “bien público”, tras una temporada en manos de un viticultor burgués que la uso como bodega, acabaría siendo propiedad de los condes de Turenne, cuyos descendientes explotan hoy sus extensos viñedos y la mantienen con los ingresos del turismo y de la venta de caldos de la denominación Languedoc.

Valmagne. Vista de la abadía desde su jardín medieval. Foto R.Puig

Valmagne. Vista de la abadía desde su jardín medieval. Foto R.Puig

La fundó el vizconde de Béziers en el siglo XII para tener en sus tierras a los monjes del Cister y, acabó, por obra y gracia de una revolución, por revertir, ya desprovista de contemplativos, a la manos de un conde. Del vizconde al conde gracias a una revolución.

Viticultura semiorgánica en tierras de la abadía de Valmagne. Foto R.Puig.

Viticultura semiorgánica en tierras de la abadía de Valmagne. Foto R.Puig.

Si los monjes predicaban el ora et labora creo recordar que fue también un tonsurado quien inventó aquello de amigo, bebe, que la vida es breve.

Sea o no cierto, entre máximas discurre la historia.

Cubas gigantes del siglo XIX en la nave central de la iglesia. Foto R.Puig

Cubas gigantes del siglo XIX en la nave central de la iglesia. Foto R.Puig

Las naves de la iglesia son quizás la única muestra de un templo medieval transformado en inmensa bodega. Almacenaron el vino hasta comienzos del siglo XX.

Ahora sus cubas son una muestra de lo que eran capaces de fabricar con madera de bosques de Rusia los maestros toneleros franceses.

Valmagne. El claustro desde la sala capitular. Foto R.Puig

Valmagne. El claustro desde la sala capitular. Foto R.Puig

Pero el día que yo visité Valmagne, el vino me lo vendió Claudia, una alemana de Munich, licenciada en Historia del Arte, que hace ya años reside y trabaja en este lugar.

Compré seis botellas y certifico que el vino de Valmagne no está nada mal. Además, bajo estas bóvedas góticas y junto a las cubas centenarias que albergan, aquella estrofa de una oración que nos hacían recitar en el colegio adquiere un sentido inesperado:

¡Sangre de Cristo, embriágame!

Saint Marie

(Languedoc-Rosellón, departamento de los Pirineos Orientales)

Bajorrelieve de la tumba de Guillaume Gaucelme en la abadía de Santa María en Arles sur Tech.  Foto R.Puig

Bajorrelieve de la tumba de Guillaume Gaucelme en la abadía de Santa María en Arles-sur-Tech. Foto R.Puig

Me habían hablado muy bien del camping Riuferrer en Arles-sur-Tech, al pie de los Pirineos de la “Cataluña del norte” francesa. Ya me aprestaba a pasar el atardecer calmadamente y escuchando el rumor del río, cuando unos vecinos suizos me explicaron que en el pueblo daban el Suiza-Francia en pantalla grande. La verdad es que estos simpáticos vecinos de Ginebra no se merecieron el resultado

Pero les quedé muy agradecido por mostrarme que bastaba un corto paseo para plantarse en el pueblo.

Nave central de la iglesia de Santa María en Arles sur Tech. Foto R.Puig

Nave central de la iglesia de la abadía de Santa María en Arles sur Tech. Foto R.Puig

Acabé descubriendo que la abadía benedictina de Sainte Marie y la amable acogida de las chicas que vendían las entradas y los folletos me esperaban.

No sólo eso, la jovencita pelirroja que me vendió el folleto descriptivo me enseñó su antebrazo, afirmando, más convencida que una maría magdalena en día de Pascua, que el agua que fluye del sarcófago del patio, que según tradición acoge desde siglos los restos de los mártires santos Abdón y Senén, le curó milagrosamente un eczema que ningún médico había conseguido sanar.

Retablo de los santos Abdón y Senén. Abadía de Santa María. Arles sur Tech. Foto R.Puig

Retablo de los santos Abdón y Senén. Abadía de Santa María. Arles sur Tech. Foto R.Puig

Deben de ser tiempos de sequía, pues, por el momento, el sarcófago, también denominado la Santa Tumba, está seco, a pesar del grueso fascículo que explica por siete euros todos los estudios científicos que se han hecho para tratar de comprender el fenómeno.

Hasta hoy sin resultado.

Sarcófago del siglo V en la abadía de Santa María en Arles sur Tech. Foto R.Puig

Sarcófago del siglo V, la “Santa Tumba”, en la abadía de Santa María en Arles-sur-Tech. Foto R.Puig

Yo me quedo con el milagroso silencio del claustro y la hermosura de ese pueblo, donde ya venían los romanos a aliviar dolores en sus fuentes termales.

Claustro de la abadía de Santa María en Arles sur Tech.  Foto R.Puig

Claustro de la abadía de Santa María en Arles sur Tech. Foto R.Puig

Creo que volveré a pasar por ese valle. Todavía encierra muchas sorpresas.

A la mañana siguiente ascendí hacia España por el pequeño pueblo de Coustuges en el Alto Vallespir.

Continuará.


Fisionomías (XI): rostros de Museo Arqueológico de Madrid

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Llueve furiosamente sobre el parque de Seneffe. Anillo espiral. Mauro Staccioli. Foto R.Puig

Llueve furiosamente sobre el parque de Seneffe. “Anillo espiral”. Mauro Staccioli. Foto R.Puig

 

Estoy de viaje y han sido varios días de carretera en mi ruta de vuelta a Suecia, pero los domingos hay crónica, llueva o truene. Esta tarde he vuelto mojado hasta los huesos de una visita al Chateau de Seneffe en Bélgica. Una exposición de esculturas al aire libre de Mauro Staccioli ha sido el motivo. Una tormenta despiadada nos ha sorprendido deambulando por el parque a varios centenares de metros del aparcamiento.

Pero de esto hablaremos otro día.

……

Ya que en la crónica precedente he hablado del renovado Museo Arqueológico de Madrid, hoy, antes de irme a dormir, comparto aún algunos rostros que he admirado en sus salas. Todos dejan un poso de interrogación e intriga.

Por ejemplo ¿Cómo reventó la cabeza de este Apolo?

Apolo. Detalle. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana.Foto R.Puig

Apolo. Detalle. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana.Foto R.Puig

Parece como si una granada de mano le hubiera explotado dentro de la cabeza, desgarrando el bronce tan despiadadamente como aquellos rostros desfigurados y mutilados en la I Guerra Mundial, que se han vuelto a mostrar cien años después en los filmes y reportajes gráficos que recuerdan aquellas matanzas.

¿O fue un iconoclasta cristiano de los que destruían las esculturas paganas, tras la conversión de Constantino en el siglo IV, el que le rompió la cara al ídolo?

Apolo. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

Apolo. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

En todo caso Apolo parece aturdido ante la saña de los hombres o de los elementos, ya que su rostro pareciera también hendido por el rayo.

Todo lo contrario de este joven Baco, reposado y lúcido, en un momento de sobriedad, más apolíneo que el mismo Apolo. De hecho aún ignora la fama de bebedor que le asignará la tradición iconográfica.

Baco. Detalle. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

Baco. Detalle. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

Hay otro bronce que destaca en las salas de arte de la Hispania romana.Se trata de la cabeza de un magistrado. Aunque, al faltarle los globos oculares, no puede mirarnos, no carece de un aire de equilibrio y magnanimidad.

Magistrado. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

Magistrado. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

Pero el premio a la serenidad y la elegancia se lo lleva Livia Drusila, que fue emperatriz, como esposa (la tercera) del emperador Augusto

 

La emperatriz Livia Drusila. Detalle. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

La emperatriz Livia Drusila. Detalle. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Época hispanoromana. Foto R.Puig

 

Visajes ibéricos

Por último, no hay que dejar el Museo sin dedicar un buen rato a tratar de descifrar los rostros de las esculturas ibéricas. Estos son sólo algunos.

Figura iberica de mujer sentada. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Figura iberica de mujer sentada. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Los de las figuras femeninas en actitud de ofrenda.

Figura iberica de oferente femenina. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Figura ibérica de oferente femenina. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Con la cabeza cubierta de un tocado puntiagudo en varios casos.

Cabeza femenina ibérica .Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Cabeza femenina ibérica .Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

 

En otros enjoyadas.

Como esta dama de rasgos admirablemente simplificados, tan sobrios como los de un dibujo de Picasso

Cabeza femenina ibérica.Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Cabeza femenina ibérica.Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

O este otro cuyas líneas juegan con los volúmenes y las sombras

Figura iberica de oferente femenina. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Figura ibérica de oferente femenina. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

No son solo las joyas y el tocado los que hacen fascinante la la Dama de Baeza, que aún presenta restos de policromía.

La dama ibera de Baeza. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

La dama ibera de Baeza. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

Aunque quien domina una sala del museo con su sola presencia y su altivez es, no haría falta presentarla, la Dama de Elche.

La Dama de Elche. Cabeza femenina ibérica .Museo Arqueológico Nacional.  Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

La Dama de Elche. Cabeza femenina ibérica.Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Protohistoria. Foto R.Puig

….

Por ahora dejo el Arqueológico de Madrid, pues debo ahorrar energía para mi ruta hacia Suecia y se ha hecho tarde. Y puesto que de viaje estoy, concluyo con una imagen que los caminantes del Camino de Santiago han de conocer sin duda.

La pregunta es: ¿de qué ciudad de un ramal del Camino es esta concha de bronce sólidamente encastrada en una losa del trayecto?

Señal del camino de Compostela. Foto R.Puig

Señal del camino de Compostela. Foto R.Puig

La foto la tomé yo mismo el jueves pasado. Pero la respuesta es para el próximo domingo.


Por el camino de Suecia (II): del Col du Pourtalet a Oloron-Sainte-Marie

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En el col del Portalet por el lado francés.Foto R.Puig

En el col del Portalet por el lado francés. Foto R.Puig

Col du Pourtalet

Llegados al Portalet, este paso deslumbrante en el que acaba la A136 que nos ha traído desde Aragón, cambia su nombre para llamarse en bearnés Col du Pourtalet.

A partir de ahí, ya en Francia y en pleno Parque Nacional de los Pirineos, descendemos por la sinuosa ruta de la D934, que sigue el curso torrencial del Gave d’Ossau. A nuestra izquierda hemos dejado el Pic du Midi d’Ossau que preside una paisaje de suaves praderas, poblado de rebaños de ovejas y vacas y de excursionistas, muy distinto al de la vertiente aragonesa, arbolado y rocoso.

Bajando del col del Portalet por el lado francés.  Foto R.Puig

Bajando del col del Portalet por el lado francés. Foto R.Puig

Cuando la carretera se ha unido con la D920, entramos en Oloron-Sainte-Marie por la N134. Estamos en el corazón del Bearnesado y en la confluencia del Aspe y el Ossau para formar en el corazón mismo de la ciudad el Gave d’Oloron, cuyas aguas, más abajo, adoptarán el nombre del río Saison, que desembocando en el Adour, acabarán perdiéndose en el Atlántico por Bayona.

Cuando aludimos a Aragón, estamos diciendo historia milenaria, pues estas tierras fueron  territorio romano, godo, carolingio, normando, tras la invasión devastadora de los vikingos que lo ocuparon durante un siglo y medio, aragonés, navarro, pirenaico independiente y finalmente francés. Aquí se adoró a Marte, se profesó el arrianismo, el cristianismo romano, el politeísmo normando, el protestantismo hugonote y el catolicismo tridentino.

En Oloron-Sainte-Marie

Tras haber salido de Els Poblets a las siete de la mañana entré en Oloron a las siete de la tarde. La ciudad es una etapa señera en el Camino de Compostela.

Oloron Sainte Marie. Hasta Compostela 948 km. Foto R.Puig

Oloron Sainte Marie. Hasta Compostela 948 km. Foto R.Puig

En el camping voy a dormir como un bendito, para a la mañana siguiente darme una vuelta por una ciudad que ya visité hace seis años cuando estaba completando la información que necesitaba para la edición de su poeta oriundo, Jules Supervielle (Montevideo 1884 – París 1960).

Pero antes hablemos de vestigios de su historia

Catedral de Oloron Sainte Marie. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Foto R.Puig

La catedral de Oloron (que guardó su categoría desde los tiempos en que la ciudad era sede episcopal hasta inicios del siglo XIX) refleja en sus mudanzas toda esa historia, salvo que el período protestante en el siglo XVI arrasó con todos los objetos y documentos que albergaba, dejando sólo los testimonios de sus piedras (que, a pesar de la fiebre iconoclasta,  no son pocos).

Sobre todo en su pórtico románico que, cobijado en el nártex, está catalogado dentro del patrimonio mundial por la Unesco

Catedral de Oloron Sainte Marie. Nartex. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Nártex. Foto R.Puig

No es de extrañar, pues en sus figuras se refleja magistralmente  la vida de los artesanos

Catedral de Oloron Sainte Marie. Toneleros. Portico. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Toneleros. Pórtico. Foto R.Puig

pescadores

Catedral de Oloron Sainte Marie. Pescadores de salmón. Portico. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Pescadores de salmón. Pórtico. Foto R.Puig

y cazadores del Medioevo

Catedral de Oloron Sainte Marie. La caza del jabalí. Portico. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. La caza del jabalí. Pórtico. Foto R.Puig

además de otras figuras meditabundas, como la del obispo y el monstruo

Catedral de Oloron Sainte Marie. El monstruo y el obispo. Portico. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. El monstruo y el obispo. Pórtico. Foto R.Puig

o la del caballero pensativo

Catedral de Oloron Sainte Marie. Reflexionando.. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Reflexionando. Foto R.Puig

No faltan las habituales poses dramáticas del arte románico, monstruos devoradores (y, si se observa bien la vestimenta del individuo pensativo de la derecha del pórtico es parecida a la del otro, que es engullido a la izquierda),

Catedral de Oloron Sainte Marie. Figuras del pórtico.. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Figuras del pórtico. Foto R.Puig

o individuos, no se sabe bien si estreñidos o atormentados por males inconfesables, o simplemente, a juzgar por su tocado y por lo que parece una extraña barba bifurcada, personajes de otra creencia, quienes, decapitados, sostienen su propia cabeza

Catedral de Oloron Sainte Marie. Agobio y llanto. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Agobio y llanto. Foto R.Puig

y dos agobiados esclavos o atlantes que a modo de parteluz sostienen el conjunto, aherrojados, encadenados y ataviados con turbante y vestimenta oriental. Los anteriores y estos me atrevería a decir que expresan las fobias y prejuicios medievales tanto hacia el judío como hacia el mahometano

Catedral de Oloron Sainte Marie. Nartex. Los atlantes del parteluz. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Nartex. Los atlantes del parteluz. Foto R.Puig

Y para completar los aspectos crípticos del conjunto, no fáciles de entender para los que no somos especialistas en las claves de aquella época, al conjunto lo circundan los veinticuatro ancianos del Apocalipsis con sus arpas, que entonan su cántico misterioso: “Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos…” (Apocalipsis, 5, 8-10)

Catedral de Oloron Sainte Marie. Los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Detalle.Nartex. Foto R.Puig

Catedral de Oloron Sainte Marie. Los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Detalle. Nártex. Foto R.Puig

……

Jules Supervielle

Pero, dejemos esa escatologia que apasiona a los apocalípticos y a los amantes de las profecías, para acercarnos a otros vestigios más cercanos a nosotros. Hablo de Jules Supervielle y de la memoria familiar del que fue proclamado “príncipe de poetas” poco antes de su muerte.

Sólo para situarle en relación con la literatura de su tiempo, hay que recordar que mantuvo una relación estrecha con los de nuestra generación del 27 (en especial con Jorge Guillén, Pedro Salinas, Manuel Altolaguirre  y Rafael Alberti), amigo de Unamuno, Eugenio d’Ors, Corpus Barga y Ramón Gómez de la Serna, así como en Argentina, entre otros, con Guillermo de Torre y  Victoria Ocampo y los escritores de su círculo, habiendo formado parte del Comité de Redacción de la revista Sur, fundada por ella. Entre sus amigos mejicanos destaca Alfonso Reyes, de quien tradujo el poema a Amado Nervo y a quien dedicó su poemario Gravitaciones.  Fue además traductor al francés del Martirio de Santa Eulalia de García Lorca.

Del mundo de sus amistades, influencias y relaciones con los literatos y editores franceses sería demasiado largo hablar aquí.

Oloron Sainte Marie. El Aspe. Foto R.Puig

Oloron Sainte Marie. El Aspe. Foto R.Puig

Jules Supervielle había visitado Oloron-Sainte-Marie en 1926 en compañía de Henri Michaux y en noviembre de 1929 volvió para tomar notas para un libro sobre los Pirineos que le habían encargado. Andando el tiempo, esas notas (“Confidencias de la memoria y del paisaje”, 1933) se integraron en Beber del manantial (Boire à la source, Gallimard 1951). “Oloron” es la segunda parte del primer capítulo titulado “Pirineos”.

Sus padres murieron, no se sabe si por un envenenamiento de agua con cardenillo o por el cólera, a poco de llegar del Uruguay, en Oloron, en la casa de la familia en la antigua calle Sablière, ahora calle Louis Barthou, cuya fachada posterior da al torrente del Aspe.

Fachada posterior de la casa donde fallecieron los padres de Jules Supervielle. Foto R.Puig

Fachada posterior de la casa donde fallecieron los padres de Jules Supervielle. Foto R.Puig

El poeta era un recién nacido que volvía a la tierra de sus padres, a las pocas semanas de nacer en Montevideo. Sus tíos lo adoptaron y él no supo que no era su hijo hasta los nueve años, cuando se lo descubrió por inadvertencia una amiga de la familia. Por entonces su patria de adopción era el Uruguay y sus pampas su mundo.

Pero escuchemos al poeta:

               Aquí estamos, envueltos por el viento del cementerio situado en un alto. A lo lejos, los Pirineos con su nieve para los muertos, la misma que para los vivos. ¡Cómo está de cerca el color de las montañas, estremeciéndose con el viento del Sur!

Aquí reposan

Marie Munyo, de casada Supervielle

(1856-1884).

Jules Supervielle (1852-1884)

               Permanezco inclinado sobre esos nombres como si se tratase por dos veces de mí mismo. Inclinado sobre mis dos dobles, jamás he sentido tanto que cada uno de nosotros es el hijo de una mujer en la misma medida en que lo es de un hombre. Y que tengo sangre vasca por mi madre y bearnesa por mi padre.

Ya no miro más los nombres en la piedra. Busquémoslos en la cruz de Palas, en el inmenso paisaje donde cuatro valles se ven desembocar hacia Oloron. Y la cruel garganta de Saint-Christau.

A la derecha, la montaña de la Madelaine se alza en pleno País Vasco, pero también mira hacia el Bearnés con el mismo fervor, feliz después de todo por ser montaña y por poder seguir inmóvil entre sus dos querencias.

Y, por delante de los picos del Oloron, la Marie-Blanche no está tan lejos. Se la ve emerger de una línea de bruma, niebla familiar que se forma sobre los bonitos tejados de la ciudad.

Jules Supervielle, “Oloron” (“Pirineos”) en Beber del manantial (Boire à la source, Paris, Gallimard 1951)

(En Jules Supervielle, Vivir y quehacer del poeta. Selección, traducción y edición de Ramón Puig de la Bellacasa, Colección Poéticas, Valencia, Editorial Pre-Textos, 2009, pp. 127-128.)

 ………..

Por las calles y parques de Oloron se agolpan muchos recuerdos. Entre ellos los de los republicanos exiliados de nuestra Guerra Civil.

Oloron Sainte Marie. Memorial de los republicanos españoles. Foto R.Puig

Oloron Sainte Marie. Memorial de los republicanos españoles. Foto R.Puig

A Supervielle se le recuerda al borde del Aspe, sobre una roca, no lejos del parque dedicado a los españoles que huían de la represión franquista, y a un tiro de piedra, en la otra orilla, de la casa donde en el intervalo de pocos días murieron, primero su madre y luego su padre.

Oloron Sainte Marie. Memorial de Jules Supervielle.Foto R.Puig

Oloron Sainte Marie. Memorial de Jules Supervielle. Foto R.Puig

Creo que los versos de su largo poema Olvidadiza Memoria se pueden considerar una de esas páginas de la poesía universal que cualquiera de nosotros, y en especial aquellos a quienes la vida haya llevado a vagar de país en país y de continente en continente, puede musitar como propios:

Quizá soñé mi vida como si fuese un río

Vivencia a un mismo tiempo de la fuente y el mar

Sin poderme parar ni un exiguo momento

Del monte a la llanura y a las postreras playas.

.

¿Estoy aquí, estoy allá? Mis orillas acostumbradas

De un lado al otro cambian y me dejan errático.

¿Soy el agua que se aleja, el que desciende a nado

Lleno de turbación por cuanto dejó atrás?

.

¿O seré yo más bien sin incluso saberlo

Aquel que en la noche no tiene otro recurso

Que buscar el océano del lado de la fuente

Porque ha dejado atrás su mejor esperanza?

…..

J’aurais rêvé ma vie à l’instar des rivières

Vivant en même temps la source et l’océan

Sans pouvoir me fixer même un mince moment

Entre le mont, la plaine et les plages dernières.

.

Suis-je ici, suis-je là ? Mes rives coutumières

Changent de part et d’autre et me laissent errant.

Suis-je l’eau qui s’en va, le nageur descendant

Plein de trouble pour tout ce qu’il laissa derrière ?

.

Ou serais-je plûtot sans même le savoir

Celui qui dans la nuit n’a plus que la ressource

De chercher l’océan du côté de la source

Puisqu’il est derrière lui le meilleur de l’espoir ?

-

Jules Supervielle (Montevideo 1884-París 1960),

fragmento de Olvidadiza Memoria (Oublieuse Mémoire), 1948

(En Jules Supervielle, Vivir y quehacer del poeta. Selección, traducción y edición de Ramón Puig de la Bellacasa, Colección Poéticas, Valencia, Editorial Pre-Textos, 2009, pág.217)

Oloron Sainte Marie. Memorial de Jules Supervielle. Detalle. Foto R.Puig

Oloron Sainte Marie. Memorial de Jules Supervielle. Detalle. Foto R.Puig


Camino de Suecia (III): de Oloron-Sainte-Marie por Sainte-Maure de Touraine a Barbençon

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Sainte Maure de Touraine desde su santuario. Foto R.Puig

Sainte Maure de Touraine desde su santuario. Foto R.Puig

Para Anne y Dominique

Era casi mediodía cuando dejé Oloron en dirección de Bélgica.  Pero recorrer hacia el norte todo el oeste de Francia requería una parada al sur de Tours, así que diciendo adiós al Bearnesado por rutas secundarias atravesé los últimos paisajes pre-pirenaicos, entre breves valles y suaves laderas colmadas de viñedos. De un modo u otro el GPS me acabaría poniendo en la A10.

Llegué al camping municipal de Sainte-Maure de Touraine (Santa Maura de Turena), treinta y dos kilómetros al sur de Tours, cuando ya se avecinaba la puesta de sol. Mañana habrá que atravesar París para dirigirme a la provincia de Heinault en Bélgica, a través del departamento de las Ardenas francesas, aunque antes de abandonar el lugar me doy una vuelta por su monumento más representativo.

Sainte-Maure de Touraine

Una altura rocosa sobre una llanura, un santuario del siglo VI dedicado a las Santas Maura y Brita, probablemente sobre un templo pagano del antiguo enclave romano de Arciacum, remodelado por las sucesivas ampliaciones financiadas por los señores feudales del lugar, que harán donación del templo a la abadía de Noyers en el siglo XII. Una historia que se repite con ligeras variantes y otros protagonistas por todo el territorio de Francia.

Palacio señorial y santuario de Sainte Maure de Touraine. Foto R.Puig

Palacio señorial y santuario de Sainte Maure de Touraine. Foto R.Puig

Lo mismo puede decirse de la forma en que el conjunto se va fortificando  con el paso de los siglos y las guerras y de la llegada de los efectos colaterales de la Revolución Francesa y de la ruina posterior. Pero también llega la reconstrucción y el descubrimiento de la cripta gótica en el siglo XIX  y con ello el retorno al culto de las dos santas y de sus supuestas reliquias.  Por supuesto, no falta una fuente que cura muchos males, junto a una capilla no lejos del templo.

Nave central de la iglesia de Sainte Maure de Touraine. Foto R.Puig

Nave central de la iglesia de Sainte Maure de Touraine. Foto R.Puig

El santuario y sus contrafuertes presiden el pueblo y el curso del río Manse, que vierte sus aguas en el Vienne antes de Chinon,  que a su vez desemboca en el Loira, no lejos de la renombrada Abadía de Fontevraud, que me quedé con ganas de visitar, prometiéndome hacerlo otro verano.

Tampoco me detengo en Tours -¡ay de mi cuántas cosas voy dejando al borde de la ruta!- pues me esperan los embotellamientos del cinturón de París y, sorpresa agradable, unos holandeses en una furgoneta hermana, verde primavera e impecable, que me van saludando efusivos mientras nos adelantamos por turnos en nuestro recorrido por la N20.

Una furgoneta hermana entrando en París. Foto R.Puig

Una furgoneta hermana entrando en París. Foto R.Puig

Es la cofradía de los pirados de la Multiván VW T3 que cada vez que nos encontramos por Europa nos saludamos con un golpe de bocina o agitando el brazo por la ventanilla. ¡Al fin y al cabo no somos ya muchos!

Barbençon

Me paro a dormir dos noches en este comuna del municipio de Beaumont, cerca de la frontera francesa en la región menos poblada de Bélgica. Es una comarca de la provincia de Hainault, surcada de suaves vaguadas verdeantes y de magníficos bosques, abrazada por los cursos de los ríos Sambre y Meuse, entre Thuin y Philippevile, al sur de Charleroi y, para los amantes de la cerveza una referencia: a poca distancia de la abadía de Chimay .

Hago honor a la hospitalidad de unos muy buenos amigos que han dejado el tráfago de Bruselas y se han venido a vivir a este país de hermosos relieves, mucha historia e infinita calma.

Merienda cena junto al estanque donde pululan los renacuajos y al amanecer croan dos o tres ranas, conversación hasta bien tarde

Chez mes amis. Barbençon. Foto R.Puig

Chez mes amis. Barbençon. Foto R.Puig

y, al día siguiente, paseo por los alrededores bordeando el estanque del castillo,

El chateau de Barbençon. Foto R.Puig

El chateau de Barbençon. Foto R.Puig

junto al que se mueven parsimoniosas unas ocas de raza atípica

Las ocas de Barbençon . Foto R.Puig

Las ocas de Barbençon . Foto R.Puig

Por su calle principal, las tradicionales casas de piedra que son características de toda la región

Construccion tradicional en piedra. Barbençon. Foto R.Puig

Construccion tradicional en piedra. Barbençon. Foto R.Puig

Un crucificado extraño preside el sobrio pórtico de su iglesia y me hace pensar en la conocida premonición del salmista: “Gusano soy y no hombre” (Salmo 22.6), anuncio de la pasión de Cristo que recuerdo haber escuchado en las liturgias de mi juventud

Gusano soy y no hombre. Salmo 22.6. Portico entrada de la Iglesia de Barbençon. Foto R.Puig

Gusano soy y no hombre. Salmo 22.6. Portico entrada de la Iglesia de Barbençon. Foto R.Puig

Lobbes

Por la tarde decidimos ir a Lobbes (no lejos de la ciudad fortificada de Thuin) a visitar su colegiata

La Colegiata de Lobbes . Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes . Foto R.Puig

La colegiata de Saint-Ursmer es la más antigua iglesia de Bélgica. Data del siglo XI y ha mantenido en esencia su sobrio estilo carolingio, incólume hasta hoy, no obstante su vinculación con la poderosa abadía de Lobbes y la destrucción de los edificios y propiedades del rico establecimiento monacal por las tropas francesas en 1794.

La Colegiata de Lobbes. Cripta   . Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes. Cripta . Foto R.Puig

La visita daría para mucho pero me limitaré a especular sobre lo que las lápidas de tres de sus abades medievales (en especial una de ellas), cinceladas en el siglo XVI y obra de un escultor anónimo, representan de forma magistral.

Estas losas sepulcrales sufrieron durante varios siglos las pisadas de los fieles por el pavimento del interior de la iglesia hasta su remoción y posterior emplazamiento en las paredes de la cripta.  Dos de ellas son de mármol negro, probablemente procedente de Golzinne, en la región de Macy, cerca de Namur, de unas canteras bajo tierra que ya excavaban los romanos.

La Colegiata de   Lobbes .  Tumba de San Dodón Abad. Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes . Tumba de San Dodón Abad. Foto R.Puig

Una pátina gris las recubre. Pero los fieles que se frotan contra una de ellas para curar sus enfermedades de la piel (la que dicen representa a San Dodón abad, cuyo rostro en mármol blanco incrustado sobre el negro tiene la nariz rota) mantienen al descubierto el negro profundo del mármol “negro belga”, que es hoy el más caro y escaso de Europa.

La Colegiata de  Lobbes .  Tumba de abad. Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes . Tumba de abad. Foto R.Puig

En el muro opuesto hay otra losa. Sus bajorrelieves revelan, así como en la otra, la extraordinaria maestría del escultor o escultores tardo góticos que los esculpieron.

La Colegiata de Lobbes.  Tumba de abad. Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes. Tumba de abad. Foto R.Puig

Son los de esta última los que más me han sorprendido e intrigado.

La Colegiata de Lobbes .  Tumba de abad. Detalle. Violencia bélica. Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes . Tumba de abad. Detalle. Violencia bélica. Foto R.Puig

Sus escenas de violencia y de muerte sin duda encierran un mensaje y, según un benévolo guía del lugar, quieren describir la situación de conflictos cruentos, incluso entre los mismos monjes, que al nuevo abad pacificador, para cuya tumba se diseñó, le había legado el mal gobierno de su antecesor.

La alegoría de la muerte era bastante habitual como memento mori, si bien esta me parece muy original, sobre todo en el detalle de los enormes gusanos que se arrastran sobre los huesos del esqueleto, aún cubierto de restos de piel y carne

Colegiata de  Lobbes.  Tumba de abad. Detalle. Corrupción tras la muerte. Foto R.Puig

Colegiata de Lobbes. Tumba de abad. Detalle. Corrupción tras la muerte. Foto R.Puig

No sé lo que mis lectores pensarán de alguno de los cuadros de esta obra de arte que he seleccionado, alusivas a la navegación, como esta carabela en medio de las olas

La Colegiata de   Lobbes .  Tumba de abad. Detalle. A merced de las olas.Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes . Tumba de abad. Detalle. A merced de las olas.Foto R.Puig

que parece llevarnos a otros mundos allende el océano. ¿Rumbo a las Indias?

Pues aunque no sea original la representación de los vientos que soplan con fuerza, sí los es el que aparezcan asociados a una figura simiesca que recuerda la del mono en los códices pre-hispánicos de Mesoamérica y en la escultura azteca

La Colegiata de  Lobbes.  Tumba de abad. Detalle. Alegoría de los vientos y posibles ídolos amerindianos. Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes. Tumba de abad. Detalle. Alegoría de los vientos y posibles ídolos amerindianos. Foto R.Puig

donde Ozomatli, alias Ehécatl, era el dios de los ciclones que arrebataba a los hombres sus posesiones

El mono Ozomatli de la iconografia azteca. Fuente Prezi.com

El mono Ozomatli de la iconografia azteca. Fuente Prezi.com

Ehécatl - Ozomatli. Fuente Prezi. com

Ehécatl – Ozomatli. Fuente Prezi. com

Ozomatli. fuente prezi.com

Ozomatli. Fuente Prezi.com

Además hay otra que recuerda en su perfil y en su tocado a los de algunos sacerdotes mayas y caciques de los códices pre-hispánicos o a los curacas de algunas crónicas de la conquista de América

La Colegiata de    Lobbes.  Tumba de abad. Detalle. Posible cacique o sacerdote mesoamericano. Foto R.Puig

La Colegiata de Lobbes. Tumba de abad. Detalle. Posible cacique o sacerdote mesoamericano. Foto R.Puig

Fisionomia azteca. Fuente newmedia.ufm.edu

Fisionomia azteca. Fuente newmedia.ufm.edu

Perfil maya. Fuente hispanoart.blogspot

Perfil maya. Fuente hispanoart.blogspot

¿Pudo ser que el escultor de la lápida, al servicio de la Abadía de Lobbes, tuviese acceso en la biblioteca a alguno de los códices aztecas o mayas o a crónicas ilustradas de la conquista de América, de los que circulaban por la Europa del siglo XVI? Si pudiese descifrar tranquilamente la orla de textos latinos que, en apretados caracteres góticos, llenan los márgenes de la lápida, pudiera ser que surgiera alguna pista. Pero será par otra vez o para alguna búsqueda bibliográfica en los libros que tratan de la historia de este lugar.

También pudiera ser que algún especialista en Iconología tenga una explicación menos complicada.

Codex Borgia page 59. Biblioteca Vaticana. Wikipedia Commons.

Codex Borgia page 59. Biblioteca Vaticana. Wikipedia Commons.

No se debe olvidar que los territorios en que se encontraba la Abadía de Lobbes formaban parte del imperio de Carlos V y que los vericuetos por los que no pocos códices acabaron en las bibliotecas y archivos europeos pasaban por los equipajes que conquistadores, monjes y misioneros traían o enviaban desde América.

Codice maya de Dresde.

Códice maya de Dresde.

Frente al número de códices que, como es notorio, quemaron los conquistadores por juzgarlos idólatras, seguramente hubo muchísimos más, así como figuras en piedra o terracota, que fueron materia de un comercio lucrativo y de obsequios exóticos y prestigiosos entre nobles, príncipes y abadías.

Estas imágenes no dejan de sorprenderme. No sería extraño que el admirable escultor que las cinceló por encargo de los abades de Lobbes hubiera encontrado inspiración en los fondos de la biblioteca de los monjes y accedido a algunos códices, más tarde dispersados por los invasores franceses que, bajo el mando del general Louis Charbonniere, destruyeron esta abadía y la de Aulnes en 1794. Ese oficial de los ejércitos de la Convención fue un hábil negociante y un notorio beneficiario de sus propias demoliciones y rapiñas. Si bien, más de un siglo antes, las tropas de Luis XIV y del Cardenal Mazarin ya se habían empleado a fondo en el pillaje de la abadía.

La abadía de Lobbes en el siglo XVIII. Fuente wikipedia

La abadía de Lobbes en el siglo XVIII. Fuente wikipedia

Seneffe

Para terminar la jornada decidimos dar una vuelta por el Chateau de Seneffe, al que no volvía desde hace bastantes años, en cuyo parque hay actualmente una exposición de las habituales formas gigantes del escultor Mauro Staccioli, casi todas en acero corten.

Chateau de Seneffe. Espiral. Mauro Staccioli. Foto R.Puig

Chateau de Seneffe. Espiral. Mauro Staccioli. Foto R.Puig

Lo que no suele repetir es la ubicación de cada una de ellas, elegida por el escultor en armonía con el emplazamiento dentro del paisaje.

Lo hace de tal manera que, se miren desde donde se miren, nos ofrecen una visión diferente del juego de sus simetrías con la arquitectura del palacio y las perspectivas de su parque y de las alineaciones de césped, árboles y estanques

Seneffe. Flecha de Mauro Staccioli. Foto R.Puig

Seneffe. Flecha de Mauro Staccioli. Foto R.Puig

A pesar de los nubarrones que se estaban acumulando, quisimos llegar hasta el fondo de estos vastos espacios, en pos de los efectos visuales de las esculturas de Staccioli.

La consecuencia es que nos sorprendió una fortísima tormenta y nos calamos hasta los huesos, pero pagamos ese tributo sabiendo que merecía la pena. Al menos no nos cayó un rayo, lo que podía haber ocurrido porque los truenos nos acompañaron durante buena parte del remojón.

Chateau de Seneffe. Elipse. Mauro Staccioli. Foto R.Puig

Chateau de Seneffe. Elipse. Mauro Staccioli. Foto R.Puig

Emprendimos la vuelta a Barbençon ansiando una ducha caliente, ropas secas y un tazón de leche humeante que nos iban a sacar el frío del cuerpo.

Seneffe. Cono de Mauro Staccioli bajo la lluvia. Foto R.Puig

Seneffe. Cono de Mauro Staccioli bajo la lluvia. Foto R.Puig


Camino de Suecia (y V): la casa museo de Emil Nolde en Seebüll

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Emil Nolde. Juncos. Acuarela.  China 1913

Emil Nolde. Juncos. Acuarela. China 1913.

Dejo Beauraing a las once de la mañana y pian piano llego al camping de Lübeck  poco antes de las nueve de la noche, hora de cierre de la recepción.  La mayor parte de la ruta transcurre por las autopistas alemanas, en particular por la A2. A día siguiente dejo Lübeck temprano.  Ya he visitado Lübeck en el viaje de bajada, así que ni siquiera atravieso el centro de la ciudad. El objetivo es llegar al ferry de las ocho de la tarde, que me habrá de llevar de Fredrikshavn a Gotemburgo.

La Fundación Ada y Emil Nolde

Guiado por un cálculo optimista decido desviarme hacia Seebüll, muy cerca de las orillas del Mar del Norte en Alemania, ya dentro de la península de Jutlandia y a un paso de la frontera danesa.  Cumplo así el viejo propósito de ir  a ver las obras de Emil Nolde (1867-1956) que se guardan en la casa en la que vivió de forma permanente desde 1940 hasta su muerte en 1956. La propiedad del anciano artista pasó a la fundación que lleva su nombre y el de su primera mujer,  Ada Vilstrup, que compartió casi toda su vida. Ella falleció diez años antes que él, en 1946, el mismo año en que el pintor definió en su testamento las líneas maestras del proyecto, en el que tuvo una parte importante Jolanthe Erdmann, la joven con la que se casó en 1948.

La casa museo de Emil Nolde. Foto R.Puig

La casa museo de Emil Nolde. Foto R.Puig

Ciertamente no seré yo quien descubra a los lectores de mi blog el cúmulo de información disponible en internet sobre la vida y la obra de Nolde.  Se ha discutido mucho sobre su abundante producción artística. Lo mío son las impresiones que su casa museo han suscitado en un viejo aficionado al expresionismo alemán.  Mi breve visita me ha recordado también una exposición en Madrid en la Fundación Juan March en el otoño de 1997, “Emil Nolde. Naturaleza y Religión”, que me sirvió de introducción a un artista autodidacta y prolífico que se resistió siempre a las clasificaciones.

Esa doble dominante de su obra, la bíblica y la paisajística, es bien patente en la exposición, así como sus retratos, en especial las acuarelas de rostros de mujer, y una selección de los cerca de 1300 bocetos de su etapa de reclusión en Seebüll, en esta misma casa, cuando clandestinamente desobedecía a la prohibición de pintar que le había impuesto el régimen nazi.

Es bien sabido que en la muestra “Arte degenerado”, promovida por Hitler y sus corifeos, el artista más vilipendiado y representado (con 48 cuadros de los 1.052 confiscados en museos y galerías) fue Emil Nolde.

La casa museo de Emil Nolde desde el jardín. Foto R.Puig

La casa museo de Emil Nolde desde el jardín. Foto R.Puig

Para encontrar este rincón, al que difícilmente habría llegado sin el GPS, hay que adentrarse en una comarca de viejas marismas transformadas en campos de cultivo, circulando por carreteras vecinales

El pintor era hijo de campesinos de la región y cumplió el deseo de volver a vivir y pintar en  sus tierras de origen. Su formación profesional fue la de un ebanista, que, después de pasar por la talla de muebles y el dibujo ornamental, dio el salto a la pintura y el grabado. En la época en que se produce ese cambio y se casa con Ada Vilstrup (estudiante danesa de arte dramático) cambia su apellido de Hansen por el de Nolde, el nombre de su pueblo natal.

Casa museo de Emil Nolde. El jardín. Foto R.Puig

Casa museo de Emil Nolde. El jardín. Foto R.Puig

Es conocida su colaboración fugaz con los pintores de “Die Brücke” (El puente), su fuerte impregnación del romanticismo decimonónico de su país, su vinculación afectiva con las raíces medievales del arte alemán, común a varios pintores y escultores de su tiempo, su misticismo y religiosidad vagamente panteístas, así como su interés por la imaginería de Asia y Oceanía, que cuadraba bien con su forma libre y su manera autodidacta.

Aunque siempre fue reacio a las teorías estéticas ajenas, Emil Nolde teorizó sobre su propia obra, espoleado en parte por las críticas que suscitaba la “tosquedad de su técnica”.  Todavía hoy es difícil enfrentarse a sus cuadros, sobre todo a los “cuadros religiosos”, con un espíritu crítico neutral, debido a la polémica que siempre les ha rodeado.  Pero también es complicado ser imparcial y crítico con la obra de Nolde a causa del aura de resistente y de campeón de la libertad artística que la persecución nazi paradójicamente le brindó.

Sensaciones en la Fundación Nolde

Dejo para el final mi pequeño ramillete de obras de Nolde de entre aquellas que prefiero. Antes quiero recoger aquí mi impresión sobre la distribución expositiva de la fundación de Seebüll y sobre las decisiones que guían la presentación de la obra del artista.

Al parecer, la agrupación de 33 óleos de dimensiones considerables (en sus uniformes marcos originales) en dos apretadas filas superpuestas en un solo salón (el espacio más grande la casa taller), respeta el hecho de que era así como los guardaba bajo llave y los quería contemplar y enseñar el pintor en sus años de reclusión y de retiro. Por lo que esa apelotonada disposición expositiva (que malamente ayuda a admirar las obras) respondería a sus últimas voluntades.

Si es así, hay que resignarse a ello, pero siento que no casa bien con la generosidad espacial y arquitectónica del edificio denominado Forum (pasaje obligado para emprender el recorrido hacia el jardín y la casa museo) que alberga la recepción y venta de billetes y de las publicaciones y objetos  de una la extensa boutique, la sala de proyecciones, la galería informativa y el restaurante. Un tercer edificio está dedicado a las oficinas de la Fundación.

El hostal de Seebüll Hof o granja de Hülltoft. Foto R.Puig

El hostal de Seebüll Hof o granja de Hülltoft. Foto R.Puig

No lejos del aparcamiento, está la granja de Hülltoft, en la que vivió el pintor durante la construcción de su casa y que, a juzgar por las acuarelas en las que aparece, ha conservado su aspecto de entonces.

Emil Nolde. La granja de Hültoof en invierno.  Acuarela.

Emil Nolde. La granja de Hültoof en invierno. Acuarela.

Hoy es una casa de huéspedes para los visitantes.

Emil Nolde.Verano tardío. Granja de Seebüll.  Acuarela.

Emil Nolde.Verano tardío. Granja de Seebüll. Acuarela.

Seebüll un destino de peregrinaje y de veneración de la figura y la obra de Emil Nolde. Como tal paga tributo a los espacios comerciales. No obstante, las obras de mayor formato se podrían presentar más generosamente, dándoles el aire que están reclamando. Ello ayudaría al visitante a contemplarlas,  estudiarlas, y disfrutarlas mejor. Se entiende que el anciano Nolde quisiera tenerlas así y, en el espacio reducido de su casa, no tuviese otra alternativa, pero hoy en día la denominada “Billedsalen” se asemeja a un salón de subastas o a un gabinete de coleccionista barroco.

Contrasta con ello el “atelieret” del artista donde se exhiben sus escenas evangélicas, cuya sinceridad religiosa es patente pero cuya calidad (materiales, color, factura) es discutible o, al menos inferior a los mejores cuadros de su obra profana.  En ese semisótano, donde Nolde pintaba,  esa serie dedicada a la vida de Cristo se presenta, como si de una capilla se tratase, estructurada en retablo.  El artista concibió esas escenas con la idea de que fuesen acogidas en una iglesia, pero fueron rechazadas repetidamente.

Eché en falta uno de los mejores óleos religiosos de Nolde, el “Jesús y los escribas” (1951), obra de su vejez, quizás prestada a la exposición que este verano le ha dedicado el Museo Luisiana de Dinamarca.

Jesús entre los doctores. Emil Nolde. Óleo. 1951

Jesús entre los doctores. Emil Nolde. Óleo. 1951

En todo caso, el jardín sigue también como el pintor lo diseñó y en los alrededores siguen pastando las vacas.

Una vaca cerca de la Fundación Nolde. Foto R.Puig

Una vaca cerca de la Fundación Nolde. Foto R.Puig

Pequeña selección personal

El agitado mar del Norte es uno de los temas preferidos y mejor logrados de Emil Nolde

Mar tormentoso. Emil Nolde.

Mar tormentoso. Emil Nolde.

Así como los cielos abrasados del atardecer

Atardecer. Emil Nolde. Óleo.Detalle.

Atardecer. Emil Nolde. Óleo.Detalle.

Las acuarelas de su largo viaje al Oriente en 1913/14

Emil Nolde. Junco. Acuarela. China 1913

Emil Nolde. Junco. Acuarela. China 1913

los juncos de los osados marineros y pescadores asiáticos

Emil Nolde. Palmen am Ufer. Acuarela. 1913 1914

Emil Nolde. Palmen am Ufer. Acuarela. 1913 1914

palmeras sobre mares paradisíacos y rostros de un mundo inocente.

Emil Nolde.Joven Buka.  Acuarela. 1913 1914

Emil Nolde. Joven Buka. Acuarela. 1913 1914

Más de treinta años después, son otros los rostros

Dos personas. Óleo. Detalle.  1945. Emil Nolde.

Dos personas. Óleo. Detalle. 1945. Emil Nolde.

entre los cuales admiro su maestría a la acuarela en el retrato de aquellas mujeres que conoció o que jugaron un papel importante en su vida, como este de la joven Jolanthe, su segunda mujer, quien se encargó junto con Joachmim von Lepel,  designado primer director por el artista, de organizar la Fundación Ada y Emil Nolde de Seebüll, para preservar y dar a conocer su obra.

Emil Nolde. Jolanthe Nolde. Acuarela. 1950

Emil Nolde. Jolanthe Nolde. Acuarela. 1950

Pienso que Emil Nolte fue tallando su propia vida como un experto ebanista que no sólo mide y construye sus creaciones, sino también su propia historia, contra viento y marea y reivindicándose frente a quienes quisieron eliminarle de la Historia.

 …

Llegando a Gotemburgo

Al salir de Seebüll miro la hora. No tengo más remedio que acelerar la marcha tras dejar las rutas vecinales  que atraviesan la frontera alemana por los campos del sur de Jutlandia, bañados en la luminosidad de una tarde perfecta que ya empieza a ser escandinava.

No me gustaría perder el ferry de las ocho de la tarde que, desde Fredrikshavn, me va a permitir desembarcar en Gotemburgo antes de la medianoche.  Justo, justo, paso por la garita de los billetes media hora antes de la salida.

En el ferry. Foto R.Puig

En el ferry. Foto R.Puig

En las cubiertas del Stena Danica hay, según se mire, un ambiente tanto de final como de comienzo de vacaciones:  hay viajeros alemanes de subida hacia sus destinos campestres en Suecia o Noruega, y suecos y noruegos de vuelta de sus baños de sol y mar en el continente.  Son estos los que más se explayan, cerveza en mano en el bar del puente superior de la nave, donde devoro un canapé de gambas y una hamburguesa doble,  preparados y servidos por empleadas filipinas.

En el ferry.   Foto R.Puig

En el ferry. Foto R.Puig

Un puente más arriba,  sobre uno de los bancos en los que se almacenan los chalecos salvavidas, disfruto de la puesta de sol y de una tardía siesta al aire libre.

Desde el ferry. Foto R.Puig

Desde el ferry. Foto R.Puig

La entrada en la bocana de la ría de Gotemburgo y el paso bajo el Älvsborgsbron (el puente que lleva el nombre de la fortaleza que defendía Gotemburgo en el pasado) la disfruto desde las barandillas exteriores de la nave.

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo.  Foto R.Puig

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo. Foto R.Puig

Las estructuras de acero del puente y la enorme grúa de los antiguos astilleros emergen entre las luces de la noche

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo.  Foto R.Puig

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo. Foto R.Puig

Al fondo, refulgente, la ciudad es una línea de luciérnagas multicolores

La noche de la ría.  Acrílico y óleo sobre tela. R. Puig 2014

La noche de la ría. Acrílico y óleo sobre tela. R. Puig 2014


Dibujos reunidos (IV): evocando a Pontormo con motivo de unos dibujos de Sorolla

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studio de muchacho sentado para La Villa Medicea de Poggio a Caiano. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Estudio de muchacho sentado para La Villa Medicea de Poggio a Caiano. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Este es mi reseña de una asociación personal probablemente excesiva.

Hace poco, como se ha visto en este blog, visité el Museo Sorolla en Madrid con ocasión de una exposición temporal (“Trazos en la arena”) de algunos de los 1300 dibujos de Joaquín Sorolla (1863-1923)  que, según se explicaba, posee la Fundación Sorolla.

Pocos meses antes estuve en otra dedicada a los dibujos de Jacopo Pontormo (1494-1556) en la Fundación Mapfre, también en Madrid, que me impresionó considerablemente.

Sin ánimo de sentar cátedra sobre nada, he reunido aquí algunos de aquellos dibujos del florentino, junto a los bocetos o estudios que, casi quinientos años más tarde, realizaba el valenciano para algunos de sus cuadros, en que el cuerpo desnudo de los niños es el protagonista.

Sorolla. Boceto para El niño de la barquita. 1904

Sorolla. Boceto para El niño de la barquita. 1904. Fundación Sorolla

De un lado el naturalismo del artista de la luz mediterránea y, del otro, la tensión de un pintor del Cinquecento en creciente ruptura con los cánones mentales en los que se formó. Sorolla en progresión hacia la fama, Pontormo en camino hacia la incomprensión.

Estudio de muchacho que sopla por una caña. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Estudio de muchacho que sopla por una caña. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Salvo que algún día la exposición de otros bocetos demuestre lo contrario, en los dibujos de tema infantil o juvenil de Sorolla no es protagonista la mirada, pues los retratos de familia la recogen de forma convencional.

Cuando hablo de bocetos, es porque el trabajo a piedra negra, carboncillo o lápiz, de Pontormo o de Sorolla, se debe con frecuencia a la necesidad de bosquejar o de hacer estudios para telas o frescos, como reflexiva y tensa preparación en el primero, con la espontaneidad de lo cotidiano en el segundo.

Sorolla. Boceto para El baño 1899

Sorolla.Boceto para El baño 1899. Fundación Sorolla

Los dibujos de escenas de maternidad del español son retratos de intimidad familiar, los del italiano son inquietantes composiciones preparatorias de alguna de sus madonnas con el niño, misteriosamente desacralizadas, donde los ojos abren ventanas a un vacío interior.

Estudio para la Virgen con el Niño. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Estudio para la Virgen con el Niño. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Los cuerpos dibujados por Pontormo reflejan la manera de Miguel Ángel, filtrada por la influencia de Durero, pero los rostros de sus bocetos, sobre todo los ojos, son originales y anticipan las miradas del expresionismo moderno.

El boceto de un muchacho para el luneto de Vertumno y Pomona en la Villa Medicea de Poggio a Caiano (1519-1521) es un ejemplo de esa maestría inquietante y única.  Fuese quien fuese el modelo (quizás uno de los aprendices que le molía los pigmentos) las cuencas vacías son una constante de esos bosquejos, que, trasladados al lienzo o el fresco, se convierten en ese tipo de miradas opacas que son su marca distintiva.

Estudio de muchacho sentado para Poggio a Caiano.Detalle. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Estudio de muchacho sentado para Poggio a Caiano. Detalle. Jacopo Pontormo. Uffizi.

No ha de extrañar que su obra sagrada dejase descolocado a más de uno de sus píos comanditarios.

Siglos más tarde otro artista, igual de hábil para el pergeño y el trabajo rápido con el lápiz, el carboncillo o la aguada, no tuvo tal problema, pues, por la misma época en que Picasso, Braque o Juan Gris removían las constantes del arte, a Sorolla le pedían lo que daba y daba lo que le pedían.

Sorolla. Después del baño 1905

Sorolla. Después del baño 1905. Fundación Sorolla.

Sorolla vivió aceptado, dibujando y pintando en la certidumbre. Pontormo vivió en soledad y dibujó y pintó en la perplejidad.

Estudio de putto. Jacopo Pontormo. Uffizi.

Estudio de putto. Jacopo Pontormo. Uffizi.



Fisionomías (XIV): Rostros y figuras del Reino de Ife (Nigeria y Benin)

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Cabeza de un Ooni. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de un Ooni. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

 Esculturas de la civilización Yoruba en los museos de Nigeria

He visitado recientemente la exposición “Obras maestras de África – la historia del Reino de Ife” en el Museo de las Culturas del Mundo en Gotemburgo, donde he podido abandonarme a la fascinación de sus legendarias fisionomías y figuras en metal, terracota o piedra.

Ife, ciudad del suroeste de Nigeria, fue en siglos pasados una ciudad estado, sede de la dinastía de los Ooni (reyes) y centro de la civilización Yoruba. Su cultura se extendió también a lo que es hoy la vecina República de Benin.

Cabeza coronada. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza coronada. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

La fertilidad del valle en el que está situada favoreció la prosperidad del reino e hizo posible el progreso en la fundición y cincelado de metales, en particular de las aleaciones a partir del cobre y las técnicas del vidrio (perlas de cristal).

De la mitología de esa civilización se deriva una jerarquía tradicional que se sitúa entre el Otro Mundo, el del Creador, y el Mundo de lo que no es humano.

Figura de un rey. Aleación de cobre. s.XV. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Figura de un rey. Aleación de cobre. s.XV. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

De modo y manera que la sociedad y su equilibrio de poderes se ordenaban según tres niveles:

I     El de los espíritus, ancestros y dioses (Òrisa)

II    y las dos categorías de los seres humanos vivientes:

(1) los que saben (y se ornan con perlas de cristal de varios colores): los reyes, reinas, ancianos y jefes, los sacerdotes, adivinos y herboristas, los iniciados y quienes hacen las máscaras;

(2) los ignaros: los extranjeros, los no iniciados, los niños.

Pomo de un cetro. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Pomo de un cetro. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cada estrato tiene su figuración propia en las esculturas que los arqueólogos han ido desenterrando durante los últimos cien años y que conforman la impresionante colección de la  National Commission for Museums and Monuments (NCMM) de Nigeria.

La escultura en metal y en piedra

La técnica de la cera perdida aplicada a la fundición en cobre produjo piezas de una extraordinaria calidad, en general reservadas para las figuras y útiles de los dos niveles superiores. Así como las joyas hechas con perlas multicolores de vidrio, de las cuales Ife fue un centro de producción y de comercialización más allá de sus territorios. Poseerlas y exhibirlas era un signo de status político social.

Máscara que representa al Ooni Obalufun II. Cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Máscara que representa al Ooni Obalufun II. Cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Las fisionomías son de un realismo sereno con finos detalles en el tratamiento del metal, como son las escarificaciones que recorren los rostros y son típicas de las prácticas culturales de la antigüedad yoruba e identificadores de la comunidad de pertenencia.

Figura de siervo o mensajero. Aleación de cobre. ss.XVII a XVIII. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Figura de siervo o mensajero. Aleación de cobre. ss.XVII a XVIII. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Esa serenidad puede alterarse cuando se representan personajes de estrato inferior,

sobre todo si se trata de condenados o prisioneros

Pomo de un cetro con cabeza de condenado. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Pomo de un cetro con cabeza de condenado. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

También se esculpía la piedra, como es el caso en la figura de Idena, la guardiana del camino hacia el santuario de Ore, el dios de la caza

Figura de Idena. Piedra. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Figura de Idena. Piedra. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Terracotas

Las obras en terracota se caracterizan por un mayor naturalismo aunque anteceden en varios siglos a la aparición de los trabajos en aleaciones del cobre

Cabeza. Terracota NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza. Terracota NCMM. Lagos. Foto R.Puig

También estan presentes en la exposición las representaciones de animales en tierra cocida

Cabeza de elefante. Terracota. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de elefante. Terracota. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de perro. Terracota. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de perro. Terracota. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

o las situaciones de enfermedad o anomalía, en este caso no sabemos bien con qué significado y si era con finalidades mágicas o rituales

Figura masculina con elefantiasis escrotal. Terracota. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Figura masculina con elefantiasis escrotal. Terracota. ss.XIII a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

No faltan tampoco en terracota las figuras de extranjeros preparados para el sacrificio

Cabeza de extranjero destinado al sacrificio.  Terracota. s. XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de extranjero destinado al sacrificio. Terracota. s. XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

También se modelaban las figuras destinadas a los altares de los santuarios o de los hogares y las figuras de orisas, ancestros o personajes reales

Cabeza coronada. Terracota. ss.XII a XV. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza coronada. Terracota. ss.XII a XV. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de mujer de familia real. Terracota. ss.XIII a XV. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza de mujer de familia real. Terracota. ss.XIII a XV. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Las fisionomías en terracota son particularmente emocionantes por su calidez, textura y tratamiento de las formas.

Cabeza.  Terracota. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza. Terracota. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza. Terracota.   NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza. Terracota. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza. Terracota. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Cabeza. Terracota. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Se supone además que el modelado en arcilla, como en la África de hoy, estaba a cargo de las mujeres, mientras el trabajo con metales estaba reservado a artistas varones.

Figura equestre. Aleación de cobre. ss. XVIIa XVIII.NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Figura equestre. Aleación de cobre. ss. XVIIa XVIII.NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Arquero. Detalle. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Arquero. Detalle. Aleación de cobre. ss.XV a XVI. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Algo que, finalmente, hay que tener en cuenta es que las esculturas de la civilización de los yorubas eran policromadas. Nos haría falta un esfuerzo de la fantasía para imaginar cuál era su verdadero aspecto.

Obalufon. ss.XVII a XIX. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Obalufon. ss.XVII a XIX. NCMM. Lagos. Foto R.Puig

Conclusión

No obstante tratarse de rostros llegados de un mundo y de una sociedad organizada de forma tan distinta a las nuestras, pasé más de dos horas moviéndome entre todas estas presencias, capturado por una sensación de actualidad y de ruptura de tiempos, como si el espesor de los siglos y de las distancias geográficas se hubiera disuelto y estos rostros fuesen los mismos de muchos afroamericanos y no pocos afroeuropeos que viven hoy en día en los territorios de la civilización occidental.

Los seres humanos, sus expresiones, la dignidad o las penas que sus fisionomías pueden expresar y el arte recoger no han cambiado. A los treinta y cinco millones de hombres y mujeres de ascendencia yoruba los podemos hoy encontrar no sólo en el África Occidental, sino  a diario en las calles de Europa y América, en particular en Brasil, Cuba, Haití y los Estados Unidos.

A través de qué vicisitudes, esclavitudes y exilios se han afincado por el mundo, eso daría para muchos capítulos.


Fisionomías (XV): tallas tradicionales de comunidades del África Central

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Mascara del pueblo Yaka. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Mascara del pueblo Yaka. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Dedicado a Fernando y Gloria, a quienes debo esta crónica

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Del Reino de Ife al arte popular del África Central

La entrada del domingo pasado nos transportó cinco o más siglos atrás, a un mundo legendario en tierras africanas que son hoy parte de Nigeria y de la República de Benin. Eran obras pertenecientes a una civilización monárquica muy jerarquizada, próspera, y técnica y culturalmente sofisticada. Metal, cerámica y piedra eran los materiales utilizados por los artistas de aquella África legendaria.

Hoy damos un salto en el tiempo y tenemos la oportunidad de contemplar una muestra de lo que con materiales más modestos pero con no menor destreza crearon otros artistas africanos varios siglos más tarde. Se trata de un arte popular con funciones propias dentro de las comunidades en que nace.

Y ello se debe a que he tenido el placer de visitar a mi buen amigo el Dr. Fernando Cardenal, que desde enero de 1961 y durante dos largas décadas fue médico en varios países del África Central,  principalmente en los que antes formaron parte del Congo Belga y del Congo Francés.

Con tal ocasión he tenido además el privilegio de admirar la importante colección de obras de arte popular que durante los años en que allí ejerció su profesión fue pacientemente reuniendo. Él es además el autor de la rigurosa información que esta crónica contiene

Los creadores de estos objetos suelen ser artistas al servicio de los reyes y los jefes de tribu y también hechiceros y curanderos.  Tras cumplir su misión, las figuras hechas con una finalidad mágica son desacralizadas por el hechicero, dejan de tener valor y pueden ser destruidas o vendidas.

La colección se compone de máscaras rituales, fetiches, estatuas-retrato de antepasados o de personajes que han dejado huella en la vida de la tribu, y también  armas y objetos de uso, que hoy son de interés etnográfico.

Casi todas las piezas son anteriores a la época de las independencias de esos países (las décadas de los cincuenta y los sesenta del siglo XX), ya que durante las guerras de descolonización y las guerras civiles y tribales que estallaron por entonces se produjeron muchas destrucciones.

Están perfectamente catalogadas y, junto con la importante biblioteca y archivo documental que completan la colección, son de gran valor para los estudiosos de las sociedades africanas tradicionales y de su arte popular.

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Máscaras

Mascara denominada Tshifwebe. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara denominada Tshifwebe. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara de contorno oval con cresta y surcos horizontales pintados alternativamente de blanco y rojo, ojos saltones y perforados para que el portador pueda ver por ellos. Tocado de rafia. Es un tipo de máscara llamada Tshifwebe perteneciente a una sociedad secreta de mujeres del pueblo Songye, que habita en la región sudeste del Congo-Kinshasa. (Catálogo FC-JLO)

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Mascara Tshifwebe. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara Tshifwebe. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Variante de la máscara Tshifwebe anterior. Contorno oval con estrechamiento a nivel de las mejillas y ensanchamiento en el mentón. A lo largo de todo el contorno tiene pequeños orificios para pasar por ellos cuerda que sujete un amplio tocado de rafia que se ha perdido. (Catálogo FC 410)

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Mascara del pueblo Suku.  Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara del pueblo Suku. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara de color claro, de rasgos finos, con cresta de varios niveles y por abajo collarín de rafia. Pertenece al pueblo Suku, que habita en la región del suroeste del Congo-Kinshasa, entre los pueblos Yaka y Pende.(Catálogo FC 47)

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Mascara denominada Muyembo. Pueblo Pende.  Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara denominada Muyembo. Pueblo Pende. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara llamada Muyembo, de cejas unidas, pómulos salientes, boca que hace mueca escéptica o despectiva y tocado de tela aterciopelada y de rafia. Procede de la aldea Tumbi del pueblo Pende, región del suroeste del Congo-Kinshasa. (Catálogo FC 764)

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Mascara de anciano.  Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara de anciano. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara de anciano vista de perfil. Nariz algo respingona, dientes limados en pico y amplia sotabarba. El borde está agujereado a trechos para pasar la cuerda que sostenía la rafia que se ha perdido. Apenas se ve grabada en la frente la cruz característica de este pueblo (sin relación ninguna con la cruz cristiana). (Catálogo FC 427)

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Mascara llamada Tshiongo. Pueblo Tshokwe. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara llamada Tshiongo. Pueblo Tshokwe. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara llamada Tshiongo, de color sepia claro, cejas juntas, nariz algo respingona, tocado de piel de mono de pelaje negro y blanco y de rafia. Pertenece al pueblo Tshokwe, territorio de Tshicapa en la región centro-sur del Congo-Kinshasa.  (Catálogo FC 426)

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Mascara del pueblo Yaka. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara del pueblo Yaka. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Máscara de cara alargada pintada en blanco ligeramente azulado, ojos saltones con contorno azulado. Debajo de los ojos hay sendos agujeros por los que el portador de la máscara puede ver. Tocado de tela y rafia.  Pertenece al pueblo Yaka, que habita en la región  del suroeste del Congo-Kinshasa,  frontera con Angola. (Catálogo  FC-JLO)

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Fetiches

Fetiche Teke para guardar sustancias mágicas.  Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Fetiche Teke para guardar sustancias mágicas. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Pequeño fetiche de 10 cm de altura, tallado en madera, conteniendo en su interior substancia mágica cubierta con una mezcla de barro y alquitrán natural.  Pertenece al pueblo Teke, que habita las orillas del río Congo, cerca de Kinshasa y de Brazzaville. (Catálogo FC 16).

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Fetiche del pueblo Bakongo.  Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Fetiche del pueblo Bakongo. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Pequeño fetiche de 10 cm de altura representando un prisionero atado de pie a dos estacas clavadas en el suelo, con materia mágica en el interior del tronco recubierta de barro y un trozo de tela. Procedente del pueblo Bakongo en la zona occidental del Congo-Kinshasa. (Catálogo FC 19)

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Gran fetiche del pueblo Songye. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Gran fetiche del pueblo Songye. Detalle. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Gran fetiche del pueblo Songye de la región del Kassai oriental, en el este del Congo-Kinshasa.  Altura 90 cm. Madera, cobre, cuentas de vidrio, cuerno, etc. (Catálogo  FC 169)

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Retratos y escenas de lo cotidiano

Alumbramiento. Detalle de la partera y la parturienta con su madre que la sostiene. Pueblo de los Basala  Mpasu. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Alumbramiento. Detalle de la partera y la parturienta con su madre que la sostiene. Pueblo de los Basala Mpasu. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Talla en madera dura de 70 cm de longitud, recubierta de fino polvo de teca con cinco personajes representando una escena de un parto. En la foto se aprecian la parturienta sentada en el suelo entre las piernas de su madre y la partera que sostiene la cabeza del niño. Pertenece al pueblo de los Basala  Mpasu, que habita en la región del centro-sur del Congo-Kinshasa. (Catálogo FC 130).

Alumbramiento. Pueblo de los Basala Mpasu.  Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Alumbramiento. Pueblo de los Basala Mpasu. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Esta foto de la misma talla muestra el grupo al completo y se puede apreciar, detrás de la madre, la presencia de otras dos mujeres que, al son de una especie de silbato y de un instrumento de percusión, marcan el ritmo para que la parturienta puje.

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Retrato de un antiguo rey del pueblo Kuba. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Retrato de un antiguo rey del pueblo Kuba. Colección Fernando Cardenal. Foto R.Puig

Retrato en madera de un antiguo rey del pueblo Kuba. Procede del taller de la aldea real Moshenge, lugar de residencia del rey, en la región del Kassaï, Congo-Kinshasa.  Altura 83 cm. (Catálogo  FC 1)

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Epílogo

Todo lo aquí expuesto es una breve selección de una colección, amplísima y extraordinaria, fruto de la labor de un médico que dedicó casi toda su carrera a servir a los africanos y que es un amante de las culturas de África. A su catalogación han ayudado expertos del Museo Nacional de Antropología, que ya patrocinó anteriormente su exposición en varias ciudades de España.

Este blog sólo cumple con ser una modesta caja de resonancia de la obra admirable y anónima de los artistas que tallaron estas obras. Es también un homenaje al amigo que las recogió y las ha conservado, librándolas de una más que probable desaparición.


Fisionomías (XVI): Los dientes y la representación del mal en la obra de Miguel Ángel. Un estudio revelador del Profesor Marco Bussagli

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Portada del libro del Profesor Marco Bussagli

Portada del libro del Profesor Marco Bussagli

A mediados de noviembre, mientras tomaba un café en la cantina de la Stadsbibliotek de Gotemburgo, hojeando Le Monde me topé con el nombre de Marco Bussagli, mi profesor y amigo durante mi año de estudios de Arte en Italia.

La crónica del corresponsal de Le Monde en Roma, Philippe Ridet, comenzaba así:

Marco Bussagli, historiador y profesor de Anatomía Artística de la Academia de Bellas Artes de Roma, contaba y recontaba en vano, no había lugar para la duda. Encaramado, un día de diciembre de 1996, sobre el andamiaje que ceñía la pared del Juicio Final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, entonces en plena restauración, ha visto que varios personajes presentaban una dentadura particular. En lugar de cuatro incisivos como todo el mundo, tenían cinco. Una anomalía que los odontólogos llaman “mesiodens”, o sea un diente suplementario entre los dos incisivos maxilares centrales

(NB: Nadie se había puesto a pensar sobre este fenómeno, hasta que Maurizio Rossi le hizo notar en 1986 el diente supernumerario de uno de los diablos del Juicio Final, al que el restaurador de la Sixtina no dio particular importancia, pero que desde aquel momento intrigó a Marco Bussagli y le condujo a seguir tirando del hilo. Aunque ya agradeció anteriormente en un artículo de marzo del 2005 la observación de Rossi,  lo hace de nuevo en las páginas 122 y 123 de su libro)

Continúa la reseña de Le Monde:

Han pasado más de veinte años desde este descubrimiento sorprendente. Veinte años para preguntarse por qué Ludovico Buonarroti Simoni (1475-1564) llamado Michelangelo había decidido añadir un diente a algunos de sus retratos. La aparición en octubre del libro de Marco Bussagli representa a la vez la suma de sus reflexiones y el desenlace de su investigación

(Bussagli, Marco, I denti di Michelangelo, Milano, Ed. Medusa, 2014, 175 páginas, de las que 28 están dedicadas a utilísimas notas y valiosa bibliografía, ISBN 978-88-7698-312-2)

A mí me faltó tiempo para conseguir el libro vía internet y leerlo con detenimiento y admiración.

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I denti di Michelangelo o la polisemia de un rasgo anatómico

Sibila de Delfos Capilla Sixtina. Detalle del mesiodiente

Sibila de Delfos Capilla Sixtina. Detalle del “mesiodens”

Tras haberlo leído dos veces y  a pesar de su dimensión reducida este ensayo se da a la fuga por todos lados; son muchas las derivaciones y las pistas que abre al  estudio de la personalidad, las preocupaciones, el pensamiento y el itinerario atormentado, pasional, sensual y espiritual de Miguel Ángel, como hombre y como artista, como pintor, como escultor, como poeta, como esteta, como amante secreto o platónico;  a su conciencia cristiana, su sentimiento de culpa, sus creencias, sus oscilaciones entre la desesperación de la predestinación y la esperanza de la gracia; a sus preferencias teológicas, sus veneraciones, sus desilusiones.

Ya tenía yo un poco olvidada la  larga vida y la extensa obra de Miguel Ángel que fueron como un vórtice que absorbía y reflejaba su compleja y turbulenta época. Bien lo resume Marco Bussagli al estudiar la aparición del quinto incisivo en una larga serie de fisionomías de las obras del genio toscano, recorriendo las más de cinco décadas que nos llevan desde el Cristo muerto de la Pietà del Vaticano, esculpido cuando era veinteañero (1497-1499), hasta la Crucifixión de San Pedro de la Capilla Paolina de Roma, que acabó a los 75 años (1545-1550).

Bussagli analiza sistemáticamente la nada casual presencia del mesiodens en frescos y dibujos de Miguel Ángel, así como en la Pietà del Vaticano, poniéndola en relación con las diversas circunstancias de la vida del artista y demostrando, mediante la comparación con otros arcos dentarios normales que aparecen en su obra, su intencionalidad y su polisemia. Para ello aborda las posibles concepciones filosóficas, médico-anatómicas,  gráficas y teológicas que motivaron su inserción del quinto incisivo en toda una serie de creaciones entre 1499 y 1550.

El libro parte de una premisa, la de que Miguel Ángel ocultó esta decisión iconográfica, y abre así un fascinante campo de investigación, desgranado en cinco temas.

Vesalius. De Humani Corporis Fabrica. 1543. Portada

Vesalius. De Humani Corporis Fabrica. 1543. Portada

I       La cuestión anatómica y  la correspondencia entre la idea de belleza y la de la simetría de las estructuras del cuerpo humano, en Vitruvio y Leon Battista Alberti o en la “fabrica” de Vesalio (De Humani Corporis Fabrica), y las relaciones de Miguel Ángel con médicos anatomistas de la época que señalaron la anomalía del quinto incisivo, como Realdo Colombo (De Re Anatomica) de quien fue amigo, o su conocimiento de los escritos del cirujano Michele Savonarola (Practica Major), tío de Gerolamo Savonarola, el famoso predicador, teólogo y líder toscano, a quien admiró y conoció el artista.  Es significativo que en las portadas de los tratados de Vesalio y de Colombo aparezca Miguel Ángel participando en una disección. De ello se deriva el conocimiento que ciertamente tuvo el artista de la anomalía odontológica del mesiodens.

Realdo Colombo De Re Anatomica 1559. Portada

Realdo Colombo. De Re Anatomica 1559. Portada

II     El tratamiento iconográfico del quinto incisivo desde los primeros dibujos de Miguel Ángel como metáfora del mal y del pecado. Bussagli rastrea sus fuentes literarias (Dante Alighieri) y gráficas (Andrea di Buonaioto), conocidas del artista desde joven, que probablemente explican su empleo de las anomalías de los dientes como figuración o signo del mal en sus varias modalidades.

Personje con mesiodiente. Escena de la serpiente de bronce. Capilla Sixtina.

Personje con mesiodiente. Escena de la serpiente de bronce. Capilla Sixtina.

III     La abundante presencia en la Bóveda de la Sixtina (1508-1512) de personajes de la historia de la humanidad antes de Cristo con el quinto incisivo como señal de que, al no haberles alcanzado la redención, vivieron ante gratiam y estaban irremediablemente marcados por el pecado original.

En este capítulo van desfilando varios personajes de la Biblia o del paganismo con la anomalía en la boca. Quienes, por el contrario, representan anticipadamente la historia sub gratia muestran una dentadura armónica

Sibila de Delfos Capilla Sixtina.

Sibila de Delfos y el mesiodens. Capilla Sixtina.

Es un elemento más del ambicioso despliegue de Miguel Ángel que, como es sabido, estructuró los frescos de la bóveda  de toda la Capilla Sixtina siguiendo la división de la historia de la humanidad en tres grandes etapas de Gioachinno da Fiore (1130-1202). Miguel Ángel  se había familiarizado con esa concepción, muy popular en la teología medieval,  a partir de varias fuentes que recuerda Bussagli, como la obra de Dante  (que tanto influyó en sus Rimas y en diversos motivos de su obra), las predicaciones de Girolamo Savonarola  en Florencia, o sus intercambios con Egidio da Viterbo en Roma. La bóveda de la Sixtina las recorre todas, desde el Génesis a la acción salvífica de Cristo y el Juicio Final.

El Juicio Final. Miguel Angel. Capilla Sixtina

El Juicio Final. Miguel Ángel. Capilla Sixtina (1537-1541)

IV      El quinto incisivo en la pared del Juicio Final (1537-1541) es quizás el que mejor resume la pasión teológica, y el estado de contrición y angustia existencial de Miguel Ángel. A este respecto, el libro no olvida que en las intensas Rimas de Miguel Ángel se detectan alusiones al simbolismo de los dientes en la Divina Comedia y en la Biblia. Y es en los frescos del Juicio Final de la Sixtina donde puede decirse que culmina este proceso de alusiones iconográficas al mal original simbolizado por el mesiodens, que se repiten en condenados, esqueletos y diablos.

Craneo con quinto incisivo. Juicio Final. Ilustración M.Bussagli

Craneo con quinto incisivo. Juicio Final. Ilustración M.Bussagli

Ha hecho falta un trabajo de veinte años de paciente investigación de Marco Bussagli para catalogarlos e interpretarlos a la luz del pensamiento del debate sobre la predestinación, que fue piedra de escándalo y conflicto en las pugnas teológicas de la época y una de las causas del cisma protestante. Hoy nos resulta difícil comprender que se muriese por ello y que el ponerse de un lado o del otro implicase a menudo graves riesgos.

Los condenados de la barca de Caronte. Juicio Final

Los condenados de la barca de Caronte. Juicio Final

No puedo resumir aquí el recorrido que hace el autor del libro por las principales polémicas religiosas de la época y por los autores antiguos y contemporáneos que servían para fundar o impugnar las varias concepciones al respecto (San Pablo, Pelagio, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Dante, Lutero, Erasmo, Juan de Valdés, el Círculo de Viterbo y Vittoria Colonna, Calvino, Gaspar Contarini, el autor del “Beneficio de Cristo”,  Reginal Pole, Paulo III, Paulo IV, etc.).

Lateral izquierdo de los condenados del Juicio Final

Lateral izquierdo de los condenados del Juicio Final

Como bien recuerda Bussagli en su análisis, Miguel Ángel no sólo veneraba con amor platónico y admiración intelectual a la patrocinadora del Círculo de Viterbo, Vittoria Colonna (1492-1547), sino que comulgaba con las ideas de reforma conciliante de sus integrantes, que serían, a la conclusión del Concilio de Trento (1545-1563), declaradas heréticas.

Vittoria Colonna. Marquesa de Pescara (1492-1547)

Vittoria Colonna. Marquesa de Pescara (1492-1547)

Bussagli no zanja la cuestión, pero piensa que Miguel Ángel usó el mesiodens como signo de distinción entre condenados y bienaventurados, pronunciándose simbólicamente por las ideas del Círculo de Viterbo. No en vano es un Cristo temible quien envía a los infiernos a los condenados, con un gesto que ya en la época escandalizó por su aire inmisericorde.  No era prudente decantarse por la idea de la predestinación (el servo arbitrio) cuando ya empezaban a arrojarse  acusaciones de heterodoxia contra las posiciones luteranas.

Miguel Angel. Juicio universal. El antro diabolico

Miguel Ángel. Juicio universal. El antro diabólico

El artista, prudentemente, ni siquiera a los discípulos más cercanos les reveló ese signo esparcido por las paredes de la Sixtina.  Tan es así, que, como señala Bussagli,  la enorme copia del Juicio Final de Marcello Venusti (bien cercano a Miguel Ángel),  realizada en 1548, ignora los numerosos dientes anómalos, cuya presencia corrige sistemáticamente.

V      El mesiodens del Cristo de la Pietà del Vaticano (1498-1499) y la cuestión del pecado original y su redención por la muerte del Hijo de Dios. El espectacular descubrimiento de Marco Bussagli del quinto incisivo en el Cristo de esta escultura juvenil de Miguel Ángel (tenía veinticuatro años cuando la realizó) y su luminoso análisis forman el ápice de esta magnífico estudio del profesor de la Academia de Bellas Artes de Roma, que demuestra que el pensamiento y las preocupaciones teológicas que mueven la iconografía religiosa del maestro toscano no son cosa de su vejez, como se ha estado diciendo, sino que parten de vivencias y reflexiones muy tempranas.

Pietà de Miguel Àngel.San Pedro. Roma. Foto R.Puig

Pietà de Miguel Àngel.San Pedro. Roma. Foto R.Puig

En este capítulo explica detenidamente cómo Miguel Ángel empezó a esculpir desde su adolescencia en el Jardín de San Marcos de Florencia, inspirado por la notable colección de esculturas antiguas que los Medici habían reunido allí, y como por entonces pudo acceder al Libreto de la Doctrina Cristiana, manual muy popular escrito por San Antonino (1389-1459) que había sido prior del convento de San Marcos, en el cual la importancia del cuerpo de Cristo que asume los pecados del mundo es un aspecto cardinal. También conoció las enseñanzas de Savonarola y probablemente pudo ver la edición de su Predica dell’arte del ben morire (1495) que se abre con una xilografía que Bussagli reproduce, en la que el diente del mal truena en el centro de la arcada dentaria del demonio.

Practica dell arte del bene morire

Portada del sermón de la Practica dell arte del bene morire de Girolamo Savonarola. Detalle

Así pues:

Miguel Ángel pudo tener modo de ver un ejemplo de mesiodens real en el círculo de sus conocidos, pero lo que seguramente orientó su elección fue la tradición iconográfica florentina y la predicación apasionada de Girolamo Savonarola, la cual, como ya hemos dicho, se alimentaba de las creencias populares que identificaban el pecado con la enfermedad y la deformidad, como signos de la ausencia de la Gracia divina

Quinto incisivo del Cristo muerto de la Pietà del Vaticano

Quinto incisivo del Cristo muerto de la Pietà del Vaticano. Foto M.Falciani. Fabbrica di San Pietro

De forma críptica, el quinto incisivo del Cristo en brazos de la Virgen de la Pietà del Vaticano proclama que con su muerte carga en sí mismo todos los pecados de la humanidad y su sangre libera a los hombres de la culpa original (“qui tollis peccata mundi…”).

VI     El Profesor Bussagli resume por último la evolución de las preocupaciones y de la religiosidad de Miguel Ángel entre Florencia y Roma y el recorrido “de diente en diente” de su libro:

Como se ve, la religiosidad de Miguel Ángel aparece atormentada y compleja, pero en todo caso cimentada en una inmensa cultura. El gran Buonarroti supo extraer de dentro de su propio lenguaje figurativo soluciones maravillosas y de una gran eficacia comunicativa, a condición de que se tenga la paciencia de buscarlas. Un ejemplo entre tantos es el de su autorretrato en la piel de San Bartolomé que, como la cuestión del quinto incisivo, ha permanecido oculta por siglos, dado que había escapado a gran parte de colegas, alumnos y estudiosos que han trabajado en la exégesis de las obras maestras miguelangelescas

La profundidad del pensamiento del genio toscano no es reducible a la pura ilustración del dictado teológico de otros (por muy elevado que sea) ni a la mera investigación estética. Su contribución activa, eficaz y competente que trasforma su obras en verdaderos tratados teológicos originales, en los cuales el texto escrito es reemplazado por la invención figurativa que conjuga pensamiento y belleza

El uso del mesiodens por parte del gran artista responde a la incoercible exigencia interior de Buonarroti de medirse con los grandes temas de la salvación y del pecado que han atormentado su extraordinaria existencia durante toda la vida

En definitiva el análisis de Marco Bussagli abre nuevas vías de investigación en el campo de lo que denomina la “fisiología del alma” y demuestra de nuevo su gran competencia en materia de Historia del Arte, de Iconología y de Historia de la Iglesia y de la Teología en Europa.

A título personal…

El libro de Marco Bussagli no quiere cerrar las abundantes pistas de estudio que descubre sino que invita a seguirlas. De hecho es como si nos revelase la punta visible de un iceberg en el estudio de Miguel Ángel cuando parecía que todo estaba dicho.

Así que, a partir de lo que este libro suscita, me arriesgo (seguramente sin decir nada nuevo) a apuntar algunas reflexiones de interpretación literaria y de especulación sobre las emociones de Miguel Ángel por la época de ejecución del inmenso fresco del Juicio Final.

Para ello, a las citas que de las Rimas hace Marco Bussagli  me permito yo añadir aquí las alusiones al pecado, no en general, sino al misterioso pecado propio, cuya conciencia agobia a Miguel Ángel y del que se siente incapaz de liberarse y, por el cual teme, ser condenado.

Extraigo de un estudio de Umberto Maria Milizia sobre los sonetos de Miguel Ángel (digilander.libero.it/baraballo/umilizia/SONETTI.doc) las alusiones, en algunas de las rimas (números 293, 301 y 207 de la edición de Girardi) escritas en sus vejez por el artista (entre 1555 y 1560), a lo que llama el triste hábito, forma críptica de aludir muy probablemente a su homosexualidad, entonces condenada por la teología católica y penada severamente (Savonarola condenaba la sodomía que, según él, proliferaba en la Florencia licenciosa anatematizada en sus sermones).

De hecho Milizia dice en su estudio que “propende a creer que el poeta se refiera a un modo de ser suyo y particular, vista la frecuencia con la que esta terminología aparece en su cancionero”

Carico d’anni e di peccati pieno,

E col trist’uso radicato e forte,

Vicin mi veggio a l’una e l’altra morte,

E parte ‘l cor nutrisco di veleno.

Né proprie forze ho, c’al bisogno sièno

Per cangiar vita, amor, costume o sorte (…)

Cargado de años y de pecados lleno

Y con el triste hábito arraigado y fuerte

Cerca me veo de esta y la otra muerte,

Empero el corazón alimento de veneno.

Ni fuerzas propias tengo, que tu ayuda requiero

Para cambiar vida, amor, costumbre o suerte (…)

———–

(…) Se ‘l tuo di te cortese e caro dono

Non fussi, della vita che farei?

Del mie tristo uso e dagli esempli rei,

Fra le tenebre folte, dov’i’ sono (…)

(…) Si de ti tu cortés y don querido

No hubiese ¿qué haría de la vida?

De mi triste hábito y de los ejemplos reo,

En las tinieblas densas, donde yo me encuentro (…)

Jubilo homoerotico entre los salvados. Juicio Final. Miguel Angel

Júbilo homoerótico entre los salvados. Juicio Final. Miguel Ángel

Se lungo spazio del trist’uso e folle

Più temp’il suo contrario a purgar chiede,

La morte già vicina nol concede,

Né freno il mal voler da quel ch’e’ volle (…)

Si al largo espacio del triste y loco hábito

Más tiempo para purgarlo su contrario exige,

No lo concede la muerte ya vecina,

Ni freno quiere el mal de quien lo quiere (…)

(La traducción y la negrita son míos)

A este propósito, subrayaré que, del mismo modo que no reveló a nadie la presencia del diente de la predestinación, ni su autorretrato sobre el pellejo de San Bartolomé, tampoco Miguel Ángel justificó ante nadie las manifestaciones de homoerotismo dentro del grupo de los salvados del Juicio Final.

A mi modo de ver es un ejemplo del orgullo moral a contracorriente de Miguel Ángel, que finalmente, se reivindica a sí mismo y se considera salvado y redimido de todas las diatribas de la teología, de las persecuciones condenatorias, de los anatemas y de las miserias y contradicciones flagrantes que tuvo ocasión de ver en directo durante años en la Roma de los papas del Renacimiento.

Autorretrato de Miguel Angel sobre el pellejo de San Bartolome. Juicio Final

Autorretrato de Miguel Angel sobre el pellejo de San Bartolome. Juicio Final

No sólo ironiza sobre el miserable estado al que le ha reducido el durísimo esfuerzo exigido por el fresco del Juicio Final, que le ha dejado en la sola piel, sino que deja un mensaje para la curia romana de su tiempo con su ostensible hipocresía, puritana hacia fuera y lasciva y libertina hacia dentro,  y lo hace colocando entre los que se salvan a los que la teología moral imperante condenaba como sodomitas.

Parece como si en este grandioso trabajo pictórico de su vejez quisiera resolver simbólicamente el dilema angustioso que a menudo expresó en sus rimas:

Vivo al peccato, a me morendo vivo;

vita già mia non son, ma del peccato;

mie ben dal ciel, mie mal da me m’è dato,

dal mie sciolto voler, di ch’io sono privo.

Serva mie volontà, mortal mie divo

a me s’è fatto. O infelice stato!

a che miseria, a che viver son nato!

Vivo para el pecado, para mí muriendo vivo;

lo mío ya no es vida, que es del pecado;

mi bien viene del cielo, mi mal yo me lo he dado,

por mi libre querer, del que estoy despojado.

Sierva es mi voluntad, mi dios mortal

a mí se ha hecho.  ¡Oh infeliz estado!

¡para qué miseria, para qué vivir soy nacido!

Rima 32 de la edición de Enzo Noè Girardi, Bari, Laterza, 1967 (la traducción es mía)

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Epílogo

El mesiodens reseñado por Marco Bussagli en el rostro del carcelero de la Crucifixión de San Pedro coincide con el final del trabajo pictórico de Miguel Ángel, a los setenta y cinco años, aunque siguió dibujando y diseñando.

A pesar de su avanzada edad, todavía dedicó los últimos años de su larga vida a su obra arquitectónica y a las que quizás sean sus más emocionantes esculturas.  En una de ellas se retrató como Nicodemo

La Pietà Bandini con Miguel Ángel como Nicodemo. Fuente Wikipedia

La Pietà Bandini con Miguel Ángel como Nicodemo. Fuente Wikipedia

Si tenemos en cuenta que los nicodemitas eran aquellos cristianos que fustigaba Calvino por profesar ideas protestantes sin manifestarlas abiertamente, no es del todo infundado que esta obra tenga también un mensaje oculto y un homenaje críptico a  Vittoria Colonna, fallecida precisamente en el mismo año en que Miguel Ángel acomete este trabajo, y a las ideas de Juan de Valdés que en su círculo se profesaban.

Un año antes de la muerte de la Marquesa de Pescara, el artista le había dedicado una pietà de la que se conserva el dibujo

Pietà para Vittoria Colonna. Miguel Ángel.  1546

Pietà para Vittoria Colonna. Miguel Ángel. 1546. Fuente Wikipedia

De un modo o de otro, Michelangelo Buonarroti, siguió hasta el final dejando en sus obra las propias inquietudes y mensajes, acabando su vida con el cincel en mano, como la había empezado de niño, entre los humildes scalpellini  de Settignano.

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Cronología de la obra de Miguel Ángel.

Una excelente cronología por géneros artísticos e imágenes de todas las obras se puede consultar en http://it.wikipedia.org/wiki/Opere_di_Michelangelo

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Publicaciones del Profesor Marco Bussagli:

En Italia no necesita presentación pero he creído útil presentar un listado (probablemente no exhaustivo) de los libros que, además del que estoy hoy comentando, ha publicado su autor, de muchos de los cuales hay ediciones en otros idiomas (sobre todo en inglés).

Los que están disponibles en español van en rojo y precedidos de un asterisco

1       Por un lado están los textos de Anatomía Artística, materia de la que es docente principal en la Accademia di Belle Arti de Roma:

http://www.accademiabelleartiroma.it/didattica/docenti/elenco-docenti/bussagli.aspx

M.Bussagli, Anatomia Artistica. Manuale di disegno. Il corpo nell’arte. Le ossa e i muscoli. Le proporzioni, Firenze, Giunti, 1996, ristampa 1998, ristampa aggiornata 2001.

M.Bussagli, Il nudo nell’arte. La storia. Temi e soggetti. Bellezza ed erotismo, Firenze, Giunti 1997, 1998.

M.Bussagli, Sotto pelle, Medusa, Milano 2003

M.Bussagli, Il Corpo umano. Anatomia e significati simbolici. Mondadori Electa, Milano 2005.

* El cuerpo humano, Sociedad Editorial Electa España, 2006

2       Las monografías de Historia del Arte y de Iconología:

Marco Bussagli, Antonello da Messina, 2014, formato Kindle (y Giunti Editore)

Marco Bussagli, Il paesaggio, 2014, formato Kindle (y Giunti Editore)

Marco Bussagli, Corso di disegno,  Giunti Editore, 2013

*Marco Bussagli, Miguel Angel, Giunti Editore, 2010

Marco Bussagli, Arte americana 1620-1913, 2007

Marco Bussagli, Antonello da Messina, Giunti Editore,2006

Marco Bussagli, Angeli. Origini, storie e immagini delle creature, 2006

*Ángeles : orígenes, historia e imágenes de las criaturas celestiales, Editorial Everest , 2009

Marco Bussagli, L’uomo nello spazio. L’architettura e il corpo umano,  Medusa Edizioni, 2005

Marco Bussagli, Michelangelo. Il volto nascosto nel «Giudizio». Nuove ipotesi sull’affresco della Cappella Sistina, Medusa Edizioni, 2004

Marco Bussagli, Pittura. Riconoscere gli stili, Giunti Editore, 2004

Marco Bussagli, Capire l’architettura, 2004

*Roma: arte y arquitectura  H.F. Ullmann, 2004

*Marco Bussagli, Atlas ilustrado de la arquitectura, Susaeta, 2002

Fabrizio Pesando e Marco Bussagli, Pompei. La pittura, 2003

Marco Bussagli, Escher, Giunti Editore, 2003

Marco Bussagli, Bernini, Giunti Editore,  2000

Marco Bussagli, La via dell’arte tra Oriente e Occidente, 1998

Marco Bussagli, Bruegel, Giunti Editore, 1998 y 2006

Marco Bussagli, Benozzo Gozzoli,  Giunti Editore,, 1998

Marco Bussagli, Storia degli angeli,  1995

Marco Bussagli, Piero della Francesca, Giunti Editore, 1993

3      De técnicas artísticas

Marco Bussagli, Disegno. Manuale completo, Giunti Editore, 2014

Marco Bussagli, Il disegno, Mondadori Electa, 2011

Marco Bussagli, Acrilico. Manuale completo. Materiali tecniche e realizzazioni, Giunti Editore, 2008

Marco Bussagli,  Tempera. Manuale completo. Materiali metodi realizzazioni, Giunti Editore, 2006

Marco Bussagli, Prospettiva. Manuale completo, Giunti Editore, 2004

Marco Bussagli, Ritratto. Giunti Editore, Manuale, 2004

Marco Bussagli, Fumetto, Mondadori Electa,2003


Luis Ccosi Salas, el dibujante de Machu Picchu

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Machu Picchu Foto de Manuel Scollo

Machu Picchu Foto de Manuel Scollo

Para el Dr. Ernesto Ávila, eminente cardiólogo del Cusco

Mis visitas a las librerías de segunda mano de Gotemburgo me permiten de vez en cuando conseguir por precios módicos libros amables. A menudo son libros que traen recuerdos o, por añadidura, suscitan mi admiración.

Este es el caso de Machu Picchu de Hermann Buse de la Guerra (Lima, 1920 – Lima, 1981) que adquirí en perfecto estado por el equivalente de cinco euros. Me dirán que exagero, pero volví a casa como un niño con zapatos nuevos.

Viví en el Perú en mis años mozos y lo siento como mi segunda patria.  Así que, cuando te has identificado con sus gentes y el país durante años, hablas la lengua y hasta lograste manejarte con el quechua, y tienes allá un montón de amigos, entonces, seguro que entienden que me alegre mucho el simple hecho de encontrar tan lejos este hermoso libro, que describe e ilustra un lugar tan excepcional como Machu Picchu, donde estuve cuando no había casi turistas y volví por segunda vez en el año 2009.

Hermann Buse fue un escritor, periodista, profesor y catedrático peruano. Dentro de su vasta producción bibliográfica abarcó diversos temas referentes a la arqueología, la historia, el mar y la geografía del Perú. Fue también Presidente del Patronato Nacional de Arqueología del Perú.

La edición que tengo entre las manos es la tercera (Lima, Studium, 1978) de su obra, publicada por primera vez en 1961 (Lima, Nueva Crónia), ilustrada con 20 dibujos magníficos de Luis Ccosi Salas y soberbias fotos de Manuel Scollo .

Machu Picchu por H.Buse de la Guerra

Machu Picchu por H.Buse de la Guerra

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Los dibujos de Luis Ccosi Salas

Luis Ccosi Salas (Puno 1910 – Lima 2003) fue un consumado escultor y virtuoso dibujante que entre los años 1940 y 1947 colaboró estrechamente con Julio César Tello (Huarochirí 1880 – Lima 1947),  médico y antropólogo, considerado el padre de la arqueología peruana. Descubrió las culturas Chavín y Paracas e impulsó y creó el Museo de Arqueología Peruana en Pueblo Libre, Lima. De él aprendió Luis Ccosi el amor por las culturas del antiguo Perú. La minuciosa maqueta de Machu Picchu que se exhibe en aquel Museo, en la Sala Tahuantinsuyo, es obra de nuestro dibujante y escultor.

Machu  Picchu. Dibujo de Luis Ccosi Salas

Machu Picchu. Dibujo de Luis Ccosi Salas

Es difícil que yo pueda comentar los dibujos de Ccosi mejor que el autor del libro, del que he extraído algunos textos.

Y qué mejor que alguna foto de Manuel Scollo para completar la glosa.  Por desgracia no he encontrado datos biográficos de este fotógrafo, salvo, curiosamente, la mención de una  “Exposición de Arquitectura Peruana antigua y moderna” organizada en el Museo de Bellas Artes de Gotemburgo en agosto-septiembre de 1950 por el diplomático peruano Raúl M. Pereira, con la cooperación además, del Museo Etnográfico de Gotemburgo. La  exposición se basaba  principalmente en ampliaciones de fotografías artísticas del Manuel Scollo y  las obras de arte peruano antiguo del Museo Etnográfico.  La muestra, de la que se imprimió un catálogo,  viajó al Museo de Norrköping, donde estuvo abierta de diciembre de 1950 a enero de 1951.

Para más detalles al respecto cfr.: Instituto Ibero-americano de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Gotemburgo,  Informes Anuales de 1939 a 1964 Göteborgs Universitet 2005 (página 69)

Machu  Picchu. Foto de Manuel Scollo

Machu Picchu. Foto de Manuel Scollo

El río Urubamba y Machu Picchu

Es, pues, un río extraordinario, como corriente de  agua y como quebrada, como potencia hidráulica y como  paisaje. Y, además, en lo que atañe al hombre, un río célebre porque en lo alto de los cerros que lo marginan hay pruebas sorprendentes de civilización, testimonios de  construcciones triunfales como no hay en otro lugar deI mundo. Una serie interminable casi desde las nacientes.  Allí, perdida en un estribo inaccesible, con abismos a un lado y otro y el río abajo; enroscado, bramador como en ninguna parte de su trayecto, entre una cumbre maciza, ancha, y una aguja que se eleva a los cielos; unas veces envuelta en vapor, otras bajo cielo limpio, azul, y toda ella invadida par la violencia de una lujuriante vegetación, se entrega  a los ojos absortos, sobre el telón lejano de los cerros inmensos, la ciudad única, que llaman Machu Picchu. (H. Buse, pág. 37)

Machu Picchu. Dibujo de  Luis Ccosi Salas

Machu Picchu. Dibujo de Luis Ccosi Salas

Equilibrada entre dos inmensidades…

…ciudadela vertical, religiosa y profana, escalonada, pétrea y florida, militar, monástica y labriega, decorativa y escueta, colgada sobre abismos profundos y anhelantemente abierta hacia los más altos abismos del cielo, titánica obra de seres pequeñitos y humildes, suma expresión de fortaleza lograda por la cooperación de pacientes debilidades incansables, vertical todo el tiempo, siempre subiendo, siempre bajando, tanto en sus interminables escalinatas, como en sus caídas de agua y en sus andenerías; equilibrada entre dos inmensidades, es a la vez tierna y hierática y con ternura y con hermético ademán representa una profunda actitud humana de todos los tiempos y todas lás épocas auténticas, mediante un gesto íntimamente propio de esta tierra y de este pueblo

(cita de Federico Costa y Laurent. en H. Buse pág.214)

Machu Picchu. Dibujo reconstrucción de Luis Ccosi Salas

Machu Picchu. Dibujo reconstrucción del área de Los Morteros. Luis Ccosi Salas

En la cumbre del Huayna Picchu

Así, pues, la cumbre es un lugar de privilegio para repasar y recordar; y también para medir, en definitiva, con medida de admiración, la grandeza de la obra humana. Las montañas inmensas, el río, los precipicios, el cielo alto ora limpísimo, ora abarrotado de vapores, el manto de selva, el viento que azota duro, la lluvia tenaz que levanta una música monocorde de las copas de los árboles, estas cosas grandes del mundo y otras que se pierden en la lejanía, contribuyen a la medida justa de la obra del hombre.

Huayna Picchu. Dibujo de Luis Ccosi Salas

Huayna Picchu. Dibujo de Luis Ccosi Salas

Al construir la ciudad, no deshizo el hombre la unidad cósmica que reina en este pedazo de piedra. El mundo, que aquí es soberbio, lo desafió, y el respondió al reto, igualándolo. Hizo algo digno de las montañas, del río, de los precipicios. Y contagiado de la perennidad de las obras del Creador, levantó una ciudad que quiere ser eterna.  (H. Buse, pág. 170)

Machu  Picchu. Dibujo de  Luis Ccosi Salas

Machu Picchu. Dibujo de Luis Ccosi Salas

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Bastantes años más tarde, Machu Picchu se veía así cuando lo visitamos en familia en agosto del 2009…

Machu Picchu y el Huayna Picchu. 2009. Foto M..Puig

Machu Picchu y el Huayna Picchu. 2009. Foto Magnus Puig

Machu Picchu. Andenerías hacia el abismo. Foto Magnus Puig

Machu Picchu. Andenerías hacia el abismo. Foto Magnus Puig

El grupo de los Morteros con el Huayna Picchu al fondo. 2009. Foto M.Puig

El grupo de los Morteros con el Huayna Picchu al fondo. 2009. Foto Magnus Puig


De un paseo por Birmingham.

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Birmingham. Detalle de una de las vidrieras de Edward Burne Jones en la catedral.  Foto R.Puig

Birmingham. Detalle de una de las vidrieras de Edward Burne-Jones en la catedral. Foto R.Puig

Para mis nietos

Hace una semana he vuelto de los Midlands ingleses.  El objetivo principal ha sido pasear con mis nietos y compartir tareas y veladas con sus papás.  Nada particularmente extraordinario para los que tenemos la familia en diáspora. Así que la imagen que abre la portada de hoy es lo que más le gustó a mi nieta de nuestro paseo de unas horas por la industriosa Birmingham.

Curiosamente,  en la guía turística de Inglaterra (“England for everyman”) editada por primera vez en 1933 y actualizada en 1965 por la prestigiosa firma de guías turísticas -“prácticas e históricas”- de la editorial J.M Dent & Sons Limited de Londres (“astonishingly near to perfection” según reza su solapa) no creyeron relevante hablar de Birmingham. La palabra más cercana en su copioso índice de materias es Birchington. ¿No han estado nunca en Birchington? Pues no se pierdan su selecto balneario y sus playas de arena no lejos de la desembocadura del Támesis, ni la tumba del pintor y poeta prerrafaelita Dante Gabriel Rossetti (Londres, 1828 – Birchington-on-Sea,1882), enterrado en el cementerio que rodea la iglesia del pueblo.

Lejos de esas playas, en los West Midlands, aunque la guía lo ignore, se halla el extraordinario Museo y Galería de Arte de Birmingham donde se puede admirar una de las mayores colecciones de obras de la Hermandad Prerrafaelita, varias de ellas de ese pintor que fue a morir frente al mar de Birchington en la casa de vacaciones de un amigo.

Birmingham. La fachada del Museo. Foto R.Puig

Birmingham. La fachada del Museo. Foto R.Puig

Pero quien tiene más obras expuestas en el Museo de Birmingham es Edward Burne-Jones (Birmingham 1833 – London 1898). El artista pintó también los cartones de las vidrieras que se pueden admirar en la catedral barroca, ejecutadas por su amigo William Morris (1834-1896).

Birmingham. La catedral barroca del siglo XVIII.  Foto R.Puig

Birmingham. La catedral barroca del siglo XVIII. Foto R.Puig

Birmingham. Detalle de vidriera de Edward Burne Jones en la catedral.  Foto R.Puig

Birmingham. Vidriera de Edward-Burne Jones en la catedral. Foto R.Puig

Birmingham.  Detalle de vidriera de Edward Burne Jones en la catedral.  Foto R.Puig

Birmingham. Detalle de vidriera de Edward Burne-Jones en la catedral. Foto R.Puig

Además del niño Jesús que encabeza esta crónica, a mi nieta de cinco años lo que más le gustó de nuestra visita a Birmingham fue el gran plato de fish and chips que se comió en el Old Joint Stock Pub, situado frente a la catedral.  Era en su día un banco. Hoy, en su gran salón, no se calculan dividendos, se trasiegan pintas de cerveza y se come a la inglesa.

Birmingham. Interior del Old Joint Stock Pub. Foto R.Puig

Birmingham. Interior del Old Joint Stock Pub. Foto R.Puig

Tras haber guardado en la mochila mi venerable guía, inútil para visitar la ciudad aunque deliciosamente literaria, nos guiamos por una bien reciente que me había prestado mi yerno, para apoyar nuestro paseo entre Victoria Square y el Bull Ring .

A la estatua The River de Dhruva Mistry (Gujarat, India, 1957) en Victoria Square, los naturales del lugar la han bautizado, con cierto tono misógino y puritano, como Floozzie in the Jacuzzi, ignorando que su ecléctico escultor parece haberse inspirado en los modelos clásicos de las divinidades fluviales masculinas romanas, en este caso creando una deidad-río femenina.

The River by Dhruva Mistry. Foto R.Puig

The River. Obra del escultor indio Dhruva Mistry. Foto R.Puig

Así que puede que sea un impulso previsor lo que ha determinado al escultor a escoltar a la diosa con una esfinge guardiana. Quizás ella disuada a enfermizos iconoclastas. No se sabe, a veces se empieza por las palabras y luego se pasa a los hechos.

Guardian by Dhruva Mistry. Victoria Square. Birmingham. Foto R.Puig

Guardian de Dhruva Mistry. Victoria Square. Birmingham. Foto R.Puig

Al otro lado de la plaza hay otra “deidad” integrante del panteón británico, en su caso  convenientemente vestida, como corresponde a los códigos de la época que lleva su nombre. Se trata de la Reina Victoria, en este caso envuelta en humo de suculentas fritangas.

La Reina Victoria al olor de la cebolla frita. Foto R.Puig

La Reina Victoria al olor de la cebolla frita. Al fondo el City Hall. Foto R.Puig

Y, un poco más lejos, la Chamberlain Square de trazado geométrico habilidoso y, a mi modo de ver, a pesar de los condicionantes, afortunado.

Juego de líneas en Chamberlain Square. Birmingham. Foto R.Puig

Juego de líneas en Chamberlain Square. Birmingham. Foto R.Puig

Recostado en sus escalinatas, inmortalizado en bronce, el compositor Thomas Atwood (1765-1838), que fue alumno de Mozart y uno de los clásicos de la música coral anglicana, imagina partituras para siempre inconclusas

Efigie del compositor Thomas Atwood en las escalinatas de Chambertlain Square. Foto R.Puig

Efigie del compositor Thomas Atwood en las escalinatas de Chamberlain Square. Foto R.Puig

https://www.youtube.com/watch?v=lAmWl8xWmZQ  (Teach me, Oh Lord by Thomas Atwood)

Este bronce del noble músico inglés es otra de las atracciones para quien pasea con niños por Birmingham, garantizado.

En el otro extremo de la New Street, mientras se circula por la avenida peatonal entre las dos moles comerciales del Bull Ring, aparece demediada la silueta de la iglesia de San Martín, medieval en su origen y neogótica en su versión actual.

Birmingham. Saint Martin desde la avenida peatonal del Bull Ring. Foto R.Puig.

Birmingham. Saint Martin desde la avenida peatonal del Bull Ring. Foto R.Puig.

En ella se conserva, oportunamente salvada de los bombardeos de la II Guerra Mundial, otra vidriera de Burne-Jones y de William Morris, más sobria en su estilización prerrafaelita que las de la catedral.

Birmingham. Vidriera de William Morris siguiendo cartones de Burne Jones. 1877 en la iglesia de Saint Martin. Foto R.Puig

Birmingham. Vidriera de William Morris siguiendo cartones de Burne-Jones. 1877 en la iglesia de Saint Martin. Foto R.Puig

Birmingham. Detalle de la vidriera de Burne Jones y William Morries en la iglesia de Saint Martin. Foto R.Puig

Birmingham. Detalle de la vidriera de Burne-Jones y William Morris en la iglesia de Saint Martin. Foto R.Puig

Naturalmente, mi nieta también descubrió la otra versión del mismo niño.

Birmingham. Detalle de la vidriera de Burne-Jones y William Morris en la iglesia de Saint Martin.  Foto R.Puig

Birmingham. Detalle de la vidriera de Burne-Jones y William Morris en la iglesia de Saint Martin. Foto R.Puig

Y si alguno de ustedes, anduviese un día de shopping por Birmingham, lograse abrirse paso en medio de la marea humana que invade el interior del Bull Ring y levantase la mirada, podría contemplar también unas curvas arquitectónicas modernistas, en este caso las de los almacenes Selfridges.

Birmingham. Los almacenes Selfridges.  Foto R.Puig

Birmingham. Los almacenes Selfridges. Foto R.Puig

Al despedirnos de la ciudad, podemos lanzarle una última mirada desde el tren que nos lleva de retorno a Leicester.  No será tan triste y tan definitiva como la de estos emigrantes ingleses del siglo XIX, que observan los últimos perfiles de las costas de su patria, desde la nave que les transporta a Norteamérica.

Ford Madox Brown. The last of England. Detalle. Birmingham Museum. Foto R.Puig

Ford Madox Brown. The last of England. Detalle. Birmingham Museum. Foto R.Puig


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