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Channel: Historia del arte – en son de luz
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De los estragos del alcohol y de los celos. Un duelo a muerte frente al Gran Teatro de Gotemburgo

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Bältespännarna. Escultura de J.P.Molin.Foto R.Puig

Bältespännarna. Escultura de J.P.Molin.Foto R.Puig

Cuando el escultor Johan Peter Molin (1814-1873) expuso en París, en 1859, su obra Bältespännarna (literalmente “atados por la cintura”) estaba en su apogeo el movimiento contra el alcoholismo en Suecia. A principios del siglo XIX se estima que había en Suecia 175.000 destilerías (la mayoría caseras). En 1850 se empezó a regular la venta de alcohol.

Algunas de las bases de lo que será más tarde el Sistembolaget actual (monopolio estatal de la venta de bebidas de más de 3,5 volúmenes) ya estaban en embrión en el primer bar estatal, abierto en 1860 en Gotemburgo, donde no se vendía a menores de 18 años y tampoco a alcohólicos, borrachos y antisociales. Lo que se compraba debía consumirse dentro del recinto. Otras ciudades copiaron el sistema y en 1870 el gobierno decretó el monopolio de los beneficios de la venta de bebidas alcohólicas.

Será o no coincidencia, pero cuando se abrió aquel primer establecimiento, la escultura de Molin ya estaba en la calle en Gotemburgo.

El duelo a muerte de dos hombres atados por un mismo cinturón es bien visible para el turista, pero los bajorrelieves en los cuatro lados del pedestal requieren más atención. Son como las viñetas de una historieta que explica las causas y las consecuencias de la tragedia de esa lucha a muerte fundida en bronce que truena en lo alto.

El cuento y su moral

Dejadme que os resuma  a mi modo este tebeo en bajorrelieve. Lástima que no haya encontrado quien me traduzca los caracteres rúnicos que aparecen sobre el cuerpo del malévolo ofidio que envuelve las escenas.

Dos colegas beben juntos.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Dos colegas beben juntos.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Dos colegas, guerreros de la misma milicia, sentados a la mesa de una taberna, liban abundantemente de la bebida espirituosa que les sirve la que parece ser la novia del de la derecha.

La serpiente acecha sobre la escena, evocación de un paraíso dónde la manzana tentadora la ofrecía la mujer. Aquí Eva sirve vino en lugar de una manzana, pero la tentación bíblica está ahí, aunque en esta historia el escultor haya fusionado el mito del pecado original con el de Caín y Abel.

Este ha trincado demasiado.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Este ha trincado demasiado.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Fatalmente, la borrachera hace su efecto en el de la izquierda.

El borracho se propasa.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

El borracho se propasa.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Ofuscado por los efectos perniciosos del aguardiente, incapaz de contener sus instintos libidinosos, el borracho ase a la muchacha e intenta atraerla hacia sí.

La joven pide paz.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

La joven pide paz.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

A la ebriedad se añaden los violentos celos del otro macho que esgrime el cuchillo contra el insensato compañero. La joven se postra de rodillas ante el novio y le implora contención, mientras el contrincante prueba ya el filo de su arma. Pero Caín y Abel ya están decididos a luchar a muerte, pues en este caso Abel no morirá sin combatir.

Bältespännarna. Escultura de J.P.Molin.Detalle. Foto R.Puig

Bältespännarna. Escultura de J.P.Molin.Detalle. Foto R.Puig

El drama se produce, el duelo se celebra sangriento según las viejas tradiciones, que exigen que los dos combatientes luchen a muerte amarrados el uno al otro por un mismo cinturón.

Llorando a los muertos.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Llorando a los muertos.Bajorrelieve.J.P.Molin.Foto R.Puig

Las consecuencias: dos muertos y una joven que llora esa pérdida absurda frente a la tumba de los dos camaradas.¡Dos jóvenes vidas destruidas por los excesos de la bebida! Caín y Abel han sucumbido juntos. La serpiente ha triunfado y la mujer se siente culpable, fue ella la que sirvió el alcohol.

Via crucis

No se acaban los duelos en el bronce. Será o no coincidencia, pero, hace dos días era Viernes Santo y este artículo estaba ya redactado, cuando un grupo de unas cincuenta personas se detuvo junto al monumento de J.P.Molin llevando en procesión una gran cruz de madera desnuda.

Guiados por una presbítera efectuaban una parada, una estación de su via crucis camino de la catedral, justo al pie de la trágica escultura.

Viernes Santo. Estacion de Via Crucis.Gotemburgo. Foto R.Puig

Viernes Santo. Estacion de Via Crucis.Gotemburgo. Foto R.Puig

El altavoz colocado sobre el pedestal reproducía sus cantos litúrgicos y uno de los fieles sostenía la cruz ante la mortal escena, bajo la cual una muchacha, como un símbolo de la sempiterna mulier dolorosa,  llora a los dos rivales muertos por causa de la tentación de la serpiente.

Es creencia cristiana que los males de la humanidad comenzar0n por la serpiente con la cooperación de una mujer al pie de la madera de un árbol  y que de aquel mortal pecado nos redimiría la muerte de un dios hombre sobre una cruz de madera.

Un mito alcanza al otro y en Gotemburgo una sacerdotisa guía el duelo por el legendario dios sacrificado. La procesión se detiene frente a la escena de otra leyenda. El nexo de unión entre ambas es una larga serpiente cuyos caracteres rúnicos puede que nos digan lo mismo que los cantos de este día, entonados por un grupo de fiels en la sobria y severa Semana Santa nórdica.

Será o no coincidencia, pero era la hora nona y el sol trataba de abrirse paso entre las tinieblas de un día nublado y frío.

Cielo de Viernes Santo en Gotemburgo.Foto R.Puig

Cielo de Viernes Santo en Gotemburgo.Foto R.Puig

Final festivo

No obstante, como hoy es Domingo de Resurrección no quiero terminar con una sensación de viernes de dolores. Así que para equilibrar el dramatismo de las escenas que hemos comentado, vamos a desplazarnos no muy lejos, al Museo de Bellas Artes de Gotemburgo, cuya fachada se atisba desde el lugar donde están emplazados los dos luchadores malhadados.

En el último piso, en las salas de la pintura moderna de artistas suecos hay una versión diferente de los efectos del alcohol.

Antes de que, en 1913, el grupo escultórico que hemos comentado se instalase con su mensaje antialcohólico en su emplazamiento definitivo, Ivar Arosenius (1878 – 1909), daba otra versión, mucho más festiva, de los estragos de la bebida, en su cuadro de 1906 titulado “Borrachera” o “Cogorza”, en sueco Rus, palabra que no tiene nada que ver con los rusos y que tambien puede significar “arrebato” (de felicidad, de amor, etc.)

Ivar Arosenius. "Borrachera".1906.Detalle. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo. Foto R.Puig

Ivar Arosenius. “Borrachera” (Rus) 1906.Detalle. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo. Foto R.Puig

La pintura es elocuente y no muy edificante en un país que luchaba entonces denodadamente contra el flagelo del alcoholismo.

Ivar Arosenius falleció joven, pero no fue víctima del alcohol sino de su hemofilia y está enterrado en Gotemburgo.  Fue un pintor con grandes dotes para el dibujo que, no obstante una dolencia que por entonces acarreaba muchos riesgos, produjo abundantes cuadros e ilustraciones dotados de ternura y humor.

Llevó su imagen de los “arrebatos” a niveles más osados, en una acuarela titulada la “Fiesta de Baco”, que data de 1900. En ella, a los efectos degradantes y fétidos de la ebriedad se agrega el zumbido de las moscas.

Arosenius. Fiesta báquica (Backusfest) Acuarela. Colección privada. Fuente Bukowskis auction

Arosenius. Fiesta báquica (Backusfest) Acuarela. Colección privada. Fuente Bukowskis auction

La verdad es que, a pesar de estas lecciones tan plásticas y de lo caro que resulta comprar bebidas alcohólicas en Suecia, son cientos los que se tambalean por las calles de la ciudad durante los fines de semana sin que parezca que la moraleja del grupo escultórico que hemos comentado hoy les impresione mucho. Tampoco creo que sepan mucho de Arosenius ni vayan al museo, pero el arrebato alcohólico sigue produciendo sus estragos.

Una ventaja del Sistembolaget es que, aunque gravoso para el bolsillo, la calidad de lo que se expende es notable. Sus expertos negocian por todo el mundo y entienden de vinos, licores y cervezas. El cliente que no sepa mucho de la materia (como suele frecuente por estas tierras) puede confiar en que casi siempre la calidad será buena, incluso para los precios inferiores. Pero…

¡aprended de lo que el arte ilustra y moderad el consumo!



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