En la crónica del 19 de mayo había vuelto a Estocolmo empezando por las esculturas de Carl Miles. La verdad es que es tan abundante lo visto que toda la planificación inicial quedó desbordada. Así que lo que voy recoger hoy es una miscelánea caprichosa. Digamos que he rebuscado entre las fotos y lo de hoy va mezclado al tuntún de mis preferencias.
Y no podía ser de otro modo para un español que llega a Estocolmo con un programa bien pensado y en la nave de su estación central le recibe en tamaño gigante una cierta chica de Alcobendas a la que creo que en su casa llaman Pe.
Ya en esta tesitura, aquí se van a mezclar las calles, los museos y las plazas de la ciudad casi casi por asociaciones u oposiciones automáticas.
Ya veremos lo que sale.
Pues me ha salido el mercadillo de la plaza del Auditorio, la Konserhuset, y una colorida estampa de un puesto de hortalizas. Puede ser que por haber hablado de un lugar como Alcobendas hemos acabado en un mercado de barrio. Los espárragos verdes son suecos, los blancos alemanes. No están mal los colores de este cuadro. Que conste que no pretendo ondear la bandera de la República Italiana.
Y como las hortalizas van bien con el pescado, en pleno centro y desde un puente cerca del Palacio Real, con un poco de paciencia podríamos a ver a los pescadores de río revuelto capturando algún salmón con sus atarrayas.
Mi paseo de la primera mañana fue por Södermalm, donde se pueden admirar esas fachadas uniformes de la arquitectura del Estocolmo de principios del siglo XX en un rojo casi terracota.
Otra fachada cercana en amarillo Nápoles.
No lejos de ahí, junto a una plaza acogedora se alza el minarete de una mezquita, emplazada en un edificio con aire del siglo XVIII, en el mismo color, aunque un poco más pálido, debido probablemente al paso del tiempo.
Yéndome del lado del agua, al borde del Saltsjön (lago de la sal) tengo la sensación de que Penélope Cruz me persigue por Estocolmo. Creí que se había quedado en la estación, pero no ¡me está esperando en la parada del autobús! No me puedo quejar.
Pero, en fin, la foto puede justificarse, porque por allá detrás se ve la torre de una iglesia de la ciudad vieja.
Y, aunque de iglesias hay también para elegir en Estocolmo, pienso que ha bastado por hoy con la imagen de la mezquita y su modesto minarete.
Lo que sigue también tiene que ver con los mitos, aunque en este caso se trate de los modermos.
Algunos símbolos de las luchas y conquistas sociales de la Suecia moderna
De hecho, como habréis adivinado, el detalle de este bajorrelieve es laico y combativo. Corresponde al memorial de la creación del Partido Socialdemócrata de los Trabajadores de Suecia en 1889. Está en Norra Bantorget, lugar donde terminan siempre los desfiles del 1° de mayo.
Su fundador fue Hjalmar Branting, a quien aquí vemos en plena arenga.
Carl Eldh (1873-1974), que aparece en la imagen con las manos en la masa, fue quien que lo talló en escayola en 1942. A causa de la guerra sólo se pudo vaciar en bronce en 1952, en los talleres de fundiciones Bergmans.
En la misma plaza está el edificio del sindicato socialista LO (Landsorganisationen) fundado en 1898 gracias al impulso de August Palm (1849-1922).
Con la música a otra parte
Me he merecido un descanso y me como una hamburguesa en un cercano establecimiento de la cadena Max.
Cuando subo a la habitación del hotel para cambiarme de zapatos diviso la silueta caracterísica de la torre del Ayuntamiento. Es ahí donde cada año se celebra la suntuosa comilona de los premios Nobel.
Temo que alguien me acuse de vulgaridad ¿¡cómo se puede mezclar la carne picada con el mecenazgo de la Fundación Nobel !?
En realidad me parece que se ha producido en mi cerebro una de esas asociaciones automáticas que perseguían con ahínco los surrealistas. Puede que sea porque en los últimos días la prensa nos han refrescado el recuerdo de como un tratante de ganado porcino llegó no sólo a financiar el golpe franquista sino incluso a sobornar, durante la II Guerra Mundial, a la plana mayor del ejército de Franco con dinero de los ingleses y, lo que tiene más mérito, sin enemistarse con los alemanes. Arribado luego a afortunado especulador y potentado, se convirtió en el mayor mecenas de las artes y de la cultura de la historia contemporánea de España.
Si de las cochiqueras puede alguien reciclarse sin estridencias en ilustre mecenas y acabar impulsando la pintura española contemporánea o coleccionando las obras más cotizadas del expresionismo abstracto americano, el inventor de la dinamita no debería ofenderse si he mezclado las hamburguesas con su filantrópico nombre
La casa museo de Sven Harris
No fue ni bélico ni explosivo el caso de Sven Harris, alguien que ha hecho las cosas sin meterse en extraperlos, guerras o espionajes. Es un constructor amante del arte, coleccionador de artistas nórdicos y promotor de arte contemporáneo.
El museo esconde dentro de una cápsula arquitectónica racionalista y contemporánea la reproducción exacta de la vieja casa del siglo XVIII del mismo Harris. La parte moderna se dedica a las exposiciones temporales de arte actual y la casa encierra una muestra selecta de su colección de arte y diseño. La visita es guiada, a cargo de Joshua, un licenciado en Bellas Artes de nacionalidad estadounidense que se expresa en un sueco perfecto.
Cerca de una chimenea tradicional sueca en cerámica nos asaltan una obra de Edvard Munch y un óleo de Strindberg. Es sabido que el literato sueco era también muy buen fotógrafo y pintor. Este cuadro me hace pensar en Victor Hugo y en en sus acuarelas, algunas de las cuales son tan tempestuosas como el lienzo del sueco. Ambos pintaron las tormentas del mundo interior con las metáforas del mar abismal y de sus oleajes y huracanes.
Observo que en la misma sala hay un pequeño lienzo de una artista sueca en el que, a mi juicio, ha copiado a su manera el rostro del ángel de La virgen de las rocas de Leonardo da Vinci.
En todas las habitaciones hay obras de arte cuidadosamente escogidas. En esta casa museo no hay nada que desentone, incluidos los objetos de diseño en las vitrinas de la cocina y algunos muebles, ya clásicos, de diseñadores contemporáneos.
Sobre tres sillas diseñadas por Gio Ponti con el nombre de ”Superleggera” cuelga un cuadr,o de inspiración rousseauniana y gaugueniana, del pintor y escultor sueco Bror Hjorth (1894-1968).
El recorrido de la casa en la segunda planta del museo se acaba por la terraza y por la sala de exposiciones temporales. Al salir a la calle, a pocos pasos de allí descubro, mientras espero el autobús, la casa en la que vivió Astrid Lindgrens, la inventora de Pippi Långstrump, la niña transgresora que en la TV española se bautizó como Pippi Calzaslargas.
El Centro de Arte Bonniers
La heredera de la familia Bonniers (editores y accionistas de empresas de publicación de libros y periódicos), ella misma periodista, galerista y guionista de cine, creó, en memoria de su hija única, fallecida en accidente de circulación, en 1985 la Fundación que lleva su nombre y en el 2006 el Bonniers Konsthall .
Es un lugar de arquitectura ligera y acristalada con magníficas salas de exposición y una política de promoción de jóvenes artistas con becas, exposiciones, cursos, etc.
http://www.bonnierskonsthall.se/en/maria-bonnier-dahlins-stiftelse/
No quedaba lejos de mi visita anterior y realmente me alegro de haber entrado y pagado el billete, aunque sólo sea por la calidad de sus espacios y la armonía expositiva de la la muestra del joven arquitecto danés Jeppe Hein.
Es algo así como una sesión de relajación al son ligeramente tibetano de sus singing balls.
Te has de dejar llevar por el ritmo zen de una serie de esferas que circulan lentamente por unos raíles suspendidos y van golpeando campanas de bronce, invertidas y colocadas sobre una especie de pebeteros de altura variable.
Se producen así sonidos de gong de diversa escala y de unas resonancias de atmósfera budista. Los espacios son amplios y luminosos y los muros se han pintado con los tonos básicos de la Teoría de los Colores de Goethe.
El efecto de esta instalación minimalista es beneficioso y sosegante.
Miscelánea de imágenes del Fotografiska Museet y del Moderna Museet
Al subir a la primera planta del Fotografiska Museet, me encuentro esta vez con una artista que precisamente ha trabajado bajo las órdenes de Woody Allen en compañía de nuestra Penélope.
Está vez las he encontrado a las dos no en Barcelona sino en Estocolmo.
Y ahora comparad este retrato de Scarlett Johansson con un icono más antiguo del Moderna Museet.
¿Han pasado de verdad 80 años?
Sin saber por qué me animo a aproximar la fotografía de mi admirado Giacometti al retrato de Helge Rode por Edvard Munch
o al estrábico Sartre con el noble de cráneo tabes que pintó Kokoschka y que algo debe de tener que ver con aquel Robert, dandy y escritor francés del mismo apellido, que inspiró a Marcel Proust el personaje del Barón de Charlus en À la recherche du temps perdu.
Pero si hemos de buscar contrastes, ¿qué tal el de esta retenida pero inquietante jovencita de la foto de Ruud van Empel con el desbordamiento de la parturienta rosa de Nicki de Saint-Phalle?
Y el paralelismo de las chimeneas de Alexanderson y las jirafas de Nick Brandt
Acabemos con calma
Pero, como me parece que estoy desvariando, cambiaremos de tercio subiendo a a la cafetería del Fotografiska Museet sosegar la mirada con el lento paso de las gabarras y otras especies naúticas.
El vanguardismo de una artista sueca
Los grandes cuadros llenos de esferas de aspecto vegetal de Helga de Klint, que parecen anticipar en varias décadas las plásticas psicodélicas también podrían tener un efecto curativo, si acaso como ejercicios de optometría, sobre todo si no sólo contempláis este, sino que seguís la ronda hasta haber visto otros veinte similares y algunos más pequeños en una apabullante muestra de aquella pintora sueca, que trabajó a destajo en la época de las primeras vanguardias del siglo XX.
Tiene cuadros y acuarelas muy notables.Auqnue, a mi juicio, su apresuramiento compulsivo la condujo a una reducción de la calidad en aras de la cantidad. Me quedo con sus pequeños formatos.
De nuevo con los maestros suecos del color
Otros pintores suecos de la primera mitad del siglo XX ya van siendo conocidos de este blog. Pero hay pintores de temática social como Alexanderson (el autor de Salida de los trabajadores de las fábricas en 1931 ) o el magnífico Amelin, que no habían aparecido aún en este blog.
Casi para acabar, un excelente cuadro de la admirable Vera Nilsson, de quien hemos hablado en la crónica del 28 de abril.
Al final de esta larga tirada, haré lo que se debe hacer cuando se quiere bien a los lectores, os lo digo con flores.