El limbo de Dante no lo protagonizan los neonatos
Según aprendimos en el catecismo del Padre Ripalda “hay cuatro senos o lugares de las almas que no van al cielo”, a saber (el resalte en negrita es mío):
EI primero, el de los condenados,
que mueren en pecado mortal.
El segundo, el de los niños, que
mueren sin Bautismo.
El tercero, el purgatorio de los justos,
que tienen que purgar.
EI cuarto, el que había de los justos,
después que no tenían que purgar,
donde estaban como depositados.
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Catecismo del P. Jerónimo Ripalda de la Compañía de Jesús, Barcelona, imprenta de Francisco Rosal, 1980, capítulo “Sobre los Artículos de la Santa Humanidad”, pág.26
Así que, siguiendo con ese orden, dejamos el Infierno y nos dirigimos hacia el Purgatorio de la Comedia dantesca, pero entremedias nos damos un garbeo por el Limbo.
Como la etimología indica, se trata de una especie nomanland, una franja entre el averno y las regiones del cielo, una orla en el tejido del empíreo para quienes antes de morir no fueron lavados del pecado original por las aguas del Bautismo.
Aunque hay que tener en cuenta que desde el 2007 nadie ha podido registrarse allí, pues el Vaticano consideró políticamente incorrecta la existencia de este enclave, a pesar de que Cristo lo visitó antes de resucitar para anunciarse a las almas de los espíritus prisioneros desde los tiempos de Noé, de los que ocho “se salvaron a través del agua” (I Pedro, 3, 18-23). Así que su supresión representa un problema para las almas que llevan ya miles de años esperando allí el Juicio Final, ahora suspendidas no ya en uno, sino ahora entre dos limbos, pues se les deja entre el que certificó San Pedro y el borrado por su sucesor, Benedicto XVI.
En la catequesis tradicional tenían especial relevancia las almas de los neonatos, incluso las de los fetos que perecían sin bautismo, de ahí que se instruyese a las comadronas católicas para que estuviesen atentas y dispuestas a impartir el sacramento, en caso de necesidad y sin presbítero presente.
Si seguimos a Dante por ese valle profundo y nebuloso, lo que se oye son los ayes de hombres, niños y mujeres, entre los que destaca, no a los ignotos neonatos, sino a personajes de la historia universal especialmente apreciados en el Medioevo. Los bebés sin cristianar no le inspiraron materia narrativa ni base para sus moralidades.
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Por etapas
Cuando comienza su entrada al círculo del Limbo, previo a los de los castigos del Infierno, la oscuridad no le permite identificar semblantes entre la muchedumbre de los que suspiran:
Quivi, secondo che per ascoltare,
non avea pianto mai che di sospiri
che l’aura etterna facevan tremare.
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Ciò avvenìa di duol sanza martìri
ch’avean le turbe, ch’eran molte e grandi,
d’infanti e di femmine e di viri.
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Aquí, por cuanto escuchar podía,
no había otra queja que la de los suspiros,
que al aire eterno estremecer hacía.
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Causaba esto un dolor sin tormentos
de las sufridas turbas, que eran muchas y grandes,
de infantes, de mujeres, de hombres.
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Divina Comedia, Infierno, IV 25-30
Son las lamentaciones de quienes por haber vivido antes del cristianismo han sido doblemente perjudicados: no fueron bautizados (“non ebber battesmo”) y no adoraron a Dios como es debido (“non adorar debitamente a Dio”). Por estos dos motivos y no por otra clase de culpa o pecado, están en el Limbo para siempre.
Es el caso del mismo Virgilio (“de estos soy yo mismo parte”) que se lo explica así a Dante :
“Per tai difetti, non per altro rio,
semo perduti, e sol di tanto offesi
che sanza speme vivemo in disio”
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“Por tales carencias, no por otro reato,
perdidos estamos, por solo esto dañados,
que sin esperanza vivimos en el deseo”
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Divina Comedia, Infierno, IV 40-42
La imagen de Doré refleja bien la apatía y la desesperanza eternas de tantos millones de aburridos, entre los cuales comienza Dante a reconocer a algunos:
Gran duol mi prese al cor quando lo ‘ntesi,
però che gente di molto valore
conobbi che ‘n quel limbo eran sospesi.
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Un gran dolor oprimió mi corazón al entenderlo,
puesto que a gentes de mucho valor
reconocí en aquel limbo tenidos en suspenso.
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Divina Comedia, Infierno, IV, 43-45
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Algunos famosos del Limbo
Lo que es estar en el limbo todos lo hemos estado alguna vez; las consecuencias pueden ser menores en la mayoría de los casos, aunque según las responsabilidades y ocasiones los efectos complicarse, e incluso acarrear desastres irreparables y verdaderas catástrofes.
Pero dejemos esta digresión, pues el tema de hoy son los encuentros de Dante con aquellos a quienes encuentra depositados en el Limbo (algo así como una residencia para jubilados ilustres).
Por orden de aparición: Virgilio, Adán, Abel, Noé, Moisés, Abraham, David, Homero, Israel, Jacob, Isaac, Raquel, Homero, Horacio, Ovidio, Lucano, Electra, Héctor, Eneas, Cesar, Camila, Pentesilea, Latino, Lavinia, Bruto, Lucrecia, Julia, Marcia, Cornelia, Saladino, Aristóteles (“el maestro de quienes que saben estar en la familia filosófica”), Sócrates, Platón, Demócrito, Diógenes, Anaxágoras, Tales, Empédocles, Heráclito, Zenón, Dioscórides, Orfeo, Tulio (Cicerón), Lino, Séneca, Euclides, Tolomeo, Hipócrates, Avicena, Galeno y Averroes
Los poetas eminentes ya no están en la zona del valle oscuro y nebuloso por el que, entre rumores de suspiros, se ingresa en el Limbo, pues habitan en un hemisferio luminoso: “…vidi un foco ch’emisperio di tenebre vincia” (Inf.IV, 67-68), un fuego que al hemisferio de la tinieblas vencía.
Acompañado por Virgilio y por los más famosos poetas de la Antigüedad Clásica, Dante, reivindicándose a sí mismo como un candidato a parecida gloria, progresa hacia “il castello del Limbo”:
Venimmo al piè d’un nobile castello,
sette volte cerchiato d’alte mura,
difeso intorno d’un bel fiumicello.
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Questo passammo come terra dura;
per sette porte intrai con questi savi:
giugnemmo in prato di fresca verdura.
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Genti v’eran con occhi tardi e gravi,
di grande autorità ne’ lor sembianti:
parlavan rado, con voci soavi.
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Al pie llegamos de un noble castillo,
siete veces cercado de altos muros,
amparado en rededor por un bel riachuelo.
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Este lo vadeamos como una tierra firme;
con estos sabios por siete puertas pasé:
alcanzamos un prado de de un fresco verdor.
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Allí había gentes de ojos calmos y graves,
una gran autoridad había en sus semblantes:
de poco hablar, con sus voces suaves.
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Divina Comedia, Inf. IV, 106-113, Limbo
Entra así Dante en el edificio que simboliza en sus siete muros las siete virtudes: las morales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) a lasque según esa interpretación, se añaden las tres intelectuales (inteligencia, ciencia y sabiduría), y, según otra, serían las siete partes de la filosofía (física, metafísica, ética, política, económica, matemática, silogística). El riachuelo simbolizaría la elocuencia que sirve a a enseñar lo que encierran esos muros.
Las siete puertas parecen simbolizar las siete artes liberarles del trivio y el cuadrivio medievales (gramática, dialéctica, retórica, música, aritmética, geometría y astronomía). El prado verdeante y fresco es la demora de los grandes espíritus de la Humanidad
Tras el encuentro con los poetas, se presentan a su vista las sombras de algunos héroes y heroínas de la Antigüedad grecorromana (Inf. IV, 115-129), para sucesivamente percibir a los filósofos griegos, congregados junto a Aristóteles, a quien Dante otorga la primacía:
Poi ch’innalzai un poco più le ciglia,
vidi ‘l maestro di color che sanno
seder tra filosofica famiglia.
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Tutti lo miran, tutti onor li fanno:
quivi vid’ ïo Socrate e Platone,
che ‘nnanzi a li altri più presso li stanno;
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Al alzar un poco más la mirada,
vi al maestro de quienes saben
estar con la filosófica familia.
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Todos le admiran, todos le honran:
ahí vi a Sócrates y a Platón,
que antes que otros a su lado están;
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Divina Comedia, Inf. IV, 130-135
Tras completar la serie filosófica con Demócrito, Diógenes, Anaxágoras, Tales, Empédocles, Heráclito y Zenón, continúa Dante su visita escoltado por los poetas, percibiendo así a algunos protagonistas de las ciencias y las artes antiguas como el médico griego Dioscórides, el mitológico músico Orfeo, el político y retórico Tulio (Cicerón), Lino, mítico poeta griego, el moralista Séneca, Euclides el geómetra, el geógrafo y astrónomo Tolomeo, el médico Hipócrates, el también médico y filósofo Avicena, Galeno el implantador de tantas ideas de la medicina, para acabar con un comentarista y transmisor del aristotelismo, entre otros campos de las ciencias y el Derecho el cordobés Averroes.
Abandonando el castillo y separándose del grupo de los poetas que hasta la salida del Limbo les han acompañado, dejando la zona luminosa, Virgilio y Dante bajan de nuevo al valle nebuloso que les conducirá de nuevo
…
fuor de la queta , nell’aura che trema;
e vengo in parte dove non è che luca.
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lejos de la quietud, al aura que trema;
y llego a la parte donde no es que luzca.
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Divina Comedia, Inf. IV, 150.151
Los viajeros, pasarán del Limbo al Infierno, continuando su recorrido por el círculo V del que ya hemos dado algunas imágenes y versos aquí, donde recordarán que les esperaba Minos (Inferno, Círculo V, 4 – 12).
Por nuestra parte, nos dirigiremos con Dante y Virgilio a ese otro lugar, el Purgatorio “de los justos que tienen que purgar” (Ripalda dixit).
La transición es un alivio ante el “dolce color d’oriental zaffiro” que inunda el cielo donde desconocidas estrellas resplandecen…
Pero de este tránsito por los treinta y tres círculos del Purgatorio dantesco comentaremos una selección en siguientes episodios…
NOTAS:
- Las interpretaciones se basan en gran parte en el aparato crítico de la obra: Alighieri, Dante, La Divina Commedia, Testo critico de la Società Dantesca Italiana, riveduto e rifatto da Giuseppe Vandelli (Firenze, 1937). Ristampa facsimile a Milano, Ulrico Hoepli Editore-Libraio, 1960, pp. 27 a 35. Esa la edición que utilizo para el texto italiano.
- La traducción al castellano de los versos selciionados es mía.
- Las ilustraciones de Gustave Doré para la Divina Comedia han sido materia de numerosas ediciones francesas e inglesas desde fines del s.XIX. Hoy son de dominio público. Por mi parte me he guiado por la edición de los 135 grabados editados recientemente por Gabriele Baldassari en La Divina Commedia di Dante Alighieri, Gustave Doré, Mondadori, 2021.