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Channel: Historia del arte – en son de luz
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Convergencias de Arte y Literatura (V): los grabados de Gustave Doré para la Divina Comedia (2)

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Dante y Virgilio se encuentran a Epicuro en el Infierno. Gustavo Doré, Divina Comedia Inf. X, 14

Saltando de un capítulo a otro, y de una grabado de Gustave Doré a otro, sigo seleccionando escenas del Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Paso brevemente por el encuentro con Epicuro, maestro de todos los “heréticos” que no creen en la inmortalidad del alma (cuyo número, de entonces a esta parte, me temo ha ido creciendo) :

Suo cimitero da questa parte hanno

con Epicuro tutti’i suoi seguaci,

che l’anima col corpo morta fanno.

Su propio cementerio de esta parte tienen

con Epicuro todos sus secuaces,

que al alma con el cuerpo muerta hacen.

Divina Comedia, Infierno, cap. x. 14

Pero, me interesa particularmente ir a una de las secciones más ilustres del Infierno, la que reúne a quienes ejercitan la violencia contra el prójimo. Incluye una condena particular de los tiranos, sumergidos en un lago sangriento.

El lugar es rocoso y desciende ríspido hacia la ribera de sangre. La presencia del Minotauro, que ahí habita, hace el paraje todavía más horrible a la vista…

Era lo loco ov’a scender la riva

venimmo, alpestro e, per quel ch’iv’er’anco,

tal, ch’ogni vista ne sarebbe schiva.

.

Qual è quella ruina che nel fianco

di qua da Trento l’Adice percosse,

o tremoto o per sostegno manco…

Era el lugar donde al descender el precipicio

llegamos, áspero y, también por quien ahí está,

tal, que toda mirada se apartaría esquiva.

.

Es parecido al abismo que en el barranco 

por donde en Trento fluye el Adige,

debido a terremoto o a falta de asiento…

Divina Comedia, Infierno, cap. xii. 1-6
Divina Comedia, Infierno, cap. XII, Gustavo Doré

Mientras inician un peligroso descenso, Virgilio le dice a Dante:

“Ma ficca li occhi a valle, ch’e s’approccia

la riviera del sangue in la qual bolle

qual che per violenza in altrui noccia”

“Mas dirige tu mirada al valle, pues se aproxima

la ribera de la sangre en la que hierve

todo el que ejerciendo violencia a otro dañara”

Divina Comedia, Infierno, cap. xii, 46-48

Un centauro les interpela a gritos, amenazándoles que si no explican su derecho a venir a este lugar les atacarán. A lo que Virgilio replica que Quirón, el centauro jefe de la tropa, sabe bien a qué han venido.

Llegados a la orilla descubren el tormento al que están ahí sometidos los tiranos que tanta sangre de otros derramaron y ahora para siempre en sangre hirviente flotan.

Divina Comedia, Infierno, cap. XII, Gustavo Doré

Quivi si piangon li spietati danni ;

quivi è Alessandro, e Dionisio fero,

che fè Cicilia aver dolorosi anni.

Aquí se lloran los despiadados daños ;

aquí está Alejandro, y el Dionisio fiero,

que a Sicilia infligió años dolorosos.

Divina Comedia, Infierno, cap. xii, 106-108

Además de Pirro y Atila, hay otros tiranos de la Italia del poeta que para nosotros serían desconocidos si él no los mencionase. Pero sobre todos destacan Alejandro Magno y Dionisio, el tirano de los siracusanos.

Si Dante hubiera sido nuestro coetáneo su lista podría incluir a Napoleón, Stalin o Mao Tse Tung y otros muchos.

Pero volvamos al caso del emperador macedonio, que llegó con sus tropas hasta las fronteras del Indostán y cuyas gestas, al menos en mi época, se estudiaban por extenso en el bachillerato.

Curiosamente, junto con Julio Cesar (¡aquellas clases de latín!), Alejandro Magno fue degradado, no al infierno sino a la picota de sus críticas, por Erasmo de Rotterdam, en diversos pasajes de su ingente obra. ¿La razón principal?

Las guerras que generó a lo largo de su vida fugaz de emperador triunfante. ¡Notable coincidencia con Dante!

Desgranemos algunas de las razones de Erasmo para tratar así al ambicioso macedonio:

No eran menores las regias estupideces de Alejandro Magno cuando se complacía en ser llamado hijo de Júpiter, renegando de su padre; cuando competía en beber vino; cuando toleraba a los aduladores que le adoraban como dios en los banquetes; cuando se queja­ba de que el orbe era estrecho para sus victorias y se adentraba en el Océano en busca de nuevos mundos por conquistar. ¡No hablemos de los Dionisios, Tolomeos, Julios, Nerones, Tiberios, Calígulas, Heliogábalos, Có­modos, Domicianos, de los cuales, el uno reclamaba el título divino, siendo indigno de llamarse hombre; el otro se abandonaba enteramente a la burla de sus aduladores; otro, arrastrado por la ambición, sacudía el mundo ente­ro con guerras absurdas!

Traducción del autor de este blog en su edición de Adagios del poder y de la guerra y Teoría del Adagio (Madrid, Alianza Editorial, 2008), p. 154

He destacado el nombre de Dionisio, porque Erasmo lo destaca, al igual que Dante, junto a Alejandro Magno.

Sigamos:

¿Acaso conviene que el vicario de Cristo imite más a los Julios, los Alejandros, los Cresos y los Jerjes, que no son más que grandes bandidos, que a Cristo mis­mo, el único jefe y emperador de la Iglesia?

Ibidem, p.133

Jerjes, Ciro y Alejandro Magno habrían vivido más y habrían alcanzado una gloria más justa si hubieran pre­ferido gobernar mejor sus estados en vez de saquear con las armas los ajenos

Ibidem p.
172

Alejandro Magno deliraba ¿hay quien lo niegue? El semidiós aquel ansiaba que hubiera varios universos por conquistar ¡hasta ese punto la fiebre de gloria dominaba su mente juvenil!

Ibidem, p.229

A pesar de que haya tantos pájaros no exentos de elocuencia, de que sean tan­tas las aves canoras y las especies dotadas de gritos y de cantos variados, con melodías que incluso pueden con­mover las piedras, es no obstante el solitario estridor del águila, áspero y apenas musical, el que se sobrepone a to­dos. Existe sin embargo una raza de águilas que Aristóte­les apreciaba muy particularmente –quizá porque habría deseado identificar con ese pájaro a su pequeño aguilu­cho Alejandro–, no por ser menos predadora y voraz que las otras

….

Hay sin embargo águilas degeneradas que se alimentan de pescado y que no se avergüenzan de apoderarse de la carroña que han dejado otros. Pero las hay que son más generosas, a semejanza de esos tiranos que ceden algo a piratas y salteadores, de los cuales –como en presencia de Alejandro de Macedonia afirmó aquel noble bucanero– en nada se diferen­cian, sino sólo en que disponen para sí mismos de flota y tropas más numerosas, con objeto de asolar con sus la­trocinios una parte más vasta del mundo; las águilas de esa clase ceden las presas menores a vilanos y gavilanes y hacen la guerra a los cuadrúpedos, desde luego no sin peligro y a la vez no sin esperanza de victoria, a la mane­ra de un general enérgico.

Ibidem, pp. 270-71 y 277 (los subrayados son míos)

Que yo sepa, Erasmo no citó nunca a Dante, por lo que resulta más interesante su coincidencia al caracterizar repetidamente a Alejandro Magno como un tirano que llevó la guerra a la vida de muchas gentes, movido por un ansia insaciable de poder; y a quien en su Divina Comedia el poeta no duda en colocar en el infierno, en un lago de sangre, acosado por los guerreros centauros del pelotón de arqueros de Quirón, el hijo centauro de Saturno (Cronos) y de la ninfa Fílira, tutor de Aquiles y modelo de sabios educadores. Es significativo que un guerrero sabio es quien capitanea el batallón que castiga a los tiranos.

***

Por hoy terminaremos con otro lago dantesco -pero ahora de mierda- en el que penan los aduladores.

Para llegar ahí, al séptimo círculo infernal, Dante y Virgilio han tenido que volar sobre una enorme sima a lomos del dragón Gerión, un monstruo mitológico del que habla la Eneida. Si bien Dante se aleja un poco de la descripción del mito, para darle forma tri-corpórea (hombre, serpiente y escorpión), en parte parecido a la langosta del Apocalipsis de San Juan (IX, 7-11).

El vuelo sobre el dragón Gerión. Infierno, XVII, Gustavo Doré

Hemos llegado al octavo círculo del infierno, donde se abren varias fosas.

En la segunda, en un tremedal de estiércol, chapotean los aduladores.

Así pues, tremendo castigo eterno para quienes se dejaron llevar por ese vicio servil de adular a los amos y señores, que quizá ahora nos parezca excesivo, aunque puede que a Dante el hábito de la adulación le pareciera horrible, ya que en el Medioevo, las turbas de aduladores cortesanos era en cierto modo una plaga que arropaba y empujaba a los poderosos a abusar de su poder.

En todo caso hay queda eso, los dos poetas bajan hacia un fondo oscuro, cuyos muros están cubiertos de moho y del cual se eleva un intenso hedor.

Al llegar se encuentran con un repugnante espectáculo:

Quivi venimmo ; e quindi giù nel fosso

vidi gente attuffatta in un sterco

che dalli uman privadi parea mosso.

.

E mentre ch’io là giù con l’occhio cerco,

vidi un col capo sì di merda lordo

che non pare s’era laico o cherco.

Vinimos a este sitio ; y abajo en el foso

vi gente atrapada en un estiércol

que parecía defecación de humanos.

.

Y mientras que ahí abajo con mis ojos buscaba,

la cabeza vi de uno de mierda tan cargada

que si era de clérigo o laico no acertara.

Divina Comedia, Infierno, cap. xviii, 112-117 (*)
La fosa de estiércol de los aduladores. Infierno, XVIII, Gustavo Doré.

El de la caca por sombrero se incomoda y le pregunta a Dante que por qué tanto le mira, a él más que a los otros feos. Y Dante le responde:

“Porque si bien me acuerdo de ti, aunque tus pelos eran secos, tu eres Alessio Interminei, de Lucca. ¡Por eso de verte así me alegro más que con otros”. (Al parecer el caballero se dedicaba a seducir a las mujeres con lisonjas para aprovecharse de ellas).

Concluye el canto XVIII con Tais, la meretriz que en el acto III de El eunuco de Terencio seduce con dulces palabras a los incautos y es ejemplo de adulación el diálogo De la amistad de Cicerón.

La desgraciada, sin lograr estar quieta, se agacha y se levanta sin cesar, rascándose con las uñas (con le unghie merdose) las costras de los excrementos”

La prostituta Tais en el círculo VIII del Infierno, Gustavo Doré.

***

Concluyo lamentando no haber abandonado aún el Infierno. La culpa es de Gustavo Doré que le dedica 75 grabados, por 42 al Purgatorio y ¡sólo 17 al Paraíso! Y Dante no es la causa de al desequilibrio. De hecho, en la edición de la Commedia que utilizo y cito, que puede considerarse canónica, el Inferno ocupa 292 páginas, el Purgatorio 304 ¡ y el Paradiso 317 !

Así que les dejó buscando su propia explicación. Se admiten propuestas.

(continuará)

Notas:

(*) En este pasaje, al tener la cabeza cubierta de excrementos, Dante no puede distinguir si el condenado tiene la tonsura de un clérigo o por el contrario es laico.

  • Las ilustraciones de Gustave Doré para la Divina Comedia han sido materia de numerosas ediciones francesas e inglesas desde fines del s.XIX. Hoy son de dominio público. Por mi parte me he guiado por la edición de los 135 grabados editados recientemente por Gabriele Baldassari en La Divina Commedia di Dante AlighieriGustave Doré, Mondadori, 2021.
  • Texto que he utilizado : Alighieri, DanteLa Divina Commedia, Testo critico de la Società Dantesca Italiana, riveduto e rifatto da Giuseppe Vandelli (Firenze, 1937). Ristampa facsimile a Milano, Ulrico Hoepli Editore-Libraio, 1960
  • La traducción de los versos es mía.

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