Dedicado a la Doctora Luisa Vetter Parodi
Durante los años que viví en el Perú, muchos de los descubrimientos arqueológicos de las últimas décadas no se habían producido. Ha sido durante las tres semanas de estancia del año pasado, gracias a que nuestros amigos peruanos nos guiaron a mí y a mi esposa por los museos y sitios de la costa peruana, cuando me he podido maravillar con el trabajo ingente que los arqueólogos peruanos han realizado y siguen realizando. La curiosidad que ese viaje ha despertado me ha seguido picando, pues hay una serie de espacios universitarios y de investigación que publican estudios y hallazgos incesantes en la materia. A distancia, todavía, voy conociendo a docentes e investigadores a través de sus trabajos. Así que de vez en cuando, gracias a su gentil aprobación seguiré modestamente y en la medida de lo posible haciéndome eco de lo que gracias a sus labores aprendo.
La orfebrería en tierras peruanas
¿Qué turista que haya visitado el Perú no ha vuelto con algún objeto que se inspira en los obras de orfebrería de los talleres precolombinos? Imágenes de tumis, peces, aves, barcos de inspiración mochica, chimú, inca, etc, que los viajeros se llevarán a casa en reproducciones de metal barato o, para los de mayor poder adquisitivo, de plata de ley, como joyería, bisutería o para decorar alguna estantería.
Nada de eso existiría si, en los talleres y hornos precolombinos, mediante la técnica chimú del laminado o la del vaciado yschma, muchos artistas anónimos, a menudo trabajando bajo la guía de sacerdotes en los centros ceremoniales, no hubieran elaborado durante milenios numerosos objetos para el culto o el uso diario de la nobleza, basados en un imaginario vinculado al entorno natural y cotidiano.
Hay además, antes de llegar a nuestros días, un lapso de tiempo de más de cinco siglos de mestizaje social, cultural y técnico desde que se produce el encuentro entre los españoles, no sólo con sus objetivos colonizadores sino con sus propias técnicas de tratamiento de los metales, su cultura y tradiciones en materia de orfebrería y sus iconografías, con las que en el mismo ámbito llevan practicando desde hace milenios los habitantes del Imperio Incaico, otro complejo crisol de prácticas e imaginarios de sus orfebres.
Se sabe en que momento estamos. Y también, como se expone en el estudio que ha motivado esta entrada, se va sabiendo cada día un poco más, no obstante ciertas lagunas difíciles de colmar, gracias a la arqueología peruana y a trabajos como el de la Doctora Luisa Vetter Parodi sobre La orfebrería inca en la costa peruana, de lo que los orfebres precolombinos realizaron en tres milenios y medio previos a la Conquista.
El valor del oro y la plata para los conquistadores era el valor venal, lo que condujo, junto con las extracciones ilegales de los siglos que siguieron, a pérdidas irreparables. De nada sirvió que el valor del metal empleado no tuviese para aquellos artistas y artesanos un interés pecuniario. Una enorme cantidad de sus obras fueron fundidas para financiar la colonización y alimentar además las remesas que reclamaba la lejana península.
Se produjo sin embargo un encuentro en materia de metalurgia y orfebrería entre los saberes de los recién llegados y los plateros y orfebres locales. De cómo se produjo ese ensamblaje entre ambas tradiciones técnica, creativas e iconográficas, que dio lugar al mestizaje de una orfebrería indígena y criolla, sobre todo en los dos primeros siglos de la Colonia también es la Doctora Vetter Parodi uno de los pocos investigadores que se han aventurado a estudiarlo en trabajos que abren puentes entre el pasado precolombino y el presente, ocupándose de aquella fusión progresiva entre lo foráneo y lo autóctono, verbigracia en: Plateros indígenas en el Virreynato del Perú, siglos XVI y XVII (Lima, Fondo Editorial Universidad Nacional de San Marcos, 2008).
Pero, hoy me complace referirme a lo que la autora trata en el trabajo antes citado sobre las varias manifestaciones según períodos, culturas y regiones del Perú precolombino desde actividades metalúrgicas (1500 a 1100 a.C.) y de la orfebrería del final del Incanato (1450 d.C.). Los Incas habían puesto a su servicio a los orfebres de las culturas anteriores, beneficiándose en especial de lo que practicaban en la costa central los orfebres chimúes e ychsmas, que a su vez habían integrado el saber anterior de culturas de la costa norte del Perú, como los mochicas, sin olvidar que en la región andina también se había desarrollado la metalurgia de la cultura Wari. Y que, todo ello de un modo o de otro confluyó entorno al milenario complejo ceremonial y funerario de Pachacamac, santuario de la arqueología peruana donde los hallazgos de metal reflejan una confluencia de todas las técnicas de orfebrería del Perú precolombino.
Como escribe la Doctora Vetter Parodi :
Siendo las piezas elaboradas por artesanos costeños, es lógico pensar que la iconografía representada tendrá relación con el medio geográfico al que pertenecen. Si bien los incas se originaron en el altiplano, es posible que a su llegada a la costa hayan impuesto ciertas representaciones como las de los camélidos en los tumis. La presencia de piezas de la costa central en la costa norte y viceversa podría deberse a varias razones, una de ellas sería el traslado de objetos de una zona a otra por intercambio, o porque fueron llevadas por los peregrinos para ser ofrendadas. La otra posibilidad es que no sea el objeto el que va de un área a otra, sino que son grupos de orfebres los que se trasladan de un lugar a otro llevando un concepto iconográfico y preferencias tecnológicas para ser plasmadas en el nuevo espacio geográfico.
“La orfebrería inca en la costa peruana”, Luisa Vetter Parodi, “Cuadernos del Qhapaq Ñan” Año 6, N° 6, 2018. (*)
(La reproducción de las fotos se hace con la autorización expresa de la autora).
A su llegada, los conquistadores no buscaban las piezas en sí, sino el material del que estaban hechas, es decir, el oro y la plata. Es sabido que esto ocasionó la fundición y pérdida de la gran mayoría de las obras que pudieron encontrar, en a comenzar por el desmesurado rescate exigido por Pizarro. Con el tiempo la depredación de los huaqueros produjo nuevas e irreparables pérdidas.
A causa de ello :
…la casi total inexistencia de contextos funerarios de personajes de elite ychsma, chimú e inca, hace muy difícil comprender la orfebrería incaica y sus precedentes; además, la escasez de investigaciones sobre talleres de orfebrería de estos periodos complica aún más dicho entendimiento.
ob.cit.
Llegados a este punto, creo que el lector se beneficiará del cuadro general sobre “Los metales en las culturas del antiguo Perú”, que en un vídeo de la serie Clase Maestra (episodio 24, Ministerio Peruano de Cultura) resume la profesora Vetter Parodi. Este panorama nos introduce a la evolución de la orfebrería del Perú en las diferentes culturas precolombinas a lo largo de tres milenios, en base a los hallazgos arqueológicos hasta hoy (**)
Por mi parte, en esta entrada me limito a algunos de los objetos de plata que fascinan por su magia ingenua y su carga simbólica y humana, seleccionados entre los que el artículo presenta, esperando que si buscan un mayor detalle, recurran al al mismo y a la vídeo producción. Tienen en su mayoría una serie de detalles jerárquicos que denotan una producción supervisada por una clientela noble o sacerdotal.
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La plata de los orfebres precolombinos peruanos
La plata tratada por los orfebres precolombinos era la que se obtenía de yacimientos poco profundos, con limitaciones importantes para la excavación por la falta de tecnologías posteriores, sin que se emplease el azogue, para amalgamar la plata de las gangas y desmontes desechados por los mineros indios hasta que lo introdujeron los colonizadores en las minas de Potosí. El azogue (mercurio) ya lo conocían y de hecho se extraía en abundancia en una mina de Huancavelica. Según el jesuita José de Acosta en su “Historia Natural y Moral de las Indias” (L. IV c. XI) tenía usos ceremoniales, festivos, suntuarios o bélicos, “para teñirse o pintarse con él los cuerpos suyos y de sus ídolos”. Añade que a esta práctica “la llamaban embijarse, porque les parecía que los rostros así embijados ponían terror, y agora les parece que es mucha gala”. Aunque opina la profesora Vetter Parodi que el Padre Acosta se confunde con el achiote o con algún tinte de óxido de hierro, que no son tóxicos como el cinabrio. En relación con la orfebrería el cronista jesuita destaca entre los “oficios especiales” de los indios los de plateros, pintores, olleros, barqueros, contadores y tañedores, “de quienes se servían los señores” (L.VI, cap XVI).
La creatividad
Pero lo que es irrepetible a mi juicio, y no se encuentra ni en la actualidad, ni en la orfebrería mestizada de la época colonial, es la magia naturalista en la representación de aquellos seres humanos en sus actividades cotidianas. Como este sirvienta que carga recurriendo a una faja que lleva sujeta a su cabeza un aríbalo incaico, que a juzgar por su postura es bien pesado.
El saber hacer de la refinada orfebrería peruana moderna está en deuda con aquella tradición milenaria y con sus anónimos artistas que trabajaron con inspiración, aunque agrupados en sus ayllus y posiblemente expatriados de la costa al altiplano, sometidos a encargos precisos de las clases dominantes para reflejar un sentido del mundo que en su obra se cristalizaba.
Los ojos de este personaje tan adornado de distintivos y el rostro representado en el vaso que porta muestran doble relieve, pero esta vez es casi plano, no tiene forma protuberante como las otras figurinas descritas. Esta pieza figura catalogada como chimú, lo cual creemos que es correcto, pero cuenta con rasgos ychsmas; pertenece a la colección Víctor Larco Herrera donada al museo en 1924
ob. cit.
Como bien explica la Profesora Vetter Parodi lo que del período más reciente (y más breve) de los tiempos precolombinos, el tiempo del imperio incaico, nos ha llegado del trabajo de aquellos orfebres, se debe al saber hacer de culturas anteriores.
Al llegar los incas a la costa impusieron cierta iconografía para los objetos de metal, pero la tecnología empleada para la elaboración de las piezas continuó sin experimentar cambios, ya que fueron los mismos artesanos ychsma y chimúes quienes continuaron elaborando las piezas; por consiguiente, resulta muy difícil establecer una separación de estilos y tecnologías entre las culturas del periodo Intermedio Tardío y los conquistadores incas. Lo que queda claro es que la técnica ychsma del vaciado y la técnica chimú del laminado continuaron siendo aplicadas para la producción de las piezas incas durante el Horizonte Tardío.
ob.cit.
No sólo fueron personajes los representados, sino tantísimos objetos de uso cotidiano, ceremonia, ornamento. Por ejemplo las “cucharitas de calero”, que se usaban (y usan) para extraer la cal del calero para mezclarla en la boca con la hoja de coca, de modo que en la masticación se catalice la cocaína.
O los vasos antropomorfos o zoomorfos, mucho de ellos encontrados en el conjunto de Pachacamac como objetos empleados en libaciones ceremoniales.
Sus estilos corresponden a un período de tiempo que abarca del 600 al 1450 d.C.
AGRADECIMIENTO Y NOTAS
Este modesto resumen ha sido posible gracias a que la Doctora Luisa Vetter Parodi ha accedido a compartir su trabajo de estudio e investigación con mi blog, respondiendo al interés que sus publicaciones en academia.edu me han suscitado.
(*) Cuadernos del Qhapaq Ñan es una revista de arqueología editada por Qhapaq Ñan – Sede Nacional del Ministerio de Cultura. Se comenzaron a publicar en el 2013. Se encuentra orientada a difundir estudios arqueológicos de investigadores andinistas, peruanos y extranjeros, concernientes a los períodos prehispánicos tardíos y colonial temprano, con especial énfasis en las temáticas de la vialidad antigua, el paisaje arqueológico y la antropología del movimiento. Incluye, asimismo, una sección permanente de reseñas de publicaciones recientes.
Qhapaq Ñan significa “camino (ñan) principal (qhapaq)” en quechua y se refiere al camino andino prehispánico que llegó a recorrer cerca de 6000 kms en sentido norte-sur. Alcanzó su máxima extensión en la etapa incaica, por lo que es frecuente que se lo mencione como Camino del Inca.
(**) Como me ha informado la Doctora Vetter Parodi, el fondo de la filmación reproduce imágenes de la Historia general y natural de las Indias, Islas y tierra-Firme del Mar Océano, de Gonzalo Fernández de Oviedo: Primera parte. Imprenta de la Real Academia de la Historia, Madrid, España; y de La Historia del Mondo Nuovo de Girolamo Benzoni (Relatos de su viaje por el Ecuador. 1547-1550). Traducida por primera vez en lengua castellana por Carlos Radicati Di Primeglio, autor de la introducción y de las notas. Guayaquil, Ecuador (1572/2000)