El sábado 9 de junio me proponía llegar desde Schilde a Cluny en Borgoña, para, tras pernoctar en los alrededores, visitar el domingo su abadía benedictina. Pero en el camino supe que ese día la afluencia de turistas se preveía masiva. Así que, cambio de planes, decidí detenerme en el pequeño camping de Selongey, localidad del departamento de Côte-d’Or, en la comarca conocida como la puerta de la Borgoña. En lugar del milenario monasterio cluniacense visitaría la menos turística abadía cisterciense de Fontenay, aunque no menos influyente en la Europa del siglo XII. Fue fundada por Bernardo de Claraval en 1118 y la construcción que en buena parte se conserva comenzó en 1139. De ella hablaremos más adelante. Hoy nos quedaremos con algunos aspectos del camino.
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La capilla de Santa Gertrudis en Selongey
El culto de Santa Gertrudis (625 – 659) debió de llegar a tierras borgoñonas desde tierras de Brabante. Feminista avant-la-lettre, aquella tía abuela de Carlomagno había heredado las tierras de su padre y, ni corta ni perezosa, con ayuda de su madre fundó en ellas un monasterio, del que fue elegida abadesa a los 20 años. Hasta los treinta y tres fue no sólo la superiora de sus monjas, sino también alcaldesa y juez de Nivelles. Inauguró toda una tradición, pues esa ciudad fue gobernada exclusivamente por alcaldesas durante más de mil años, hasta que la Revolución Francesa no sólo acabó con el monasterio sino con la sindicatura de las mujeres.
En todo caso, las hilanderas la tienen por patrona, siéndolo también de los viajeros y de los jardineros, a quienes protege contra ratas y ratones. Naturalmente, es también la santa patrona de los gatos.
Así que no podía menos de acercarme a la capilla de la patrona, no sólo de mi gata sino también de este viajero, mucho más legítima que el mítico San Cristóbal que nunca existió. Por otro lado, en Selongey, junto a su venerable iglesia románica, este es el único monumento notable, situado en en las alturas del pueblo. Data del siglo XVI y es una ermita con dos atrios sustentados por sobrias columnas, dóricas en el lateral y tabulares en el frontal, un ventanal gótico flamígero y altares barrocos, rodeada de campos de cereales.
Por desgracia hace dos años la capilla fue víctima de dos robos con efracción. Se llevaron en dos tiempos las losas en piedra de su pavimento original, en lo que debió de ser un robo por encargo. Todavía no se han iniciado las labores para pavimentarla de nuevo. En enero del año pasado se ha detenido a algunos sospechosos del pillaje.
La puerta está por supuesto cerrada y sólo a través de un agujero en la tela metálica que cubre su ventanuco enrejado he podido fotografiar la devastación de su interior.
Las fotos son pues de baja calidad, pero documentan una depredación más de las que acontecen en monumentos de las zonas rurales de nuestra Europa y que se ceban en particular en lugares periféricos de ciudades y pueblos de provincias.
Los gatos de Santa Gertrudis podrán mantener su templo libre de ratones, pero no parece que la santa tenga poder contra los rateros.
Según los periódicos de la región, el pavimento será restaurado fielmente, aunque no sabemos si los restauradores lograrán hacerlo con piedras seculares como las que lo cubrían.
Además del altar barroco dedicado a Santa Gertrudis, hay otro que preside Santa Reina mártir, natural de la ciudad gala de Alesia en el siglo IV.
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Desde su hornacina la santa alcaldesa de Nivelles parece preguntarse: ¿pero qué hacían mis policías municipales en las dos noches de autos?
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Semur-en-Auxois
Después de dejar Selongey prosigo mi ruta hacia la abadía de Fontenay. Por el camino atravieso (no tengo tiempo para más) la villa de Semur-en-Auxois, muy popular entre los amantes de las ciudades de aire medieval bien conservadas, como es esta.
Llegando como llego pasadas las 11:00 de la mañana de un domingo, aparcar es ya imposible y no soy partidario de visitas deprisa y corriendo y con innumerables turistas por todas partes.
Tomo algunas fotos y me prometo volver con más tranquilidad, no sólo aquí sino a otros muchos rincones atractivos que ofrece la Borgoña.
Me alejo del centro por el camino de circunvalación de las murallas.
Una hora más tarde llego a Fontenay. Pero de ello hablaremos otro día.