Cada año las academias y liceos de Bellas Artes de Italia sacan a concurso las plazas de modelos vivientes de ambos sexos, para sus “scuole libere del nudo”, en las que se practica el dibujo de anatomía artística. Su reclutamiento y situación contractual están reguladas desde el año 2000. Pero una cosa es la ley y otra su práctica, así que en el 2008 se produjo un paro para reclamar el reconocimiento profesional y protestar por la precariedad y las condiciones en que ejercían su trabajo
Por mi experiencia como alumno en la Facultad de Bellas Artes de Altea, en España, y en la Academia de Bellas Artes de Watermaels-Boitfors, en Bélgica, he sido testigo de que el trabajo de posar es sufrido, la retribución es módica y la contratación temporera.
La primera Academia de Arte de Europa fue ideada por Giorgio Vasari y fundada por Cosimo I de Medicis en Florencia en 1563. A ella siguió la creación de la primera academia de dibujo de Europa por los hermanos Carracci en Bolonia en 1580. Más tarde se creó la de San Lucas en Roma en 1593. Fue la de Bolonia, la accademia dei desiderosi, luego llamada degli incamminati, la que dio el espaldarazo oficial al dibujo de desnudos dal vero, sin prestar oídos a la prohibición de la Iglesia en aquellos tiempos de contrarreforma.
El dibujo de modelo viviente había existido desde antiguo en el ámbito de los talleres de los artistas, pero la proliferación de academias y escuelas de arte públicas en el siglo XVII y XVIII consagró esta práctica en el ámbito pedagógico y le dio gran importancia para la formación del artista. El oficio de posar estaba permitido sólo a los modelos varones. De hecho, un rey tan ilustre e ilustrado como Carlos III, siguiendo los dictados de su confesor quiso quemar todos los lienzos de las colecciones reales que incluían desnudos considerados indecentes. Sólo la intervención del pintor de la Corte, Anton Raphael Mengs, consiguió que los donase a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, para servir a la instrucción de los alumnos. A fines del siglo XIX se empezó a tolerar el posado artístico de las mujeres en las academias privadas, aunque hubo que esperar al siglo XX para que las mujeres pudiesen retratar a los modelos desnudos en las academias estatales.
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Los dibujos de la colección de la Academia de San Fernando
Todo esto viene a cuento de que recientemente he examinado los trabajos de dibujo de modelo viviente de la Biblioteca digital de Bellas Artes de San Fernando que posee la Universidad Complutense de Madrid. Son trabajos, por lo general de gran calidad técnica, realizados a la sanguina, el carboncillo o el grafito, algunos sobre papel blanco o en su mayoría amarillento o gris. Entre los dibujos destacan los de alumnos que con ellos pasarían las pruebas para obtener una beca o pensión en la Academia de España en Roma. Algunos lograrían una plaza en la Historia del Arte, como José del Castillo (1737 – 1793), Domingo Álvarez Enciso (1737 – 1800), Alejandro de la Cruz (becario en Roma en 1765), Gabriel Durán (1747 – 1806, becario en Roma), Manuel de Eraso (1742 – 1813), José Maea (1760 – 1826), Mariano Salvador Maella (1739 – 1819).
Fue necesario un siglo y medio más para que una mujer, la excelente pintora naturalista Marcelina Poncela Ontoria (1864 – 1917), legase un dibujo para esta colección y mereciese que su biografía acabase en la wikipedia. Era una de las seis mujeres que, con permiso real, pudieron ingresar en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. No se trata de un desnudo, no se llegó a tanto, sino de la figura de un filósofo, a partir de la copia en escayola de una estatua clásica. Su hijo, Enrique Jardiel Poncela, de quien hemos hablado aquí, también dibujaba, seguramente por haberlo aprendido de su madre.
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Pero estábamos hablando de cuán sufridas pueden ser las sesiones de posado, por ello me voy a fijar en alguno de los recursos que se les ofrecían a los modelos para mantenerse inmóviles.
La piedra como apoyo
Un año antes del dibujo de José Maea que vemos un poco más arriba, otro aspirante a la fama dibujaba con los mismos materiales y la misma técnica al que puede que fuese el mismo modelo aunque con el pelo más corto, esta vez sentado sobre dos piedras, pero en una torsión que no parece demasiado cómoda. Prueben ustedes a mantenerse en esta pose durante veinte minutos o media hora y a ver si recuperan la normal sin tener calambres.
Y ya que hemos mencionado la fama de sus autores, he aquí dos dibujos más antiguos de modelos apoyados en la piedra, sobre papel gris y con acabado en albayalde.
Bastones
El primero se sujeta también en una especie de garrota o muleta para mantener su difícil equilibrio. Curiosamente el dibujante ha olvidado dibujar la continuación de la vara entre el antebrazo y la espalda
Este segundo no necesita de bastones, porque la piedra vertical le sirve de apoyo. Los toques de albayalde (blanco de plomo), un material que ya se usaba en el siglo XIV y fue desechado por tóxico en el siglo XIX, destacan los volúmenes del cuerpo.
Otro que utiliza un palo
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Evolución
Hacia final de siglo la línea se hace más nítida
Y cuando Antonio Martínez dibuja en Roma, pensionado en la Academia de España, esa precisión se acentúa
en contraste con sus ejercicios anteriores en Madrid
Podríamos seguir, pues hay en la colección muchos ejemplos de modelo apoyada en un bloque de piedra. Pero en un próximo domingo comentaremos otra curiosa forma de mantener el equilibrio y hacer más difícil la labor del dibujante.
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Para finalizar, he aquí un ejemplo de otro modelo que, siendo de escayola, no tenía que sufrir para mantenerse inmóvil, una copia del llamado Gladiador Borghese cuyo original está en el Louvre.
Entre los ejercicios que lo representan éste es el más antiguo de la colección. De aquel alumno aventajado sólo nos ha quedado el nombre
Y este otro al carboncillo obtuvo uno de los premios del curso del 1911
Aquel catalán, alumno de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, se llamaba José Nogué Massó (1880 – 1973). Llegó a ser director de la Academia de España en Roma y catedrático de dibujo y director de la Escuela de Artes y Oficios de Jaén.
Este otro es un aspirante que no llegó tan lejos aunque, sin saberlo, intentaba emularlos cuando dibujaba la misma estatua, pero en Roma y un siglo más tarde…
Pero mejor sería darse una vuelta por el Louvre para ver el original en mármol
Nota: La Colección de dibujos antiguos de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes de Madrid se puede consultar pinchando aquí