Para Margaretha y Tomas
Lo he llamado así, “el hombre docto”, pues no se me ha ocurrido mejor nombre para este elegante portador de quevedos, esos binoculares que pinzan la nariz y que los monjes medievales utilizaban para leer sus maitines a la luz de los cirios. Sin embargo, hay algo de incongruente, pues este hombre dirige el martirio de San Lorenzo sobre la parrilla, en el cuadro inferior de un retablo que vino de Bruselas a principios del siglo XVI. La obra se atribuye a los talleres de Jan Borman, también llamado Jan Borreman. ¿Será una alusión a las dotes de taumaturgo de aquel santo que pereció asado, y por ambos lados a petición propia? Cuenta la leyenda áurea que devolvió la vista a varios ciegos.
¿Será que el imaginero que modeló esta fisionomía consideraba los binoculares un distintivo del poder de ajusticiar? ¿Será que este inquisidor sádico, con su movimiento de las manos está dando instrucciones a los torturadores para que el santo diácono se tueste bien? ¿O más bien le está diciendo a la víctima que si cambia de idea y apostata se podrá ir por donde ha venido? Nunca lo sabremos, pero los verdugos no paran de atizar el fuego con el fuelle y de traer más carbón.
Otra cosa que llama la atención es que -¿por economía de escala?- en el taller de Bruselas seguían erre que erre representando a los figurantes de los retablos ataviados a la flamenca, daba lo mismo que se tratase de una escena de la Roma del emperador Decio o de unos personajes de la Palestina de tiempos de Cristo. ¿Sería más bien por un afán pedagógico? ¿Para que la Historia Sagrada y las leyendas pías resultasen más cercanas? Al fin y al cabo, en nuestros días también hay teatros que representan el Tartufo con ropa de Emidio Tucci.
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El retablo preside el altar de la iglesia de Veckholm, uno de los templos medievales que nuestros amigos de Hellby nos llevaron a visitar. Por aquella época, mientras se hacía venir a Escandinavia a expertos flamencos y holandeses para construir ciudades y navíos o forjar armamento, las iglesias suecas, por las mismas rutas comerciales, importaban retablos de Bruselas, poblados de personajes del Evangelio, ataviados a la flamenca.
Pero en aquellas factorías de las que proceden los retablos no todos los artesanos tenían las mismas habilidades y además había que cumplir plazos. Pero sobre todo, la mayor parte de los trabajos no eran obra del maestro sino de sus oficiales.
En todo caso, los rostros de las santas mujeres junto a la cruz, parecen ser obra de un artista más ducho que el que talló y policromó al hombre de las gafas.
Observando los diferentes cuadros de la vida de Cristo, se descubren calidades diferentes en el mismo retablo. Basta comparar algunas de ellas con la labor de su escena del Descendimiento
o, sobre todo, con el retablo de la iglesia de Villberga, cuyas figuras son dignas de haber salido de la mano del mismísimo maestro Borreman.
O, en menor medida, con las figuras del Descendimiento del mismo retablo, que insiste en el detalle de los cabellos de María Magdalena recogidos en trenza, que ya aparecía así al pie de la cruz, aunque un cambio en sus ropajes y en los de la madre de Jesús, así como un acabado algo inferior en el movimiento y pliegues de las vestimentas y en los rasgos de los rostros, parezcan apuntar a la obra de otra mano. Los cabellos rizados y rubios de San Juan se mantienen en ambos cuadros, aunque más toscamente tallados en este
Al San Juan se le percibe también en el extraordinario cuadro del Via Crucis
Los cuadros que presento a continuación, aunque ingenuos y devotos, fueron probablemente la obra de un segundo de abordo. Las fisionomías son más expeditivas y las arquitecturas más elementales.
No es un defecto de origen pero ¡en el nacimiento, alguien ha secuestrado al niño! Menos mal que luego aparece de nuevo para la presentación o se trata de la circuncisión? De hecho el niño no parece muy contento.
Pareciera que las figuras del niño, a juzgar por el cuadro anterior y el siguiente -¿ante la abundancia de encargos?- el taller también las producía en serie.
El Ecce Homo en la iglesia de Veckholm tampoco es mano del maestro. Destaca el burdo estereotipo que de los pérfidos judíos han plasmado en buena medida el arte y la literatura de la Cristiandad durante dos mil años, con su parte de responsabilidad en el antisemitismo secular que no ceja y en las consecuencias bárbaras que siglo tras siglo se han ido sucediendo.
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El retablo de Villberga está a pocos kilómetros del de Veckholm. Ambos en el territorio de la comuna de Enköping en la región de Uppsala. Probablemente los encargaron juntos y viajaron a la vez desde Bruselas a Suecia entre 1510 y 1520. Unos años más tarde, con la Reforma apoyada por Gustav Vasa los retablos, seguramente costosos, no se habrían encargado. Precisamente, la expropiación de todos los bienes eclesiásticos le sirvieron para enjugar los gastos de guerra y deudas que había contraído para liberarse del cautiverio en Dinamarca y para pagar el apoyo recibido desde la ciudad de Lübeck en su lucha por la conquista del trono.
Lo relativo a los frescos anteriores a la Reforma Luterana en los muros de las iglesias medievales de la región y a las peripecias de algunos de sus autores, se queda para el domingo próximo. Habrá que remontarse al siglo XV, cuando las cuadrillas de los sufridos artistas, dirigidos por un Maestro, decoraban las bóvedas de los innumerables templos que se habían construido en Suecia durante la Alta Edad Media. Era un trabajo intenso y a contrarreloj, ya que sólo era posible pintar las bóvedas y los muros durante algo más de dos meses, los del verano sueco, cuando había más horas de luz y no arriesgabas helarte de frío sobre el andamio. Durante una gran parte del año, dentro de la iglesia había que calentarse con estufas, ir bien cubierto y rezarle a la Virgen y al niño a la luz de cirios, antorchas y lámparas de aceite; su sonrisa permanecía inmutable.
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Y ya que hemos ido de templos, es preciso que mencionemos que hoy se celebran las elecciones cuatrienales para los órganos de gobierno de la Iglesia Sueca, la mayor ONG del país. Votan los suecos y los residentes en Suecia inscritos en ella y mayores de 16 años.
Desde el año 2000 la Iglesia Sueca no es ya la Iglesia oficial del Estado que estableció Gustav Vasa y no la financia el gobierno sino el dinero que le suministran sus fieles a través de la declaración anual de impuestos, no son necesariamente todos los ciudadanos suecos. Sin embargo, como es tradición, las elecciones para sus órganos de gobierno, nacionales, regionales y locales, siguen involucrando a los partidos políticos que presentan sus listas a las mismas: Social Demócratas (29,4 % en las elecciones de 2013), Demócratas Suecos, la extrema derecha (6,0%), Ecologistas (4,7%), Liberales libres (3,3%), Partido del Centro (11,9%), Democracia Cristiana (4,8%), Izquierda en la Iglesia Sueca, los antiguamente comunistas, (2,46%).
Otros se desvinculan de la política parlamentaria sueca, como la Iglesia valiente (4,8%) la Alternativa Ciudadana (12,6%), Iglesia Abierta (4,6%) o el POSK (15,3%), un grupo que declara desde sus misma siglas el propósito de sacar a los partidos políticos del gobierno de la Iglesia Sueca.
Estos son los grupos que lograron representación nacional en 2013. Junto a ellos hay otros a nivel regional o local. En la campaña de este año la extrema derecha, o sea los Demócratas Suecos, se ha empleado a fondo, incluso con un buzoneo generalizado del ejemplar de su periódico de doce páginas dedicado al evento, entre las cuales destaca un artículo en el que “se explica” por qué Lutero condenaba la doctrina de los musulmanes.
La verdad es que, con la excepción de los ensayos pacifistas de Erasmo, la mayoría de los teólogos y líderes de opinión del siglo XVI identificaban la belicosidad de Imperio Otomano con la tradición guerrera del Islam inaugurada por Mahoma en el siglo VII. El fundador de la Reforma Protestante no era una excepción en sus refutaciones del Corán, aunque él, como la mayoría de ellos, no debió de conocer personalmente ni a un solo musulmán.
Pero volviendo a la campaña de los sverigedemokraterna, el pastor de una parroquia de la Iglesia Sueca de la periferia de Gotemburgo me comentaba hace dos días que se teme que el porcentaje de votos que obtenga este partido xenófobo crezca bastante. Para algunas cosas no hemos salido aún de la Edad Media.
En todo caso, pronto sabremos si ha votado más gente este año, puesto que en el 2013 sólo votó el 12,8% del censo los fieles de la Iglesia Sueca, o sea 700.000 de los 5,2 millones adscritos y contribuyentes. También sabremos quiénes serán los 251 miembros del Kyrkomötet (Asamblea de la Iglesia) para los próximos cuatro años.
Y además de hablar de electores hablaremos de pictores