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Los dibujos de Botticelli para la Divina Comedia. Dibujos reunidos (VIII).

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The Courtauld Gallery. Somerset House. Londres. Foto R.Puig.

The Courtauld Gallery. Somerset House. Londres. Foto R.Puig.

 

 

El pasado 18 de febrero pasé un día en Londres y, gracias a que mi profesor y amigo de la Academia de Bellas Artes de Roma, Marco Bussagli, me puso sobre la pista, descubrí la Galería Courtauld.

Su Gabinete de Estampas y Dibujos es uno de los principales templos de la historia del dibujo en Europa. No sólo expone periódicamente los dibujos y grabados de su colección inagotable, sino que concierta exposiciones de obras de otras importantes colecciones. Quiso la suerte que ese día se abriese la muestra (que sigue abierta hasta el 15 de mayo) de 30 de los 102 dibujos sobre vellum (pergamino flexible de piel de ternera) ejecutados a la punta de metal, y tinta marrón con plumilla y pincel, que Sandro Botticelli (1445-1510) realizó, uno por cada cántico de los que componen los tres libros de la Divina Comedia de Dante Alighieri (1265-1321).

De algún modo esos dibujos continúan la tradición de los códices miniados medievales, pues acompañan el texto de la obra que ilustran, en este caso manuscrita sobre la cara posterior del vellum, y aunque estos dibujos no sean miniaturas, pues sus dimensiones oscilan entre de los 32 a 33 cm. por  47 a 48 cm.

De ellos escribió Giorgio Vasari (1511-1574) que Botticelli “dedicó tanto tiempo a esta obra que de ello se siguieron infinitos desórdenes en su vida, pues por ellos dejó abandonado su trabajo”. Cuenta también que el artista murió en la miseria.

Hoy se conservan 85 en los Museos Estatales de Berlín. Formaban parte de la colección Hamilton que el duque inglés del mismo nombre les vendió en 1882. Esto sucedió porque le arruinó su pasión por los caballos y los perros de raza, y no tuvo más remedio que sacar a subasta la prodigiosa colección de arte de su familia.

Dos siglos antes de que los dibujos pasaran de manos inglesas a prusianas, siete de ellos de la colección original pertenecieron por un tiempo a la colección de Cristina de Suecia (1626-1689) en Roma, y ahora están en la Biblioteca Vaticana. Hay 10 más que se consideran perdidos. El anverso de los de Berlín, los que se exponen ahora en Londres, reproduce el texto de la Divina Comedia, salvo los cánticos I a VI y VIII a XV del libro del Infierno. Hay especialistas que opinan que los dibujos antecedieron al texto, pero otros apuntan a que el texto ya había sido caligrafiado alrededor de 1450 sobre una cara de los pergaminos y que Botticelli los ilustró uno por uno por la otra cara por encargo de Lorenzo di Pierfrancesco de’ Medici. La labor se extendió durante alrededor de doce años a partir de 1481/82. Sea como sea, es una extraordinaria labor no sólo de dibujo sino también de asimilación e identificación con el texto. Cada dibujo resume de forma dinámica en su composición la sucesión de la narración. Botticelli estuvo a la altura del desafío que la obra de Dante suponía, de tal modo que las fronteras del tiempo se difuminan y, al final, no se sabe si es el pintor quien ilustra los poemas o son los versos del poeta los que describen los dibujos del artista.

Una exquisita ékfrasis de la Divina Comedia

Los dibujos son sencilla y llanamente maravillosos. Recorren todo el célebre viaje iniciático de Dante, guiado por Virgilio a través del Infierno y el Purgatorio, y ascendiendo al Paraíso de la mano de Beatriz. La Divina Comedia fue recreada así en imágenes, como nadie lo había hecho antes.

Me he limitado a una pequeña muestra correspondiente al Infierno y al Paraíso, a la que añado la cita de los versos originales que el dibujo trata, y mi traducción. Aunque sólo sean cuatro los dibujos, son suficientes para mostrar el detallado conocimiento y la reverencia con que Botticelli se concentró en ilustrar la Divina Comedia; así como la exquisitez con la que plasma la atmósfera, el contexto, las descripciones y las anécdotas de Dante.

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 Los demonios en el Infierno

(Inferno, cántico XXII, 25-30: el suplicio de estafadores y prevaricadores en el círculo octavo)

Inferno XXII. Dettaglio. Museos Estatales de Berlin.

Botticelli. Inferno XXII. El demonio Barbarrizada. Detalle. Museos Estatales de Berlin.

E come all’ orlo dell’ acqua d’ un fosso

stanno i ranocchi pur col muso fori,

sì che celano i piedi e l’ altro grosso,

sì stavan d’ ogne parte i peccatori;

ma come s’appressava Barbariccia,

così si ritraén sotto i bollori

.

Como al borde del agua de una acequia

están los renacuajos morro afuera,

de tal modo, ocultando pies y cola,

estaban por doquier los pecadores;

mas como Barbarrizada se acercaba,

así se sumergieron en los hervores.

Una tropa de demonios, con sus picas terminadas en un garfio pescan a los pecadores, que sufren castigo por haberse corrompido en vida, condenados para siempre en una laguna de pez hirviendo. Los desgraciados asoman sólo la nariz y la boca, para evitar ser enganchados y sometidos a torturas.

No obstante, cuando llegaba el matón del grupo, el temible Barbarrizada,  los condenados, empavorecidos,  se sumergían completamente.

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Lucifer

(Inferno, cántico XXXIV, 34-51: suplicio en el círculo noveno de aquellos que traicionaron a quienes les favorecieron)

Botticelli. Inferno XXXIV. Museos Estatales de Berlin.

Botticelli. Inferno XXXIV. Museos Estatales de Berlin.

Dante y Virgilio llegan al centro del infierno (il Cocito), de donde brota ese fuego que cuece el Infierno entero.

Lucifer flota en el vacío ardiente, en el centro de la tierra y del universo.

La descripción de Botticelli sigue al pie de la letra el texto de Dante: la fealdad del príncipe de los demonios, la posición y unión de sus tres cabezas (antítesis de la Santísima Trinidad) y sus enormes alas de murciélago.

S’ el fu sì bello com’ elli è or brutto,

e contr ‘l suo fattore alzò le ciglia,

ben dee da lui procederé ogni lutto.

Oh quanto parve a me gran maraviglia

quand’ io vidi tre facce alla sua testa!

L’una dinanzi, e quella era vermiglia ;

l’ altr’ eran due, che s’aggiugnìeno a questa

sovresso ‘l mezzo di ciascuna spalla,

e sè giugnìeno al luogo della cresta :

e la destra parea tra bianca e gialla ;

la sinistra a vedere era tal, quali

vegnon di là onde ‘l Nilo s’avvalla.

Sotto ciascuna uscivan due grand’ali,

quanto si convenìa a tanto ucello:

vele di mar non vid’ io mai cotali.

Non avean penne, ma di vispistrello

era lor modo ; e quelle svolazzava,

sì che tre venti si movean da ello

.

Si tan hermoso fue como ahora es feo,

y contra su hacedor se alzó insolente,

de él han de venir todos los duelos.

¡Oh, cuán grande me pareció la maravilla

de esas tres caras que vi sobre su testa!

Una delante, y esta era bermeja;

las otras eran dos, que a ella se juntaban

encima y por medio de los hombros,

unidas por el borde de la cresta:

la derecha de blanco amarillento aparecía;

la izquierda del color de aquellos

venidos de donde el Nilo se remansa.

Bajo de cada una dos grandes alas emergían,

a la medida de tan enorme pájaro:

nunca velas marinas yo vi iguales.

No tenían plumas, pues de murciélago

era su forma; y aquellas agitaba ,

tal que tres vientos del mismo se partían

Estamos en el círculo último, el núcleo del Infierno, donde Dante ha situado los suplicios para aquellos que se han hecho reos de la más ignominiosa de las traiciones, la que se ceba en quienes te han favorecido.

Por debajo de las tres cabezas de Lucifer, vemos a Dante y Virgilio quienes, tras acercarse por delante del ala derecha, se aferran a la pelambre del príncipe infernal (empujados quizás por el viento de sus aleteos), tratando de pasar desapercibidos.

Botticelli. Inferno XXXIV. Detalle.. Museos Estatales de Berlin.

Botticelli. Inferno XXXIV. Detalle.. Museos Estatales de Berlin.

El príncipe de los ángeles traidores se ha reservado el castigo a la traición: mastica con fruición la cabeza de Judas, atrapado en sus fauces centrales, y muerde los pies de Bruto y Casio, condenados por traicionar a César.

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Guiado por la amada en el Paraíso

(Paradiso, cántico VI, 112-126: entre las almas que hicieron el bien para conseguir honor y fama y residen en el nivel inferior de la jerarquía celeste dentro del segundo cielo)

El discurso de Dante selecciona, según sus preferencias políticas e históricas, a los bienaventurados que, aunque movidos por afanes de gloria, gracias a las obras y hazañas que impulsados por el deseo de gloria cumplieron, merecen a su juicio estar en este primer nivel del cielo, donde sus espíritus brillan y arden en vivo amor con llama eterna.

Botticelli. Paradiso VI.Museos Estatales de Berlin.

Botticelli. Paradiso VI.Museos Estatales de Berlin.

Questa picciola stella si correda

di buoni spirti che son stati attivi

perchè onore e fama li succeda :

e quando li disiri poggian quivi,

si disvïando, pur convien che i raggi

del vero amore in su poggin men vivi.

Ma nel conmensurar di nostri gaggi

col merto è parte di nostra letizia,

perchè non li vedem minor nè maggi.

Quindi addolcisce la viva giustizia

in noi l’affetto sì, che non si puote

torcer già mai ad alcuna nequizia.

Diverse voci fanno dolci note ;

così diversi scanni in nostra vita

rendon dolce armonia tra queste rote

.

Esta estrella la menor se adorna

de buenos espíritus que fueron activos

para que honor y fama les sobrevivieran :

y puesto que sus deseos a ese fin tendían,

si bien los reorientaron, conviene que los rayos

del verdadero amor menos vivos asciendan.

Mas como al estimar nuestras recompensa

el mérito es parte de nuestra alegría,

ni mayor ni menor nos es la concedida.

De este modo la viva justicia suaviza

en nosotros la pasión, para que no pueda

nunca más torcerse hacia maldad alguna.

Voces diversas  entonan dulces notas  ;

así las etapas de nuestra vida

en estos cielos son ya dulce armonía.

Si en uno solo de los dibujos alcanza la perfección que apreciamos en el siguiente detalle, es comprensible que Botticelli, concentrado durante años en acabar con igual calidad los otros 101, descuidase el resto de su obra, hasta el punto de caer en la pobreza.

Botticelli. Paradiso VI. Dettaglio.Museos Estatales de Berlin

Botticelli. Paradiso VI. Detalle.Museos Estatales de Berlin

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En la escala de Jacob

(Paradiso, cántico XXI, 1-12: llegados al séptimo cielo Dante se guía por la mirada de Beatriz que sube envuelta en la luz de los bienaventurados)

Botticelli. Paradiso XXI. Detalle.Museos Estatales de Berlín

Botticelli. Paradiso XXI. Detalle.Museos Estatales de Berlín

 

Già eran li occhi miei rifissi al volto

della mia donna, e l’animo con essi,

e da ogni altro intento s’era tolto.

E quella non ridea ; ma “S’ io ridessi”

mi cominciò, “tu ti faresti quale

fu Semelè quando di cener fessi ;

chè la bellezza mia, che per le scale

dell’eterno palazzo piu s’accende,

com’ hai veduto, quanto più si sale,

se non si temperasse, tanto splende,

che ‘l tuo mortal podere, al suo fulgore,

sarebbe fronda che trono scoscende ».

.

Estaban otra vez mis ojos fijos en el rostro

de mi dueña, y el ánimo con ellos,

y de cualquier otro propósito apartado.

Y ella no reía ; que «Si yo riera”

me explicó, “tú te harías como

Semele cuando se volvió cenizas ;

pues mi belleza, que por las escalas

del eterno palacio más se enciende,

como has visto, cuanto más se sube,

si no la atemperase, tanto brillaría

que tu poder mortal, a su fulgor

sería ramaje que el trueno quiebra.

Como ella misma explica, el rostro de Beatriz ha de ser serio. Si le sonriese, Dante quedaría abrasado, como lo fue Semele, la hija de Cadmo, madre del dios Baco, cuando fue reducida a cenizas por el fulgor de Júpiter.

En el dibujo se observa claramente un pentimento : la imagen inicial de Beatriz ha sido borrada, para acercarla al pie de la escala, frente a Dante, de modo que  los ojos de este puedan, como rezan los versos, estar fijos en el rostro de su señora.

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A.M.D.G

Entre muchas otras cosas la Divina Comedia representa un viaje iniciático, encierra muchos de los elementos de ese arquetipo que encontramos en culturas diversas. No es propiamente un chamán quien guía a Dante a través de pasos peligrosos, en su progresiva ruptura de niveles, revelándole secretos que sin el viaje nunca llegaría a conocer, aunque algo de esto tiene Virgilio, el sagrado poeta, mientras le dirige, hasta que un personaje purificado por la Redención, la virginal Beatriz, toma el relevo en la etapa final hacia la contemplación de las almas bienaventuradas en el Paraiso, encendidas en el amor divino que colma las aspiraciones del amor humano.

Ese arquetipo se encuentra en infinidad de narrativas. Entre otras, quienes hemos sido alumnos de los jesuitas, sobre todo si ya somos viejos, lo hemos experimentado en los Ejercicios Espirituales. Pues viaje iniciático es el que Ignacio de Loyola diseñó a imagen y semejanza del suyo. Una coincidencia con Dante es que ya en el primer ejercicio de meditación se refiere a los ángeles caídos:

el pecado de los ángeles, cómo siendo ellos criados en gracia, no se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en superbia, fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al infierno.

El quinto ejercicio de meditación es sobre el Infierno y consiste en ver con la imaginación “los grandes fuegos, y las ánimas como en cuerpos ígneos”; oir “llantos, alaridos, voces, blasfemias”; oler “humo, piedra azufre, sentina y cosas pútridas”; gustar “lágrimas, tristeza y el verme de la consciencia”; sentir con el tacto “cómo los fuegos tocan y abrasan las almas”

Un poco más adelante describe a Lucifer (meditación de “las dos banderas”):

en aquel gran campo de Babilonia, como en una grande cáthedra de fuego y humo, en figura horrible y espantosa

Al final de los Ejercicios el viaje de Íñigo de Loyola finaliza también en el Paraíso, en su “contemplación para alcanzar amor”, “delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los santos interpelantes por mí”. De las “pompas de Satanás” nos ha guiado a “la mayor gloria de Dios”.

Pero, en este caso y, sobre todo, en los ejercicios jesuíticos de mi época, no había una Beatriz que en la contemplación del amor interpelase por nosotros. Lo cual, bien mirado, no era justo, porque, en cambio, del infierno nos daban ración para rato. Bien se podría haber añadido un poco de alegría para nuestros corazones adolescentes. Pero en las reglas que tenían nuestros educadores sobre “quomodo inducendi sint homines ad exercitia” (cómo inducir a los hombres a los ejercicios) no hay ningún estímulo de ese tipo.

El resultado era que, aunque del infierno se nos enseñaba todo con pelos y señales, si luego queríamos, de la mano de una guía celeste, ascender al cielo en nuestro viaje de iniciación, además de sernos altamente desaconsejado por nuestros padres espirituales, al final teníamos que concluir el viaje por nuestros propios medios y conseguir subir por la escala de Jacob, aprendiendo así que quod Ignatius non dat, Beatrix praestat

Bibliografía

Alighieri, Dante, La Divina Commedia, Testo critico de la Società Dantesca Italiana, riveduto e rifatto da Giuseppe Vandelli (Firenze, 1937). Ristampa facsimile a Milano, Ulrico Hoepli Editore-Libraio, 1960

Korbacher, Dagmar (E.), Botticelli and Treasures from the Hamilton Collection, The Courtauld Gallery, Staatiicle Museen zu Berlin & Paul Holberton publising, London, 2016.

Thesaurus Spiritualis Societatis Iesu, Santander, 1935

 

 

 



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