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Trashumancias 2015 (VIII). Las figuras de la iglesia de la Trinidad en Falaise (Calvados)

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Iglesia de Falaise. Foto R.Puig

Iglesia de la Santa Trinidad de Falaise. Foto R.Puig

Nos referíamos en la crónica anterior a Falaise, la ciudad donde en 1027 nació Guillermo el Conquistador, apodado también como “el bastardo”, quien no obstante llegó a ser no sólo Duque de Normandía, sino también Rey de Inglaterra.

La iglesia de la Trinidad, cuya construcción es del siglo XIII, en los comienzos del gótico, que experimentó importantes reformas en los siglos XV y XVI, es particularmente interesante por las esculturas de diversos personajes en la fachada lateral derecha.

Y por sus expresivas y aterradoras gárgolas que se ciernen sobre nuestras cabezas cuando la rodeamos.

Iglesia de Falaise. Foto R.Puig

Gárgola de la iglesia de Falaise. Foto R.Puig

A cual más amenazadora…

Iglesia de Falaise. Gargola. Foto R.Puig

Gárgola de la iglesia de Falaise. Foto R.Puig

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Gentes corrientes de unos tiempos idos…

Entre las figuras, características de un saber hacer realista no carente de humor popular, hay una mujer embarazada que, a pesar de su estado, ciñe espada, mientras parece estar tocando un laúd. La disposición de sus piernas, como si necesitase afirmarse contra las paredes para no caerse, hace además pensar en que su avanzada gestación anuncia un inminente alumbramiento.

Iglesia de Falaise. Figura de embarazada en la fachada lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de embarazada en la fachada lateral. Foto R.Puig

La otra figura de mujer guerrera, en actitud de combate, con alfanje y rodela, y los cabellos al viento, aunque sin una razón para desvelar sus órganos sexuales, parece haber sido tallada por un lúbrico escultor para mostrarlos.

Iglesia de Falaise. Figura de la fachada lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de mujer guerrera de la fachada lateral. Foto R.Puig

Además, a esta segunda parece como si le hubiesen golpeado y borrado el rostro adrede. Ambas mujeres tienen unas características y una forma de integrarse en la arquitectura de la fachada que quizás se deban a que fueron esculpidas por el mismo artista.

Iglesia de Falaise. Figura de guerrero caído de la fachada lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de combatiente de la fachada lateral. Foto R.Puig

Pienso que algo parecido puede decirse de la disposición del guerrero que se revuelve para protegerse, por un lado con el escudo que sujeta con su brazo derecho, mientras que con el otro trata de alzar la maza para parar el ataque que, medio tendido como está, acabará probablemente con su vida.

No se puede considerar tan dramática la situación, aunque molesta, de nuestros siguientes personajes. El primero, que se sujeta las tripas con su mano izquierda, está claramente vomitando.

Iglesia de Falaise. Figura de hombre vomitando. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de hombre vomitando. Foto R.Puig

El otro tiene las manos en posición de hacer fuerza con todo su cuerpo. ¿Adivinan para qué?

Iglesia de Falaise. Figura de la fachada. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de la fachada. Foto R.Puig

Para mí que se trata de una imagen escatológica, pero no en el sentido del Apocalipsis y el fin de los tiempos. Su rostro tiene el rictus de alguien que se esfuerza por finalizar una tarea más prosaica. ¡De todo hay en las iglesias medievales!

Volviendo a las escenas de guerra, a quien tenemos aquí es a un prisionero que espera asustado la decisión que sobre su suerte tomen los captores

Iglesia de Falaise. Figura de prisionero. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de prisionero. Foto R.Puig

Y no sería extraño que esta plañidera descalza, que trata de protegerse del frío y que vuelve sus ojos llorosos hacia lo alto, esté invocando inútilmente una incierta piedad de los violentos

Iglesia de Falaise. Figura de mujer doliente. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de mujer doliente. Foto R.Puig

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…y los protagonistas de un suceso histórico

Dentro de la tradición de la ley del talión que imperó por muchos siglos en las sociedades de tradición bíblica, está documentado, particularmente en el Medioevo y hasta los umbrales del siglo XVII en Europa, que a los animales no humanos que eran acusados de actos criminales se les juzgaba según códigos humanos y, si eran sentenciados, sufrían penas equivalentes. Predominaban los casos de mamíferos de raza porcina (que habían devorado a un niño), así como algunos de ganado vacuno e incluso de alguna que otra cabra.

Normandía no fue la excepción y a través de los archivos, en particular de aquellos en que se recogen los emolumentos de los carceleros y verdugos de varias ciudades normandas, se han comprobado historias que no tienen nada de leyendas, pues ocurrieron realmente, en particular seis casos documentados de “ejecuciones curiosas en Normandía en la Edad Media” por Léon Braquehais, en un artículo de 1892 en la Normandie littéraire, donde cita la Histoire de la Ville de Falaise (p.83) de Fréderic Galeron.

El texto habla al parecer de la misma marrana que vemos en la fachada de la Santa Trinidad de Falaise en el momento de echarse encima de un ser humano, que no se ve con claridad si es mujer o bebé. Si fuese el niño de la historia judicial (como nos aseguran en la Oficina de Turismo) la crónica del suceso permitiría datar la escultura como muy temprano a finales del siglo XIV. Si fuese una mujer la víctima, estaríamos ante un criminal porcino, aunque su delito podría ser de muy distinta índole

glesia de Falaise. Figura de la cerda criminal. Foto R.Puig

glesia de Falaise. Figura de la cerda criminal. Foto R.Puig

En todo caso, les traduzco y transcribo:

“En 1386, una cerda devoró al hijo de un bracero de la ciudad, de nombre Janet. El accidente llegó a conocimiento del juez, quien condenó al animal a ser castigado en público según la ley del talión. Al niño le había destrozado el rostro y un brazo y la marrana fue mutilada del mismo modo, y a continuación fue ahorcada a manos del verdugo. La ejecución se llevó a cabo en plaza pública, en presencia de toda la población; el vizconde-magistrado la presidió a caballo, una pluma en su sombrero y el puño en el costado. Para colmo del horror, al padre de la víctima se le obligó a asistir a la ejecución; según quien escribió la historia de los hechos, se le quiso castigar por no haber vigilado a su hijo. Cuando se llevó al animal al lugar del suplicio, vestía ropa de hombre, una chaqueta, calzas largas y guantes. Se le había colocado sobre la cabeza una careta que representaba un rostro humano”

Galeron añade que este suceso pareció tan notable en aquel tiempo que se conservaba su recuerdo mediante un fresco que aún se podía contemplar en 1820 en la iglesia de la Santa Trinidad de Falaise.

El abate Langevin, que también había visto esta curiosa pintura, la describe así en sus “Investigaciones históricas sobre Falaise” (Suplemento, 1826, p.12):

Este episodio singular está pintado al fresco sobre el muro occidental del ala del crucero meridional de la iglesia de la Santa Trinidad de Falaise. El niño en cuestión y su hermano están representados sobre el muro, cerca de la escalera del campanario, acostados juntos en una cuna. A continuación, hacia la mitad del muro, están pintados el cadalso, la cerda vestida en forma humana, a la que el verdugo cuelga de la horca en presencia del vizconde a caballo, una pluma en el sombrero y el puño en el costado, observando la ejecución

Después de 1820, la iglesia de la Santa Trinidad ha sido restaurada varias veces y está pintura actualmente ha desaparecido, como lo hemos constatado recientemente en visita a este interesante edificio, clasificado entre los monumentos históricos de Calvados.

Léon Braquehais añade que hasta tres autores se hacen eco de esta historia en el siglo XVIII, pero la sitúan erróneamente en 1396. Lo prueba el recibo del verdugo encontrado por un anticuario de Normandia, al que cita, quien transcribe así este documento:

“El día IXº de enero del año mil CCCIIIIXX y seis… se presentó maestro Nicole Morier verdugo de Falaise que reconoció y confesó haber recibido del hombre sabio y provisor Regnault Rigaut vizconde de Falaise por mano de Colin Gillain su lugarteniente general la suma de diez cuartos y diez denarios tourneses en concepto de pan y salario por haber llevado y después ahorcado ante la justicia falesina una cerda de más o menos tres años de edad propiedad de un tal Souvet el Albañil de la parroquia de Laferté Macy que había comido el rostro del niño de dicho Albañil (que estaba en la cuna y tenía como tres meses de edad) de modo que el dicho niño murió a causa de ello, son diez cuartos tourneses más diez denarios por unos guantes nuevos con los que realizó la ejecución, por la cual suma de diez cuartos y diez denarios tourneses el verdugo precitado se considera bien pagado

Firmado: Girot de M.”

Concluye diciendo que varios casos de esta práctica judicial están bien documentados en la Normandía medieval.

Los grabados que reproduzco a continuación son de un libro que, gracias a la bibliografía sobre el tema que me ha completado mi hija María, ustedes podrán leer directamente en su versión completa dentro del proyecto Gutenberg:

E.P.Evans. The criminal prosecution and capital punishment of animals. London, William Heinemann 1906

El primer grabado está claramente inspirado en el caso de Falaise. Aparece el vizconde-magistrado a caballo con su sombrero de plumas y el puño apoyado en la cadera

Execution of a sow. Evans

Execution of a sow. Evans 1906

El otro amplía el abanico de los homicidios a manos (o diríamos mejor a patas) de animales asesinos, pues no sólo hay un cerdo devorando un niño, sino también una vaca corneando a un hombre y unos perros ensañándose con las ovejas.

Animales asesinos. Evans

Animales asesinos. Evans, 1906

Si la práctica medieval de enjuiciar a los animales se hubiese mantenido, en España los juzgados no habrían dado abasto este verano para juzgar a los que mataron e hirieron a no pocos temerarios en los encierros pueblerinos de la Comunidad Valenciana. Si bien, los toros homicidas podrían haber sido absueltos con el eximente de la defensa propia.

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Más

El libro de Evans es muy interesante, pues no se restringe a analizar los casos que anuncia su título, sino que los sitúa en una tradición penal, abundante, variopinta y cruel, no sólo para con los animales, sino sobre todo en el contexto de la persecución y condena de los que, en diversos momentos de la historia de la justicia, se han considerado crímenes o males nefandos, y castigado con la la ley del talión, con penas ejemplarizantes o con la ejecución de los perpetradores.

Tan es así, que algunos de los casos citados en el libro afectan a la imagen de santidad bondadosa de quienes como, en el caso de San Carlos Borromeo, se complacían en la tortura y muerte de quienes caían bajo su poder inquisitorial:

Thus Cardinal Carlo Borromeo, who was pre-eminent among his contemporaries for the purity of his life and the benevolence of his character, did not hesitate to condemn Fra Tommaso di Mileto, a Franciscan monk, to be walled up alive, because he entertained heretical notions concerning the sinfulness of eating meat on Friday, and expressed doubts touching the worship of images, indulgences, the supreme and infallible authority of the pope, and the real presence in the eucharist. This cruel sentence, a striking illustration of the words of Lucretius,

“Tantum religio potuit suadere malorum,”

was pronounced December 16, 1564, as follows: “I condemn you to be walled up in a place enclosed by four walls, where, with anguish of heart and abundance of tears, you shall bewail your sins and grievous offences committed against the majesty of God, and the holy mother Church and the religion of St. Francis, the founder of your order”.

A bishop, who should impose such a punishment now-a-days, would be very properly declared insane and divested of his office.

Traduzco:

Por ejemplo, el Cardenal Carlos Borromeo, que destacó entre sus contemporáneos por la puridad de su vida y la benevolencia de su carácter, no dudó en condenar a Fray Tommaso di Mileto, un fraile franciscano, a ser emparedado vivo, porque había mantenido nociones heréticas relativas a lo pecaminoso de comer carne los viernes y expresado dudas sobre el culto a las imágenes, las indulgencias, la suprema e infalible autoridad del papa y la presencia real en la Eucaristía. La cruel sentencia, una patente ilustración de las palabras de Lucrecio,

“¡A cuánta maldad pudo inducir la religión!”,

Fue pronunciada el 16 de diciembre de 1564, del modo siguiente. “Yo te condeno a ser emparedado en sitio cerrado por cuatro muros, donde, con angustia de tu corazón y abundancia de lágrimas, lamentes tus pecados y graves ofensas cometidos contra la majestad de Dios, su santa madre la Iglesia y la religión de San Francisco, el fundador de tu orden”.

Un obispo que en nuestros días impusiese tal castigo, sería con mucha razón declarado loco y privado de su cargo

(Evans, op.cit. pp.208-209 y cita de De rerum natura, 1, 101).

San Carlos Borromeo. Santuario de los Milagros. Orense

San Carlos Borromeo. Fuente: Santuario de Nuestra Señora de los Milagros. Orense

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El libro trae otros ejemplos de códigos y prácticas crueles y despóticas, como las que imponía “el código radical de Pachacutec, el Justiniano de los peruanos antiguos, que castigaba el adulterio con la mujer del Inca con la muerte no sólo de ambos adúlteros, sino también de sus hijos, parientes y esclavos, a más de los habitantes de la ciudad en la que se hubiera cometido, que además debía ser arrasada y cubierta de piedras”.

El Inca Pachacutec. Fuente Monografías.com

Recreación del el Inca Pachacutec según Monografías.com

Supuesto lo cual, Evans no refiere ningún caso de adulterio con la mujer del Inca. Pudo ser porque el código de Pachacutec disuadiera eficazmente a los súbditos del Imperio o porque ningún implicado sobreviviese para contarlo.

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Consejo final

Para quienes aspiren a un sobresaliente o quieran empezar una tesis doctoral al respecto, alguna otra referencia de las que mi hija a bote pronto me ha enviado:

Erica Fudge. Perceiving Animals.Humans and Beasts in Early Modern English Culture, University of Illinois, 2002.

Reseña crítica del libro de Fudge por Barry Reay, professor of history at the University of Auckland and author of Popular Cultures in England, 1550-1750.

Así como un estudio cuya aparición inminente se anuncia sobre The Criminal Trial of Animals: A Case Study in Shame and Necessity

Y desde luego, si tienen ocasión, no dejen de darse una vuelta por Calvados y en particular por la ciudad de Falaise. Pero si viajan con bebés no permitan que algún ejemplar de raza porcina se acerque a la cuna. En Normandía pueden ocurrir historias truculentas.

Iglesia de Falaise. Nave lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Nave lateral. Foto R.Puig



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